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MÉXICO, DF., 24 de abril de 2014.- El portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, aclaró ayer que los papas Juan Pablo II y Juan XXIII, que serán canonizados el próximo domingo, son santos pero no perfectos, publica Excélsior.
“Decir que una persona es santa no quiere decir que ha hecho todo bien en su vida. Juan Pablo II fue santo, no perfecto”, respondió ante las preguntas de un grupo de periodistas extranjeros.
“¿Que si hubo aspectos negativos en Juan Pablo II? ¡Claro, en 26 años hubo de todo!”, insistió el sacerdote jesuita refiriéndose a la duración de su pontificado.
Tocará al papa Francisco presidir la ceremonia en la cual Juan XXIII y Juan Pablo II serán declarados oficialmente santos, la mañana del 27 de abril en la Plaza de San Pedro.
Ambos pontífices llegaron a la santidad gracias a diversas excepciones al procedimiento interno de la Iglesia para la canonización.
En el caso de Juan Pablo II, el papa Benedicto XVI decretó la dispensa de los cinco años que, según la ley canónica, deben pasar antes del inicio formal de un proceso de canonización.
El abogado defensor de la causa de Wojtyla, Slawomir Oder, explicó que esa fue la única excepción en todo el proceso que llevó a Juan Pablo II a los altares y fue una respuesta a la solicitud de los fieles en la plaza después de su muerte, quienes pidieron “¡ósanto súbito!” (santo ya).
Oder, que tiene el puesto de postulador, recordó que la ley exige el paso de un lustro para verificar la solidez de la “fama de santidad” del aspirante a la santidad.
“La vida ha confirmado que la decisión del papa Benedicto XVI (de eximir de los cinco años de espera) fue más que justificada, cada día más de 20 mil personas pasan frente a la tumba de Juan Pablo II. Inmediatamente después de la muerte, pero no sólo hasta la beatificación y hasta ahora”, indicó.
El postulador reveló que en una de sus principales reuniones con Joseph Ratzinger, el pontífice le recomendó: “Avancen rápido, pero trabajen bien”.
Por otra parte, reconoció que Juan Pablo II tenía defectos, como todos los hombres. “No debemos pensar que la santidad es como un pedazo de oro que nace fuera del contexto”, precisó. “La santidad se inscribe en la historia del hombre, la santidad verdadera es que el hombre logra responder, siguiendo la gracia, a la voluntad de Dios. Incluso con sus defectos”, insistió.
Relató una anécdota según la cual una de las monjas que ayudaban en el apartamento papal dijo una vez a Juan Pablo II: “Santo Padre, estoy preocupada por Su Santidad”. Él respondió: “Yo también estoy muy preocupado por mi santidad”.
El otro Papa que será reconocido como santo, Juan XXIII, también tenía defectos, según constató el postulador de su causa de canonización, Giovangiuseppe Califano. Aseguró que él era consciente de sus límites, uno de los cuales era su buen apetito.
“Se dice que fue de buen tenedor”, apuntó el sacerdote, quien destacó también su humildad y su ironía con respecto a sus debilidades.
Juan XXIII llegará a los altares también gracias a una excepción, concedida por el papa Francisco quien eximió de la constatación de un milagro necesario para su reconocimiento como santo. Enamorado de América Latina El papa Juan Pablo II, que será canonizado el 27 de abril, era un enamorado de Latinoamérica y quedó fascinado por el calor de su pueblo en sus viajes, según el historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi.
“Juan Pablo II fue un papa que creía mucho en el papel de Europa, pero quedó fascinado con América Latina, pues él no conocía Latinoamérica antes de comenzar su pontificado”, explicó el fundador de la llamada “Onu de Trastevere” por su mediación en los conflictos.
Riccardi en su último libro La santidad del papa Wojtyla, explica cómo Juan Pablo II “quiso con fuerza viajar a México en 1979 ya que Juan Pablo I había renunciado a ese viaje, y quedó sorprendido”.
Allí fue donde aprendió a viajar, añadió Riccardi, al recordar cómo Karol Wojtyla consideraba Latinoamérica “el continente de la esperanza”.
En el libro, el historiador y exministro italiano explica cómo en su primer viaje a América Latina el Papa encontró lo que había vivido en Polonia, es decir, un “cristianismo de pueblo”, que después revivió en Brasil, Argentina y en otros países.
Agregó que Wojtyla dio mucho a Latinoamérica y fue el primero en entender “el papel decisivo que tendría en el futuro de la Iglesia”, entre otras cosas la elección de Francisco, el primer Papa de Latinoamérica.
Riccardi también destacó el gran papel diplomático y misionero de Juan Pablo II durante sus 26 años de pontificado.