México ante su mayor amenaza
El regreso a la paz social
Hace unos años, inmerso ya el principal centro turístico del estado de Guerrero en la vorágine de la inseguridad (…tres, cuatro, cinco o más “ejecuciones diarias), a los acapulqueños, especialmente a los periodistas, nos pidieron “hablar bien de Acapulco” para no ahuyentar a los turistas, idea surgida de un empresario cabaretero (“discoteca” les llaman, en un eufemismo que no alcanza para encubrir a lo más negro de ese tipo de negocios que tienen un pie en la ilegalidad y el otro en el ámbito “social” en donde se codean con funcionarios públicos y empresarios poco escrupulosos), que enseguida fue apoyada por el sector empresarial, y obvio por el sector público, en donde se incluye a los gobernantes incapaces de brindar a sus gobernados la seguridad a la que tenemos derecho; gobernantes protegidos por los guaruras cuyos salarios se cubren del erario, es decir, de los impuestos de los indefensos ciudadanos.
Por mi parte, publiqué en Hontanar que yo no podía hablar bien de lo que estaba mal: por todo Acapulco el llamado “crimen organizado” ejecutaba a los miembros de otros grupos delincuenciales y a los pequeños comerciantes que no les pagaban la cuota. “Sería tapar el sol con un dedo”, escribí , “una tontería”.
Los cientos de soldados, marinos y policías locales que vigilan la ciudad y puerto, eran, siguen y seguirán siendo incapaces de devolvernos la paz social y el derecho que tenemos de transitar por las calles sin el temor de que en una balacera seamos parte de “los daños colaterales” como estúpidamente dijo cuando fue presidente Felipe Calderón Hinojosa. Los acapulqueños, como los chilpancingueños, chilapeños y etcétera , seguimos en la vorágine, y la reciente ley federal de seguridad no será suficiente hasta que los funcionarios públicos dejen de ser cómplices de los capos, los policías en sus tres niveles de gobierno no sean empleados de los grupos delincuenciales y las fuerzas armadas “dejen de ver para no mirar nada”.
Hablar bien de Acapulco es imposible, al menos para la gente responsable, y para el ciudadano que realmente quiera a esta ciudad.
En unos cuantos meses más habrá elecciones para renovar los ayuntamientos guerrerenses, y en las campañas políticas, saldrá a “relucir” este tema, por ello, los partidos políticos deben escoger a candidatos que sean ajenos al llamado “crimen organizado”.
Es más, los candidatos deben estar dispuestos a combatir a la delincuencia, a hacer frente a los enemigos de la sociedad.
Si tienen miedo, mejor no participen como candidatos, pues el electorado acudirá a las urnas para votar por quien como promesa de campaña cuando menos intentará combatir al crimen y regresarnos a la paz social que no hace mucho disfrutábamos.