Teléfono rojo
Dios no juega a los dados
Acapulco, en cada temporada de lluvias, en especial cuando una tormenta tropical se acerca o entra a tierra firme, suele haber desgracias, como cuando Pauline, Ingrid y Manuel”, que provocaron avenidas fuertes que arrastraron grava, lodo, etc.
El peligro se intensifica por los siguientes motivos:
1.- La autoridad municipal concedió y sigue concediendo licencia para la construcción de unidades habitacionales sobre humedales y en las riberas de los arroyos y lagunas.
2.- Deficiente atención de los cauces, que no son limpiados antes de los chaparrones.
3.- Desatención para las presas gavión, construidas hace un poco más de cuarenta años a media altura de los cerros que forman el mal llamado anfiteatro de la ciudad” y que son unas rejillas metálicas que durante los aguaceros contienen ramas, basura y lodos y que deben ser saneados, como los cauces, antes de la primera lluvia, para evitar que la suciedad llegue a la zona urbana.
4.- Incapacidad del ayuntamiento para reubicar a quienes viven en las orillas de los arroyos y lagunas, ya sea por falta de recursos económicos o simplemente por confiar en demasía en la suerte.
Sobre esto último, el presidente municipal, Evodio Velázquez Aguirre, no debe soslayar la posibilidad de una tragedia, como la del 9 de octubre de 1967, cuando las lluvias que trajo el huracán Pauline provocaron torrenciales que causaron la muerte de cientos de acapulqueños.
El entonces alcalde, Juan Salgado Tenorio, fue obligado a solicitar licencia, por dos razones:
1.-No estructuró bien la dirección de Protección Civil, que ocupaba un pequeño local y no tenía recursos técnicos y personal capacitado, desprotegiendo así a la población.
2.-El licenciado Juan Salgado Tenorio se presentó en las zonas de desastre 24 horas después de la tragedia. Cuando lo hizo, ya estaba allí el presidente Ernesto Zedillo, quien pala en mano ayudaba a las brigadas de rescate a retirar arena y lodo en busca de sobrevivientes.
El presidente Zedillo, se dijo entonces, ordenó al Estado Mayor Presidencial que no permitieran que se acercara a él un alcalde irresponsable, al que hay mantener muy lejos.
Merecida o inmerecida la defenestración de Salgado Tenorio, que quizá fue víctima de las circunstancias, debe estar presente en los actuales gobernantes.
Hay que evitar las desgracias, cueste lo que cueste, pues la vida de los ciudadanos no tiene precio.
Y no vemos, francamente, que la dirección de Protección Civil despliegue actividades que no sean relacionadas con los Bomberos y los salvavidas de las playas.
Sí, han limpiado los cauces, pero no lo han hecho a conciencia, así lo hemos constatado en el cauce del Río del Camarón, en la Colonia Progreso, recientemente, donde hay basura y arbustos sobre el lecho. Lo mismo vimos en el Río de La Garita, e ignoramos cómo esté el Río de Aguas Blancas (La Fábrica, le dicen), pues está cubierto por la Vía Rápida.
No hay que confiar en la suerte y recordemos lo que un día dijo Albert Einstein: Dios no juega a los dados.