Teléfono rojo
Cuando una autoridad como el alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez, por sus acuerdos oscuros de campaña y sus pactos inconfesables no depura a la policía municipal y no cumple su función de prevenir el delito, esta grave irresponsabilidad que bien se puede calificar de criminal, trae como consecuencia el crecimiento de la delincuencia y de la inseguridad pública.
A casi diez meses de ocupar el cargo, cerca de un año de gestión, el sello de la opaca y corrupta administración de Evodio Velázquez es el colapso de la seguridad pública y el enriquecimiento ilícito de varios funcionarios.
No hay obra pública ni transparencia, hay problemas con las trabajadores del municipio por descuentos y recortes ilegales, malos manejos administrativos, programas sociales que se utilizan clientelarmente para la corriente perredista del alcalde y la correspondiente del secretario de Desarrollo Social.
Lo más grave es que existe una sobre protección a una policía municipal infiltrada por la delincuencia, donde 720 elementos reprobados siguen desempeñando la función policiaca, violando la ley.
Acostumbrado a la grilla, a la mentira fácil y a escurrir su responsabilidad, el alcalde de Acapulco siempre reparte culpas a otros niveles de gobierno, pero socarronamente minimiza su papel en la seguridad pública. No ha liquidado a uno solo de los elementos policiacos reprobados, a ninguno, mientras que su antecesor Luis Walton liquidó a 403 policías que no pasaron los exámenes de control y confianza y no permitió que desempeñaran la función los otros 667 pendientes de liquidar.
Esta liquidación implicó una erogación de casi 61 millones de pesos por parte de la administración pasada que presidió Luis Walton, producto de economías y el buen manejo administrativo, en cambio Evodio Velázquez no ha dispuesto ni un solo peso para liquidar a los policías reprobados, no sólo por los gastos excesivos de su gobierno, sino porque no tiene interés, por negligencia o complicidades, en poner orden en la policía municipal.
Mientras no se depure la policía municipal seguirán los problemas delictivos en Acapulco. Por el colapso de la seguridad pública provocada en gran parte por las complicidades de Evodio Velázquez con una policía infiltrada por la delincuencia, los ciudadanos comienzan a hacerse justicia por propia mano, o a defenderse de asaltos y extorsiones.
De igual manera, dirigentes de la Canaco anunciaron que 400 de sus agremiados están dispuestos a armarse y algunos taxistas han repelido agresiones con armas en el puerto. Incluso el médico que en defensa propia mató a un sujeto que trató de extorsionarlo suscitó apoyo en redes sociales.
En Chilpancingo por su parte la Coparmex y la Canaco han convocado a una movilización ciudadana pacífica en donde, a decir de la invitación, la actividad consta de un programa en el que participarán víctimas de la violencia; miembros de distintas iglesias, se darán testimonios, se colocará un moño negro y una corona de flores en la estela Bicentenario. Le han llamado “2 horas de luto por Chilpancingo”.
La convocatoria la hicieron para este miércoles 13 de julio en la Alameda Granados Maldonado en donde el silencio será el mensaje para que la autoridad lo interprete.
El reclamo será generalizado a todos los niveles de gobierno y a nadie en particular, según lo dio a conocer el presidente de la Coparmex. Los organizadores del evento han llamado ESQUELA-INVITACIÓN a la imagen promocional del evento y han confirmado la presencia de medios de comunicación nacionales e internacionales como CBS Londres y CNN.
Evidentemente en un Estado democrático de derecho nadie debe hacerse justicia por propia mano, y las instituciones están obligadas a brindar seguridad a la población. Esa es la principal función de un gobierno proteger a la población en sus vidas y en su patrimonio. Evidentemente que cuando un gobierno no cumple esa función pierde el respaldo social y niega su razón de ser.
Esperamos que estas expresiones ciudadanas de protesta y reflexión como la jornada de Chilpancingo o lo que acontece en Acapulco puedan motivar un cambio en la conducta de la autoridad y tomar cartas en el asunto.
Desafortunadamente, en el caso de Acapulco el problema es más complejo porque el cáncer de la inseguridad está adentro de la institución y el alcalde Evodio Velázquez es parte del problema de la inseguridad, no de su solución.
Moraleja: Cuando un gobernante pacta con la delincuencia queda maniatado para cumplir su función y le sirve a los criminales y no a los ciudadanos. El cambio sólo puede provenir de quién le restituya al gobierno la autoridad política y moral para aplicar la ley y brindar protección a la población.
*El autor es coordinador de la Fracción Parlamentaria de Movimiento Ciudadano en el Congreso del Estado.