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CIUDAD DE MÉXICO, 4 de febrero de 2017.- Gloria Soldevila, responsable del Laboratorio Nacional de Citometría de Flujo (Labnalcit), con sede en Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, explica que en el estudio del cáncer lo novedoso está en ver a las células malignas más allá del tumor y determinar cómo se establece la comunicación celular a distancia.
El último Informe Mundial del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se añade en un comunicado, señala que en 2012 se registraron 8.2 millones de nuevos casos de esa enfermedad, y se estima que esa cifra subirá a 22 millones anuales en las próximas dos décadas. Los cánceres más mortíferos son los de pulmón, estómago, hígado, colon y mama.
Entender cómo funciona ese padecimiento es un reto para la ciencia, pues las células tumorales atacan no sólo de forma directa, sino a través de liberar los llamados exosomas, ‘trocitos’ de células o microvesículas que miden de 20 a 200 nanómetros, que según una investigación de este instituto de la UNAM (sobre cáncer de mama y colon), podrían afectar las células del sistema inmune que intentan combatirlo.
Al parecer, esas microvesículas también tienen un papel relevante al llevar la información de las células malignas a otros sitios, contribuyendo así a la dispersión del cáncer en otras partes del cuerpo, es decir, a la metástasis.
Ver a las células malignas más allá del tumor y determinar cómo se establece la comunicación celular a distancia es lo que preocupa, reiteró la científica, porque la gente muere sobre todo debido a la metástasis, “y si podemos ver qué llevan las microvesículas e intentamos pararlo podremos, a futuro, bloquear el surgimiento de nuevos tumores. Ése es nuestro objetivo a largo plazo”.
El IIBm cuenta también con un proyecto institucional de cáncer de mama, en el que participan varios investigadores de esa dependencia. Entre otros estudios se intenta evaluar el efecto de la obesidad en la progresión de aquel padecimiento.
“Sabemos que hay gran prevalencia de mujeres obesas que presentan la enfermedad, pero no se conoce bien el mecanismo a través del cual la obesidad puede promover el cáncer”. Una de las propuestas que se estudia, con apoyo del programa Fronteras de la Ciencia del Conacyt, es que los adipocitos –células del tejido graso– podrían, a través de las microvesículas que secretan, modificar el microambiente del tumor.
Soldevila explicó que un tumor no se forma sólo de células malignas que crecen de forma descontrolada, sino que alrededor hay otras que modulan su función, como las del sistema inmune que intentan combatirlas, o las del tejido adiposo propiamente.
Saber cómo interaccionan los tipos celulares presentes en el nicho tumoral es fundamental para saber lo que le ocurrirá al paciente y, a futuro, predecir si tiene o no más probabilidad de metástasis. Para hacer estos novedosos estudios, y otros como los de genética, los equipos de vanguardia del LABNALCIT son valiosos, añadió en el marco de la celebración del Día Mundial contra el Cáncer, que se conmemora el 4 de febrero.
En el laboratorio de Soldevila han visto en resultados preliminares que al purificar microvesículas de las células de cáncer de mama y colon, y colocarlas encima de células endoteliales –las que rodean a los vasos sanguíneos–, éstas dejan de crecer de manera ‘plana’ y comienzan a formar ‘vasos’.
Significa que las vesículas podrían tener potencial angiogénico (de formación de vasos sanguíneos nuevos), lo que resultaría fundamental para que una célula tumoral ‘escape’ y haga metástasis en otro lugar, señaló la experta.
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