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Shakira está hospitalizada; suspende concierto en Lima, Perú
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de julio de 2016.- Descubrí su música en el Atahualpa, un bar en Salamanca, España, donde iba a la barra libre de copas de los jueves por 6€ con amigos y compañeros de piso (roomies) en mis tiempos de estudiante universitario.
Todavía no le llegaba la fama con su imperturbable estilo de flaca estilizada, tacones altos y vestidos cortos, peinado ‘beehive’, tatuajes a gogó y ‘cat eyes’.
Pero se escuchaba imponente e irreverente como blanca privilegiada de una voz entre las cantantes más negras del jazz, el blues, el soul y el R&B, como Etta James y Billie Holiday, liras de Amy desde su primera producción discográfica Frank.
Galardonada con los premios más prestigiosos de la música –Grammy, Brit Awards, Ivor Novello– por su ‘obra maestra’ Back to Black, Winehouse dejó un legado en el soul que la convirtió en leyenda con el disco más vendido del siglo en el Reino Unido con 3.25 millones de copias y más de 15 millones en todo el mundo; y la primera cantante británica en ganar cinco premios Grammy en una noche.
Fueron tiempos muy felices cuando conocí a excelentes personas de otras nacionalidades, entre ellas, al amor de mi vida (jtm tjr), a quien por cierto soñé anoche.
Un día como hoy, pero hace cinco años, también era sábado, un día aciago para la música cuando se paró el reloj de sus excesos a los 27 años, víctima de ella misma y sus demonios.
Todavía habrá quienes discuten las circunstancias de su muerte, devorada por el éxito, el alcohol y las drogas. De quienes con una doble moral se atreven a juzgar la conducta “errática” que mostró en sus últimos meses, sin comprender que los grandes músicos como Amy Winehouse son almas torturadas que en la música respiran lo que su espíritu les expresa.
For you I was a flame… #MissuAmy