TONALÁ, Chi. 25 de enero de 2015.- Tras una increíble odisea de 24 días a la deriva sobre el Océano Pacífico y amparados únicamente con un hielera que los mantenía a flote, los pescadores chiapanecos, Daniel Guerrero Martínez (42 años) y su hijo Isaías (18), narraron que haber sobrevivido a base de una dieta de sangre de tortuga y de pescado crudo desde que naufragaron en altamar el pasado 28 de diciembre.
“Bebía la sangre a la parlama, comía su carne, pescaba yo pescadito pequeño, tiburón, le sacaba el filete, le daba a él, mi papá, que no quería comer”, precisa Isaías en entrevista con Reforma, ello luego de la experiencia ultramarina que se prolongó hasta el martes 20 de enero, cuando un barco carguero griego rescató a ambos marinos.
En ese sentido, el señor Daniel admite que sol inclemente, el picor de la marea, el acuático desdén y la bagatela de adversidades que presupone encontrarse en un laberinto de aguas infinitas, le produjo el pensamiento de quitarse la vida… ello para que su hijo Isaías pudiera beber su sangre y sobrevivir por más tiempo. Para evitar el sacrificio paterno, Isaías decidió esconder los cuchillos de su padre y así retrasar sus magras intenciones en lo que se convirtió en un verdadero viaje de pesadilla en búsqueda de alimento… pero este sábado, finalmente volvieron a casa.
Acompañados de una caravana de vehículos y patrullas de la Policía municipal de Tonalá, hicieron una entrada triunfal a la comunidad de Costa Azul, donde los pobladores aguardaron por su arribo durante las 18 horas que dura el trayecto terrestre de Guerrero a Chiapas. “Todo el pueblo salió a las calles a su encuentro. Hubo mariachi y cohetes. Hombres, mujeres y niños se acercaron a los pescadores para darles la bienvenida, saludarlos, abrazarlos y tomarles fotografías con sus celulares. Confirmar por sí mismos que efectivamente eran ellos, pues ya los habían dado por muertos”, precisa Reforma.
“Nunca perdí la esperanza (de sobrevivir), me encomendé a Dios. Estoy feliz, contento, no tengo palabras para agradecer, es muy bonito que tu pueblo te reciba así” expresó el pescador de 42 años de edad, quien pese a sus 28 primaberas de experiencia en la pesca de peces, ha prometido nunca volver a pescar si “salíamos de esta” en las ‘aguas malditas’ (donde hace exactamente un año, un marinero salvadoreño, de nombre José Salvador Alvarengo, fue auxiliado tras haber permanecido 13 meses a la deriva).