Toman receso diputados de Guerrero hasta el 14 de enero de 2025
CHILPANCINGO, Gro., 30 de abril de 2014. A Diana Berenice Albarrán Bautista la mató la delincuencia organizada. Tenía 12 años.
Ese domingo 29 de diciembre de 2013 vería el mar, caminaría sobre la arena, recogería conchitas en la playa y se mojaría los pies.
El viaje desde Zitácuaro, Michoacán, hasta Zihuatanejo, Guerrero, sería fabuloso.
No se dio cuenta cómo ni por qué, pero su cuerpo infantil sintió el dolor agudo de una bala atravesándole la espalda, luego otra, perforándole la carne en uno de sus bracitos.
Lo último que vio, fue una escena macabra: su padre Pablo Albarrán Carmona, se retorcía de dolor con dos balas alojadas en las costillas y sus dos hermanitos bañados en sangre, víctimas también del fuego cruzado.
A Diana Berenice la vida se le fue en un hospital. No llegó a la playa, no corrió sobre la arena, no se mojó en las olas del mar.
La familia se atravesó en un enfrentamiento entre dos grupos antagónicos del crimen organizado; “daño colateral”, llamó alguna vez el ex presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, a las víctimas inocentes de la guerra no declarada que se vive en el país.
Sangre inocente
Este 30 de abril, Guerrero celebrará el Día del Niño con eventos en sus 81 municipios: payasos, globos multicolores, actividades lúdicas, diversión, juguetes, regalos… todo para demostrar que al gobierno le importa la infancia.
Los discursos oficiales de cada año no varían en mucho: “los niños son el futuro”, “la infancia es un sector prioritario”, “las garantías y los derechos de los niños son un tema central en las políticas públicas”, expresan los funcionarios, políticos y legisladores ante los medios de comunicación, pero la realidad es otra.
La infancia de Guerrero no sólo sufre por la pobreza, la marginación, el abandono y la falta de acceso a la educación; ahora, los niños son víctimas también de la violencia y la delincuencia organizada.
Según un informe de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Guerrero ocupa el segundo lugar entre los estados del país con más asesinatos de niños y jóvenes, a causa de la violencia generada por la delincuencia organizada.
El informe de la Redim reconoce que es difícil precisar una cifra exacta, pero indica que los asesinatos de niños y jóvenes incrementaron a partir de 2007, cuando el ex presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, emprendió la “guerra contra el narco”.
Uno de los casos que causó conmoción a nivel nacional ocurrió el 14 de abril de 2010, cuando una madre y sus dos hijos murieron en medio de un fuego cruzado en Acapulco, Guerrero.
La señora Laura Tullorol Medina y su hijo de 12 años, Carlos Miranda Delgado, murieron de manera instantánea a causa de los impactos de AK-47; la pequeña Monserrat murió al día siguiente en el hospital. La niña recibió tres impactos de bala en el cuello, pecho y oreja.
El informe de la Redim no menciona cuántos niños han sido asesinados en Guerrero en el contexto de la violencia del crimen organizado, pero indica que durante 2013 hubo un crecimiento exponencial a nivel nacional.
De acuerdo a la organización, entre 2007 y 2013, la cifra asciende a unos 2 mil niños asesinados en el país; el 80 por ciento de los casos queda impune.
Con base a las cifras de la presidencia de la República, de diciembre de 2006 a diciembre de 2010, 34 mil 612 personas fueron asesinadas en hechos en los que estaría vinculada la delincuencia organizada. De ese total, mil 226 son niños, niñas y adolescentes que perecieron en fuego cruzado o ataques directos.
Pero no sólo la delincuencia organizada mata niños en Guerrero, también la violencia doméstica y común derraman sangre inocente.
El 18 de abril de 2013 se encontró el cuerpo de Marifer Arroyo Ríos, de 9 años, cerca del basurero en el camino que conduce a las comunidades de Xaltianguis y Las Marías, municipio de Acapulco.
Su padre Julio César Arroyo y un cómplice la violaron y estrangularon; en su declaración, el hombre alegó que cometió el delito por resentimiento, debido a las exigencias económicas que debía cumplir con su familia.
En Guerrero no existen cifras oficiales sobre el número de niños que son víctimas de la violencia doméstica. Por lo tanto, se desconocen cuántas muertes inocentes hay en la entidad, aunque sí existen casos documentados en los medios de comunicación.
