Corrupción neoliberal
El equilibrio social
Reconciliar es volver a la amistad, o atraer y acordar los ánimos desunidos, y a partir del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, el llamado a la reconciliación nacional es unánime, invocación que hay que escuchar y atender por el bien del país, cuya concordia es una exigencia inexcusable.
AMLO gobernará la República siendo su partido, Morena, la mayoría en el Congreso. Ejercerá legítimamente el poder absoluto, que de acuerdo con el dictum de Lord Acton, el historiador inglés que vivió en el siglo antepasado, “…corrompe absolutamente”. Por consiguiente, una oposición responsable fortalecería nuestra democracia, convirtiéndose en un contrapeso que impida cualquier acción que tienda a reinstalar la dictadura de partido que imperó durante siete décadas del siglo XX.
Para que la oposición legislativa sea responsable el Poder Ejecutivo también tiene que serlo. Cualquier abuso de ese “poder absoluto” pondría en riesgo la estabilidad del país.
Y si algunos de los legisladores en lugar de ser opositores responsables se convierten en diputados y senadores obsecuentes, dicha sumisión ante el Poder Ejecutivo en nada abonará a la reconciliación nacional y en mucho al descrédito del Poder Legislativo. Se volvería a los tiempos de la “cargada”, a la fase escatológica de la antidemocracia. Involucionaríamos cuando estamos urgidos de evolucionar.
Sin duda alguna, la etapa más hermosa del México Independiente es la Reforma. En esa época, los diputados fueron el contrapeso para el Ejecutivo, y la Constitución de 1857 la fuente del poder de aquellos legisladores. Hasta Benito Juárez tuvo que ceder ante la razón y el patriotismo de los diputados liberales de oposición, cuando el Benemérito se excedía en el uso de sus facultades.
Que el conocimiento de nuestra historia y de ese pasaje al que nos referimos, sea la inspiración de los legisladores de Morena y de los partidos de oposición.
Bienvenida la Reconciliación Nacional, pero no el absolutismo.
Andrés Manuel López Obrador tiene que ser un hombre de este tiempo, en el que no caben los gobiernos autoritarios.
La base del federalismo es la división de poderes, y un Legislativo mayoritariamente compuesto por miembros del partido político del Ejecutivo, no los divide y sí se contrapone con esa doctrina. Algo se tiene que hacer al respecto, y quizá el ambiente positivo de la Reconciliación Nacional concite a los legisladores de todos los partidos, incluyendo a los de Morena, a estar al servicio del País y no del Presidente, y esto implica la responsabilidad de ser un contrapeso para lograr el equilibrio de las fuerzas sociales fortaleciendo así nuestra democracia.