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Disparan armados contra un sitio de taxis en la Costera de Acapulco
CHILPANCINGO, Gro., 7 de marzo de 2014.- Es uno de los policías ciudadanos de mayor edad en el valle del Ocotito, pero tiene una tarea pendiente antes de retirarse: encontrar a su hijo, vivo o muerto.
No da su nombre por temor a represalias contra él o su familia, por parte de la delincuencia organizada.
De 54 años, viste pantalón de mezclilla, botas viejas, playera roja con franjas blancas y una gorra azul deslavada para cubrir su rostro de las cámaras.
“Mi interés es encontrar a mi muchacho, vivo o muerto, como quiera que sea, pero tengo que encontrarlo”, expresó con voz aguda y entrecortada, mientras sostenía un rifle viejo con la mano derecha.
Recordó que en septiembre su hijo menor, de apenas 21 años, recibió una oferta de la delincuencia organizada: le darían un arma y trabajaría para ellos.
El joven se negó y comentó el hecho a su padre.
“A mi muchacho lo amenazaron para trabajar, pero él era tan horado que fue y me contó, yo le dije que no, que no trabajara con ellos”, relató el hombre de rostro arrugado y cabello cano.
El viejo había dejado el trabajo de campo para laborar en el Parque Industrial de El Ocotito, donde cosía las camisas, blusas y faldas que el gobierno estatal entrega año con año a los estudiantes de primaria, secundaria y preparatoria.
“Le dije que se fuera en mi lugar a sembrar la milpa, que trabajara conmigo para que vieran que estaba ocupado, y ahí estuvo sembrando”, recordó el padre.
Pero la negativa del joven no fue aceptada por el grupo criminal que operaba en la zona y lo buscaron una segunda ocasión.
Esta vez, la oferta iba con una amenaza: o se unía a la delincuencia o se atenía a las consecuencias.
Por segunda ocasión, el joven relató lo ocurrido a su padre, quien trató de sacarlo de Mohoneras para protegerlo de los criminales.
“Le dije que buscaría dinero para mandarlo a Acapulco, allá con su hermano mayor que tiene un taller de carpintería, desgraciadamente no conseguí el dinero para que se fuera”, lamentó el hombre de 54 años.
El 19 de octubre su hijo salió de su hogar con rumbo a la farmacia, para comprar un medicamento que ocupaba su madre.
Nunca regresó.
“Yo todavía lo busqué cuatro días y cuatro noches, pero mi hijo nunca volvió, nunca lo volví a ver”, relata el hombre mientras cubre su rostro con el viejo rifle de cacería.
Recuerda que su hijo era campesino, hombre de campo, jugador de futbol, hombre honesto y amigo de los ancianos, de complexión delgada y 1.87 metros de estatura.
Comenta: “Él no era grosero, seguía mis consejos, yo le decía que se portara bien y que había que respetar para que nos respeten”.
Pero ni el hecho de ser un buen hijo lo salvó de las garras de la delincuencia organizada.
El viejo policía ciudadano reconoce que no es el único en el valle del Ocotito que perdió a su hijo: “Mi familia y yo nos sentimos muy tristes, pero así como nos sentimos nosotros hay muchas familias”.
Tan sólo entre vecinos, conocidos y amigos conoce a nueve jóvenes que desaparecieron en circunstancias similares a las de su hijo.
No denunció la desaparición por temor a represalias, ya que no confía en las instituciones encargadas de brindar seguridad y justicia a la población.
Cuando la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) ingresó al valle del Ocotito, el 23 de enero de 2014, tuvo miedo.
Por eso no se enlistó en las filas de la Policía Ciudadana, pero después de ver el trabajo de la UPOEG y de hablar con varios compañeros y amigos, se unió al movimiento.
“Esta es mi última búsqueda, tengo que encontrar a mi hijo, vivo o muerto, después de eso me retiraré… yo tengo esperanza en hallarlo”, expresó ante las grabadoras y videocámaras de los reporteros, siempre ocultando su rostro avejentado tras la desaparición del menor de sus descendientes.
A pesar de la edad, su cuerpo delgado camina veloz e intrépido entre los árboles, los espinos y la hierba que crece en el cerro.
Cuesta arriba o cuesta abajo, recorre los senderos abruptos en busca de fosas clandestinas porque, quizás, encontrará a su hijo en una de ellas.
Entonces y sólo entonces, se retirará de la Policía Ciudadana.