Piden desplazados de Zitlala sacar a hombres armados de su comunidad
15 de enero de 2016
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20:59
Eduardo Yener Santos/Quadratín
ZITLALA, Gro., 15 de enero de 2016.- La cancha techada de básquetbol del auditorio municipal de Zitlala, es ahora el hogar de 80 personas; entre ancianos, adultos, jóvenes y niños que por temor de ser asesinados dejaron su lugar de origen, Quetzalcoatlán de las Palmas.
Han pasado nueve días en que un grupo de 40 hombres armados, ajenos a la comunidad, ingresaron en Quetzalcoatlán violentamente y mataron a balazos a seis habitantes; Andrés Lara Tlatempa, Julián Lara Tlatempa, Reynaldo Maribel Lara, Gerardo Lara Zapoteco, Salvador Tlatempa Torres y Guadalupe Onofre.
La tarde del seis de enero, día de la masacre, los familiares de los asesinados decidieron que los difuntos debían ser velados y sepultados en Zitlala, por el temor a que regresarán los agresores y por las condiciones de pobreza en que viven.
Fueron 60 pobladores que se desplazaron a la cabecera municipal la tarde de ese día. Hoy son 80 desplazados, porque este miércoles 13 de enero, al auditorio de Zitlala llegaron 20 personas más, todos ellos exigen lo mismo: ayuda de las autoridades de los tres niveles de gobierno, para que “saquen a los hombres armados del pueblo, y que la policía vigile la comunidad”.
La violencia generada por los enfrentamientos que casi a diario sostienen Los Rojos y Los Ardillos, grupos delictivos que se disputan el control de la región Montaña baja, ha causado el desplazamiento de personas en al menos cinco comunidades de Zitlala y Chilapa.
La vida en Quetzalcoatlán
Quetzalcoatlán de las Palmas es la población más alejada de Zitlala, carece de caminos pavimentados, trasporte público y centro de salud.
Desde agosto del año pasado, los profesores del preescolar Sor Juana Inés de la Cruz donde están inscritos 15 niños, así como los maestros de 50 adolescentes en la escuela primaria bilingüe Lázaro Cárdenas dejaron de asistir al plantel.
¿La razón? “Porque hombres armados instalan retenes en las carreteras, asaltan, amenazan o matan” dice Juan Lara, joven de 21 años de edad que se refugia en el auditorio, tras presenciar el asesinato de su tío y su hermano.
Juan es uno de los pocos jóvenes que domina el español, los adultos y los niños hablan su lengua materna, el náhuatl. Narró que desde hace seis meses (julio 2015), hombres armados vienen instalando retenes en la comunidad de Tlaltempanapa, impidiendo el paso a la cabecera.
El joven indígena afirma que sus paisanos no quieren estar en el auditorio, pero por ahora no les queda otro sitio ya que regresar a su pueblo no es seguro: “pedimos que nos ayuden y que manden vigilancia en nuestro pueblo, queremos irnos de aquí, queremos regresar pero en el pueblo hay peligro. Ese día, esos hombres llegaron gritando que nos iban a matar a todos y ahora tenemos miedo para regresar”.
En el auditorio también se encuentra Emiliano Lara Yectli, hijo de Andrés Lara Tlatempa, adulto mayor asesinado el seis de enero. Emiliano, a diferencia de Juan, no habla español. La entrevista con Emiliano fue en náhuatl.
Don Emiliano reveló que el día del asesinato, el grupo armado amenazó a toda la población con regresar. Dijo que los hombres armados se llevaron los televisores de plasma que hace pocos días los pobladores habían recibido del gobierno federal, además les quitaron celulares y el poco dinero en efectivo que las familias guardaban en sus altares.
Emiliano detalló que su comunidad se conforma de al menos 250 personas, todas ellas familias de apellidos; Lara, Tlatempa y Tecoyotes, y señaló que decenas de personas han emigrado al estado de Sinaloa para trabajar como jornaleros agrícolas en los campos de cultivo de jitomate, como cada año lo hacen.
Recordó que el seis de enero en su pueblo estaban como 100 personas, pero este miércoles 13 de enero, la Policía estatal y Ministerial acudió a Quetzalcoatlán para resguardar a 20 personas más que dejaron la comunidad. Actualmente calcula que en su pueblo se encuentran como cuatro familias.
Lamentó que los desplazados no hayan podido recoger sus cosechas de maíz y calabaza, quienes temen que por la lluvia la mazorca se pudra y este año pierdan su cultivo. También extraña a sus animales de granja, chivos, gallinas, burros y perros, que forman parte de su cultura como campesinos. Asimismo se quedaron sus manojos de otates que vendían para la elaboración de escobas y camas.
Las autoridades del pueblo, el comisario Benigno Marabel Tlatempa, así como el comisario de bienes comunales y el auxiliar del pueblo, también permanecen en el auditorio, ellos acompañan a las familias de los asesinados a seguir el proceso jurídico del caso ante el Ministerio Público de Chilapa.
Todos sobreviven del apoyo que les otorga el gobierno municipal: comida, agua, y medicinas. Sobre el piso de concreto han colocado colchonetas de algodón donde duermen casi 20 mujeres con sus hijos menores de un año, más de 15 niños menores de diez años, jóvenes, adultos y ancianos.
Las mujeres y hombres adultos que permanecen en el auditorio, tejen cintas de palma que venden a dos pesos con cincuenta centavos. Los niños se dedican a jugar.
Este jueves, los habitantes cumplieron una semana en el auditorio de Zitlala, el cual es resguardado día y noche por agentes de las Fuerzas Especiales de la Policía Estatal.
Sobre la ayuda que reciben del Ayuntamiento, dicen que hasta el momento ha sido buena, sin embargo ellos quieren regresar a su pueblo, pero por ahora no saben cuándo lo harán, o peor aún, no saben si volverán.