Corrupción neoliberal
Todo es cuestión de lunares y manchas
Dice el clásico que “En la guerra y en el amor, todo se vale”, y como la política electoral es una guerra, las cochinadas están a la orden del día.
Se dice que el presidente Enrique Peña Nieto y las cabezas de los poderes fácticos afines al PRI, escogieron como candidato presidencial a José Antonio Meade Kuribreña porque no tiene un pasado-presente de corrupción. Como se dice en los medios policiacos “está limpio”, lo que le da una gran ventaja en materia de prestigio sobre Andrés Manuel López Obrador (Morena-PES-PT) y Ricardo Anaya (PAN-PRD y MC), pero la impopularidad del actual presidente y los viejos descréditos del PRI le afectan sobre manera
Claro que el doctor Meade no es un santo, y como dice la canción de Álvaro Carrillo: “Como quien lleva un lunar/ todos podemos una mancha llevar,/ en este mundo tan profano,/ quien muere limpio no ha sido humano”. Pero tal parece que el lunar alvariano del candidato priista es minúsculo, tan pequeño e insignificante que sus adversarios no lo encuentran ni usando una lupa.
No así con Ricardo Anaya, cuyas manchas vituperables crecen día a día, lo que tiene inquietos a los dirigentes de los partidos que forman el Frente por México, que ya piensan con sustituirlo.
Hay encuestas recién publicadas en las que el panista ha perdido puntos. En unas, el candidato priista, José Antonio Meade, está por alcanzar a Anaya, es decir, desbancarlo del segundo lugar. Hay unas que de plano ya lo ubican unos cuantos puntos debajo de Andrés Manuel López Obrador, hasta ahora, el indiscutible primer lugar, pero las compañías encuestadoras que elaboraron y publicaron dichos sondeos o son desconocidas o no tienen credibilidad.
Seguramente, los tres debates programados por el INE suscitarán cambios en las preferencias electorales. Hay que esperar al día siguiente del tercer y último debate para creer en las encuestas, pues las actuales, como dice Roy Campos, son sólo una fotografía del día.
Todo cambiará en relación a los lunares. El más pecoso puede darse por vencido. México está ávido de gobernantes moralmente bien estructurados. La ciudadanía abomina la corrupción, y el 1 de julio lo veremos.
Andrés Manuel López Obrador, el puntero, de Morena, PES y PT, está haciendo todo lo que está a su alcance para perder las elecciones. Premiar con candidaturas plurinominales al senado a Napoleón Gómez Urrutia, presunto defraudador (55 mdd), prototipo de la corrupción sindical en México, y a Nestora Salgado, comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, presa por secuestro y extorsión, puesta en libertad por un juez por haber violado el ministerio público el debido proceso al no comunicar al consulado estadounidense su detención, pues tiene doble nacionalidad.
Andrés Manuel López Obrador presume, como Salvador Díaz Mirón en su poema “A Gloria”: “Hay aves que cruzan el pantano y no se manchan, mi plumaje es de esos”.
Que no se confíe Andrés Manuel. El cieno hediondo que salpicarán las corruptelas de algunos de sus candidatos a legisladores, gobernadores y munícipes, podrían manchar su plumaje.
Porque todo es cuestión de lunares y manchas.