La superioridad moral
Al fin que no son feminicidios
Feminicidios o no, los asesinatos de mujeres son un tema en el que nadie quiere asumir el costo político ni correr riesgos.
Cuando digo nadie, me refiero no sólo a los tres poderes del estado de Guerrero y a los alcaldes de los municipios donde se presenta la problemática, sino también, a las organizaciones de la sociedad civil que tienen permitido por la Ley solicitar la emisión de la Alerta de Violencia de Género.
Robespierre Robles Hurtado dice que de 2010 a 2015 el Tribunal Superior de Justicia que preside tiene registro de 34 feminicidios y 136 asesinatos de mujeres.
La presidente de la Comisión de Gobierno del Congreso local, Flor Añorve, que al parecer no leyó esas declaraciones del titular del Poder Judicial, declaró que no hay Alerta de Género porque los asesinatos de mujeres no están tipificados como feminicidios.
Lo mismo decía Rosario Herrera Ascencio cuando era secretaria de la Mujer, y ahora que ya no es funcionaria salió a reclamar al gobierno por estos casos.
Un exhorto que presentaron los diputados de Movimiento Ciudadano que coordina Ricardo Mejía Berdeja como asunto de urgente y obvia resolución, y que se frenó en el Poder Legislativo enviándolo a comisiones, invoca una jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que establece que toda muerte violenta de una mujer debe investigarse con perspectiva de género para determinar si es o no feminicidio.
De lo dicho por Robespierre Robles se infiere que de los 170 asesinatos de mujeres registrados en cinco años el 20 por ciento fueron feminicidios. ¿No eran suficientes para que se solicitara la Alerta?
La investigadora Luz Alejandra Cárdenas Santana ha dicho que “con uno que fuera” las autoridades deberían hacer algo y cuestionó seriamente a las diputadas por no defender a las mujeres.
El caso es que para determinar que un asesinato se cometió porque el homicida odia a las mujeres, es decir, que se trata de un misógino y que mató a su víctima nada más por ser mujer sin que mediara algún otro motivo, la Fiscalía tiene que capturar a los criminales, algo que no sucede en la inmensa mayoría de los casos.
Mientras tanto, en Acapulco, siguen matando mujeres. Por odio, por amor, por una circunstancia específica, pero las víctimas ahí están y seguirán estando. Al fin que como dijo Flor Añorve, no son feminicidios. ¿Cuántas más esperamos para que lo consideren grave?