Propuestas y soluciones
Cada día que pasa, la entidad suriana se aleja más de las inversiones que, a estas alturas, deberían estar detonando el crecimiento económico prometido por el gobernador Héctor Astudillo.
No es por falta de voluntad o apatía del mandatario estatal, sino por la sospechosa participación de personajes con intereses muy oscuros, que buscan que el Estado se hunda en la anarquía y en la desgobernanza, una especie de río revuelto, para que, de esta manera, haya más ganancia de pescadores. Y así entre crímenes y toma de calles y bloqueos de carreteras por parte de grupos de interés (cetegistas, transportistas), Guerrero, se consume en la pobreza.
¿Cuantos de nosotros no ha tenido conocimiento de alguna familia que huye de su casa, abandonando todas sus pertenencias, debido a la extorsión o amenazas de secuestro, o los cientos de establecimientos que ante la inseguridad han preferido bajar sus cortinas, sin que los hechos, por temor o desconfianza, sean denunciados ante las autoridades correspondientes?
Las bandas criminales han invadido miles de hogares en todo el territorio guerrerense, sin que aparentemente, haya policía alguna que pueda impedirlo.
Es notoria la lentitud en la reacción del gabinete de seguridad. Basta citar, como ejemplo, el relevo temporal de los responsables de manejar el Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C-4) de Acapulco, Chilpancingo e Iguala, por militares, en tanto se capacita a nuevo personal.
¿Por qué tuvo que esperar tanto tiempo el secretario de Gobernación para tomar esta decisión, cuando era un secreto a voces su inoperancia?
Por si fuera poco, muchas cámaras de vigilancia lucen inservibles y las que sí están operando les falta resolución suficiente, haciendo poco menos que nulo el servicio.
Estos centros de control, según declaraciones del secretario de Seguridad Pública, se habían convertido en instancias muy porosas, por las que se filtraba información. Lo anterior, confirma la renuencia de los ciudadanos a denunciar los delitos, ya que podían convertirse en bumerang.
En síntesis, el crimen avasallador del siglo XXI se está combatiendo con estrategias de principio del siglo pasado: Es común la persecución de los delincuentes por calles transitadas de la ciudad en que los policías o militares disparan a diestra y siniestra sin importarles las víctimas colaterales que, por desgracia, siempre son civiles inocentes que, ni dudarlo, tenían un proyecto de vida, que una bala perdida truncó o los ha condenado a vivir dependientes de sus familiares, impedidos para trabajar y poder ganar un sustento, de realizar sus sueños, de construir un hogar, de formar una familia; y ante su nueva situación ninguna autoridad se hace responsable. También en esta externalidad negativa la sociedad da constancia.
Los ciudadanos de bien ya no quieren seguir cargando con el costo de los errores y deficiencias de los cuerpos policiacos. Es urgente que el gobierno federal profesionalice a sus policías, y los capacite en el conocimiento y aplicación de nuevas tecnologías empleadas en la inteligencia criminal: soluciones geomáticas para confeccionar mapas del delito, posicionamiento global (GPS) para unidades móviles, video cámaras con transmisión simultánea, por citar solo algunas. Ese es el campo que deberían fortalecer las fuerzas de seguridad y no seguir siendo, como hasta ahora, elementos meramente testimoniales.