El presupuesto es un laberinto
‘En homenaje a mi maestro, José Francisco Ruiz Massieu’
Este próximo domingo 28 de septiembre, se cumplen veinte años del infausto asesinato de Gran Reformador de los años noventa en nuestro país, José Francisco Ruiz Massieu. Mi cercanía con Ruiz Massieu ocurrió en la Universidad Metropolitana, hace casi treinta y cinco años, él actuaba en diversos círculos concéntricos de una misma inquietud vital: uno, la academia; otro, la administración pública y la política. En 1977, yo me desempeñaba como un incipiente alumno de la carrera de economía, y el entonces joven catedrático Ruiz Massieu hacía sus primeras armas, como profesor titular, y en trabajos de investigación.
Conocemos sus pasos por la política y por los altos cargos administrativos. Con vocación de servicio, cumplió funciones de creciente importancia en el Instituto Mexicano del Seguro Social, el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, del que sería director general, y la Secretaría de Salud, en la que fue director jurídico, oficial mayor y subsecretario de planeación. Estos hechos no son menores.
Elocuentes, en su formación: el hombre con vocación política y preparación administrativa aplicó a aquella y perfeccionó ésta en el área social del estado, donde se miran los temas y se resuelven los problemas de los trabajadores, columna fundamental de la nación.
Adelante, siempre adelante, iría el ya maduro funcionario. Hombre de partido, fue candidato del PRI a la gubernatura de su estado natal, Guerrero. Llegó en buen tiempo y con excelente formación. Conocía los asuntos de su entidad, no sólo como ciudadano de ésta, sino también como servidor público en la administración local. Cumplió puntualmente los años de gobierno que le encomendara el pueblo. Cumplir y hacerlo bien, era un rango de su carácter. También lo era fijarse metas muy altas y trabajar con ahínco para alcanzarlas.
La más amplia y valiosa publicación de esa etapa, la llamada “obra jurídica mexicana” se benefició de su generosidad, siempre atenta a los trabajos de la cultura: el quinto y último tomo de tan importante obra, que no ha tenido las nuevas ediciones que merecía, vio la luz gracias al apoyo que le brindara el entonces gobernador de Guerrero.
Luego de otros cargos, siguió sirviendo a su partido, en el que tuvo una larga militancia de varios lustros. Para su condición de estudioso, hombre de leyes y letras, fueron idóneos los cargos de subdirector del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales, primero, y presidente de Cambio XXI, Fundación Mexicana, A.C., que entonces todavía no ostentaba el nombre de nuestro recordado compañero Luis Donaldo Colosio. Y para su calidad de político enérgico, creativo, lo fue la tarea que se depositó en sus manos competentes y en su imaginación.
Adelante, todavía, fue José Francisco. Reverdeció su experiencia: Como funcionario de elección popular obtuvo una curul federal con el voto de los ciudadanos. Por su vigorosa personalidad, recibió la encomienda de coordinar la tarea de los diputados priístas en la LVI Legislatura del Congreso de la Unión. Y también ejerció la representación de su partido nuestro partido, ante el Instituto Federal Electoral. Eran tiempos de contienda, que el enfrentó con rigor de combatiente y prudencia de político. Comenzaba, clara, visible, inquietante una nueva etapa en la lucha por la nación: esa batalla que ahora mismo se libra y en la que estamos y estaremos empeñados. Hubiera sido, lo era ya la trinchera natural para un hombre como José francisco Ruiz Massieu.
Así llegamos a donde imaginábamos, ni debimos nunca llegar: al día en que unos oscuros personajes, hervor de los viejos fondos de la historia, privaron de la vida a José Francisco Ruiz Massieu. El 28 de septiembre de 1994, hace ya dieciseis años, que parecen mucho más, murió nuestro maestro y amigo, dejando atrás una inmensa experiencia y teniendo adelante una enorme esperanza. JFRM fue un hombre de bien, a un tiempo innovador político y sólido intelectual”; un hombre cuyas “armas fueron siempre las palabras y las ideas”.
Bien que recordemos, pero mejor que analicemos, rescatemos, trabajemos. Al pensamiento y la acción de un ciudadano como éste se debe ir con aire de explorador y actitud de continuador: para hallar incitaciones, sugerencias ejemplos, enseñanzas. El homenaje que se hace con palabras se dispersa muy pronto.
Aunque algo quede en el corazón y en el recuerdo de quienes la escuchan. El verdadero homenaje, es el perdurable, se hace con los hechos de hoy: y los de mañana, que recojan y atesoren los hechos de ayer; una conducta que venga del pasado y se proyecte hacia el futuro, fiel a sí misma, a su origen y a su objetivo, llevada por un hilo conductor: la persuasión y la convicción, rumbo y el destino. Aquellos hechos. Obras e ideas, abundan en la vida pública, que debió ser mucho más larga, de José Francisco Ruiz Massieu, hombre de ideas y hombre de acción: riguroso con aquellas y eficaz en la práctica, que combinó “con talento, el papel de ideólogo y las funciones de operador político excepcional”.
En todo caso, mi maestro fue un estudioso inteligente de los procesos de transición en países que estuvieron a punto de perder el rumbo o de naufragar. No es nuestro caso, pero se trata ciertamente de experiencias aleccionadoras, que invitan a la reflexión. En un ejercicio de política comparada, Ruiz Massieu analizó los procesos de cambio en Francia, Italia, España y Chile. Al hacerlo, advirtió o sugirió los riesgos del caudillismo, por una parte, y de la partidocracia, por la otra. Un demócrata no podrá pasar por alto estos peligros, sobre todo cuando se exalta el papel, la exigencia y el gobierno de la sociedad: ni unas solas manos, que serían tiranía, ni un solo grupo, oligarquía.
Cuando Ruiz Massieu se refirió a la modernización de su partido, el PRI, lo hizo con frecuencia no sugería una aventura tecnocrática ni un liberalismo frágil, excluido de la historia, alejado de las necesidades y las expectativas de los mexicanos. Esto nos desviaría de nuestro origen y alteraría nuestro destino, que son uno y otro, el pueblo mismo. Ruiz Massieu aludía a una reflexión inteligente y fervorosa, que no regenerara del pasado ni ignoraran el presente, sino instalar a tiempo a su propia versión del futuro.
Ruiz Massieu, buen observador, con talante de estadista, hombre que no se resistía al progreso, sino trabajaba con él, convocó a avivar la pluralidad interna, que haría de su partido un reflejo exacto de sus propios grupos, sus propias corrientes, sus propios individuos. Pluralidad, que sería en los discursos y en los hechos, mapa fiel y consecuente de lo que es la República y de lo que comienza a ser día de Ruiz Massieu fueron jornadas del alba; horas de rumorosa formación el Partido Revolucionario Institucional.
¿Por qué extrañamos a José Francisco Ruiz Massieu? Por muchas cosas, sin duda. Guerrero, porque perdió a unos de sus hijos notables, que supo gobernar al estado fronteras dentro y prestigiarlo fronteras afuera. Los juristas, porque echan de menos a un colega eminente, que honró y exaltó la profesión del abogado. Los universitarios, porque ya no cuentan con la compañía visionaria de quien sabía y así lo practicaba que el progreso de la República depende, como de pocas cosas, de la calidad de su educación superior. Los priístas, porque no podrán olvidar el pensamiento y el ejemplo de quien fue su último reformador.
Sus banderas son nuestras banderas actuales: democracia integral y justicia social. Si no contamos hoy con la presencia de José Francisco, disponemos en cambio de la fuerza de su pensamiento. Y ésta es ya una magnífica contribución, perdurable y generosa.
Consultor Político [email protected]