El agua, un derecho del pueblo
La ignominiosa contracultura
Las ciudades y puertos turísticos requieren de festivales que los promocionen: aparecer en los medios, con gráficas y videos que muestren al mundo entero su belleza urbana y los paisajes que la naturaleza les otorgó. Si es destino de playa, como es el caso de Acapulco, Cancún, Puerto Vallarta…el cálido y bello ámbito tropical; la alegría de los colores marinos; si es una ciudad retirada de la costa, como la Ciudad de México, Guadalajara, Oaxaca…el trazo urbano, el orden vial, sus monumentos, museos y el arte arquitectónico. No se puede mantener inactiva la promoción. Hay que invitar al turismo, e incluso ir por él.
Cannes, en la Costa Azul francesa, en 1946, estableció su festival internacional de cine como medio de promoción; Venecia el6 de agosto de 1932, como parte de la XVIII Bienal, instituyó “La mostra”, el festival de cine más antiguo y prestigiado del llamado séptimo arte. Curiosamente la primera película que se proyectó en el festival fue “Dr. Jekyll and Mr. Hyde”, del cineasta estadounidense de origen armenio Rouben Mamoulian, que tres años antes, dirigiera , junto con George Gershwin, la célebre producción musical “Porgy and Bess”. El Berlin de la post guerraenriqueció su promoción en 1950 con elfestival de cine conocido como “Berlinale. Su primera película en concurso fue “Rebeca”, de Alfred Hitchcock, asistiendo la estrella de la cinta, Joan Fontaine. De una ciudad devastada años antes por las bombas aliadas, reconstruida por el Plan Marshall, surge la “Berlinale” para mostrarle al mundo que la antigua capital prusiana resurgía como el ave Fénix y estaba lista para recibir turistas en un mundo de paz y de buena voluntad.
Acapulco no se quedó atrás, y a finales de los años 50 fue sede de la Reseña Mundial de los Festivales Cinematográficos, conocido como el “Festival de los Festivales”, que se llevó a cabo hasta 1967, pues se suspendió luego del trágico 2 de octubre de 1968, cuando el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz asesinó a un número no determinado de estudiantes que se manifestaba en la Plaza de las tres culturas (Tlatelolco) de la Ciudad de México. Los nueve años de las Reseñas colocaron a Acapulco como el principal centro turístico del país.
Es la ley del mundo turístico. Invitar a ser visitado, que la derrama económica de dicha actividad irrigue todos los ámbitos. España, durante los largos años del franquismo prácticamente vivió del turismo, como Francia e Italia, finalizada la pesadilla negra de la II Guerra Mundial.
Pues bien:
En un Acapulco a la baja, se cambió la estrategia. No promover más por medio del arte y de la cultura. A Félix Salgado, alcalde de Acapulco de 2005 al 2008, y que gusta del motociclismo, se le ocurrió autorizar el “festival” del “Acamoto”: diez mil motociclistas, cada uno con su pareja, haciendo desmanes en un sector de la avenida Costera Miguel Alemán, la célebre “Costera” de fama internacional.
Los sucesores de Félix Salgado continuaron “con la promoción turística” de las motocicletas: “Los nacidos para perder” ¡como nuestros principales clientes y promotores!
Evodio Velázquez, el actual alcalde acapulqueño, siguió con la apuesta absurda.
Año con año, las hordas de motociclistas nos visitan. Sí, llenan los hoteles, bares y restaurantes, pero tiñen de sangre nuestras calles, pues alcoholizados se accidentas dejando un saldo de al menos dos muertos y docenas de heridos.
Es cuestión de miras, unas altas y otras bajas. Antes se veía hacia arriba, hacia al arte y la cultura. Hoy se mira hacia abajo, hacia el libertinaje de miles de motociclistas ebrios y drogados. Es decir, hacia la ignominiosa contracultura.