Empleados del narco
De acuerdo al Informe Alternativo sobre el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño, no existen estadísticas oficiales sobre el número y el tipo de delitos cometidos por los infantes involucrados en el crimen organizado.
“Cifras de la academia hablan de unos 30 mil niños y niñas que cooperan con los grupos criminales de varias formas y están involucrados en la comisión de unos 22 tipos de delitos, desde tráfico de droga hasta secuestro de personas, desde trata de seres humanos hasta extorsiones, contrabando, piratería, corrupción, etcétera”, indica el informe.
Los niños más vulnerables a integrarse a las filas de la delincuencia organizada, señala la investigación, son aquellos que habitan en áreas pobres, donde hay menores posibilidades de empleo, educación y las condiciones de vida son más difíciles.
El mismo informe señala que hay 17 estados en el país que están viviendo un proceso de “somalización”, donde hay porciones territoriales de ingobernabilidad; se calculan 780 focos de ausencia de autoridad en el país, entre ellos Guerrero.
Cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), arrojan que en 2008 se detuvieron en Guerrero 14 niños en operativos militares contra la delincuencia organizada; dos de ellos tenían 14 años, tres eran de 16 y nueve de ellos ya habían cumplido los 17.
En 2009, la cifra subió a 47 y Guerrero se posicionó a nivel nacional con mayor número de niños detenidos por su participación en la delincuencia organizada.
Ese año se detuvo a un niño de 14 años, cuatro ya habían cumplido 15, otros 13 eran de 16 años y 29 de los detenidos tenían 17.
En 2010, la cifra disminuyó; ese año, la Sedena detuvo en Guerrero a 12 niños por participar en el crimen organizado: dos de ellos tenían 15 años, seis eran de 16 y cuatro ya habían cumplido los 17.
Por su parte, la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) presentó las siguientes cifras de niños detenidos en operativos contra la delincuencia organizada: en 2007 se detuvo en Guerrero a un niño de 16 años; en 2008 no se detuvo a ninguno; en 2009 capturaron a un menor de 17 y en 2010 a uno de 16 años.
La Policía Federal detuvo a seis niños en Guerrero, entre 2008 y 2010, durante operativos contra el crimen organizado.
Los niños quieren ser sicarios
En 2013, el Departamento de Prevención Social y Participación Ciudadana de Zihuatanejo (antes Prevención al Delito), implementó un programa de recuperación de niños en condición de calle.
Este programa se enfocó principalmente en los niños que limpiaban parabrisas y realizaban actividades circenses en las avenidas de Zihuatanejo.
El objetivo era garantizarles condiciones de vida digna, reintegrar el núcleo de sus familias y asegurar su acceso a la educación.
Sin embargo, los coordinadores del programa encontraron que estos niños no solo trabajaban como limpia parabrisas, sino que eran “halcones” o informantes de la delincuencia organizada.
Un caso similar ocurrió en Ocotito, municipio de Chilpancingo, donde la Policía Ciudadana de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) ingresó el 23 de enero de 2014, ante el grave problema de inseguridad y la falta de atención por parte de las instituciones.
Allí, las escuelas suspendieron las clases para iniciar un proceso de “reeducación” con los alumnos.
“Un día hicimos una dinámica en la clase y le pregunté a mis alumnos qué querían ser de grandes… la mayoría dijo que quería ser sicario”, lamentó un maestro de educación primaria en una asamblea popular.
“Esa es la máxima aspiración de mis alumnos, dijeron que querían traer un arma para matar gente”.
Día del Niño
En la víspera del día del niño, cientos de negocios de la capital guerrerense se llenaron de juguetes, en espera de que los padres compren algún obsequio a sus hijos por motivo del Día del Niño.
Los más comunes: vehículos de guerra, rifles de asalto y juguetes bélicos.
En las calles de las principales ciudades de Guerrero, cientos de niños caminan entre los carros, con una botella que contiene agua jabonosa, una franela y un jalador para limpiar parabrisas.
En las comunidades marginadas y zonas indígenas, miles desconocen que existe el Día del Niño; el 58 por ciento de ellos vive en pobreza alimentaria y en lugar de un juguete, anhelan algo qué comer.