Sin mucho ruido
Si de verdad somos más los buenos…
(Primera de dos partes)
Este lunes, el gobernador Héctor Astudillo Flores reconoció que “los tiempos no han sido nada sencillos, hemos vivido muchas embestidas” de violencia en Guerrero, en referencia al asesinato de dos personas el domingo en Acapulco. Sin embargo, confió en que los guerrerenses podrán superar la amenaza porque “somos más los buenos y con el trabajo de mucha gente que trabaja todos los días, que se empeña por hacer las cosas bien”.
Unidad y confianza, parecen ser claves para el gobernador y para tantos que decimos, pensamos y queremos creer lo mismo: “somos más los buenos”. Tristemente, “los malos”, muchos o pocos, han logrado convencernos de hacer justamente lo contrario: dividirnos y desconfiar de todo.
Para Javier Horacio Contreras Orozco, director de El Heraldo de Chihuahua, el problema es que “el narcotráfico ha secuestrado el lenguaje e impuesto conceptos, lo que ha modificado el entramado político, económico, social y cultural de México; ya no es sólo un mero problema policiaco, debido a que sus repercusiones han estado emergiendo al adaptarse estilos de vida y concepciones diferentes de la vida y la muerte”.
En mayo de 2015, al participar en un encuentro nacional de filosofía, con la conferencia ‘El miedo es el mensaje. El narco-lenguaje de la violencia’, el periodista advirtió que uno de los ejes principales de la estrategia de los cárteles contra el Estado mexicano eran las narco-mantas.
“Cuando el conquistador lograba su objetivo imponía su lenguaje, es una forma de dominio. Bajo esta premisa, los delincuentes empezaron a crear sus boletines de prensa con las famosas narco-mantas”, sostuvo.
En este sentido, el también licenciado en Filosofía y doctor en Comunicación de la Universidad de la Laguna Tenerife, España, refirió que “el Cártel de Juárez fue el pionero. La estrategia era que colocaban la manta, hablaban a los medios de comunicación para que tomaran las fotos y al cerciorarse que las fotos se habían tomado llegaba la policía para retirarla. Lo importante era que los medios de comunicación lo captaran para que los reprodujeran, es decir, se convierten en los voceros del crimen organizado. Las narco-mantas buscan una justificación ante la sociedad; para los cárteles, marcar territorios amedrentar o denunciar y para gobierno, amenazar o descalificar”.
En este sentido, señaló que “los medios de comunicación han sido rehenes de una estrategia de comunicación perversa de las bandas de criminales, han sido utilizados como voceros, adjudicando mensajes y contenidos que les afectan o desacreditan para explotar el sensacionalismo y morbo. Si bien no es una acción intencional, sí ha resultado dañina para la sociedad”.
Es fácil hacer un recuento de la gravedad de los daños. A gran parte de la sociedad, unidad y confianza les parecen imposibles, propósitos ingenuos con más perjuicio que beneficio.
No les falta razón. Sobran motivos para la sospecha, el pesimismo y la incredulidad. ‘Piensa mal y acertarás’, reza el dicho y sugiere el sentido común. El narco ha infiltrado y corrompido políticos y partidos, gobiernos y gobernantes, bancos y empresarios, deportistas y músicos, jóvenes y sacerdotes.
Y cómo no, si el origen de la desconfianza es el miedo.
A malas experiencias. La mentira y la traición son parte de una ley universal y que todas las personas son iguales. “Todos los abogados son transas”, “todos los hombres son infieles”, “todos los políticos son corruptos”. Y nos protegemos desconfiando de todo y de todos.
Al dolor. Los desconfiados huyen del dolor, no quiere que le hagan daño. Y en ciertas dosis, la desconfianza tiene una función adaptativa, evitar el peligro. Pero peligros evidentes, no todo lo que pueda sacarnos de nuestra zona de confort.
Y por supuesto, el más compartido, cotidiano e intenso, miedo a la violencia, a la muerte, a la desaparición. Ese miedo que los narcos entienden y explotan tan bien. Por eso empezaron a controlar los medios, las redes sociales y el rumor, por el miedo que generan. De pronto, lamenta Contreras Orozco, “el prefijo ‘narco’ servía para definir, distinguir, etiquetar y desacreditar algo; se ha disparado. Para el narco es un avance y por ello se empezó a secuestrar el lenguaje”.
Al final de su conferencia, el director de El Heraldo de Chihuahua dijo que la violencia en los medios es el espejo, el morbo y la fascinación. “Hay una fascinación del hombre por la violencia”. Por ello, destacó la necesidad de “usar el lenguaje correcto en los medios de comunicación, que se eliminen los conceptos que el narco ha introducido; es decir un ‘sicario’ no es más que un asesino y así es como debe de llamársele. Contra la estrategia de comunicación que ha desplegado el narco, los medios deben tener una estrategia precisa para recuperar el espacio, la sociedad y la legalidad”.
Porque, para demostrar de veras que “somos más los buenos”, debemos recuperar la unidad y la confianza que perdimos sin darnos cuenta.