Hoja verde
Primero los servicios públicos y la seguridad…
Andrés Manuel López Obrador, triunfador indiscutible en las elecciones pasadas y por lo tanto virtual presidente electo, ha hecho pública su forma muy particular de gobernar, que no ha gustado a muchos que lo consideran o muy difícil de trasladar a la realidad o muy riesgoso. Esto último implica “aventura” y “peligro”, pues entraña contingencia o algo que puede suceder o no suceder.
Llevar las sedes de las secretarías de despacho a las capitales de los estados, no lo creen posible en seis años. Si fuera un proyecto a mediano plazo (12 años) disminuiría los riesgos y dejaría de ser una aventura peligrosa al convertirse en un plan bien elaborado, lo que haría posible primero dotar de servicios urbanos a las ciudades sin infraestructura para después recibir diez mil familias.
Chilpancingo es una de esas ciudades.
Designada por el próximo presidente de la República como sede de la Secretaría de Salud (federal), en la ciudad capital del Estado de Guerrero hay desde hace más de una década escasez de vivienda, lo que ha aumentado considerablemente el costo de las rentas y el valor de los terrenos para fincar, así el costo de las casas-habitación, que está por las nubes.
Los habitantes de Chilpancingo carecen de suficiente agua potable, y se ven obligados a comprar pipas de agua para llenar sus tinacos o aljibes. El servicio de recolección de basura es deficiente, y el único río que cruza la ciudad, el Huacapa, recibe descargas de aguas negras.
Es además, una ciudad muy peligrosa. Promedia tres “ejecuciones” diarias consumadas por el “crimen organizado” que campea en la capital guerrerense. Además de las muchas extorsiones, secuestros, cobro de cuotas y demás delitos perpetrados por dichos pandilleros.
La histórica ciudad de Chilpancingo no tiene capacidad para la admisión repentina de veinte mil (o más) niños en sus escuelas primarias y otro tanto (o más) jóvenes en sus escuelas preparatorias y de educación superior, incluyendo los planteles oficiales y particulares.
¿Verdad que es una aventura peligrosa la precipitada decisión del virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador?
Exceptuando Guadalajara y Monterrey, ninguna ciudad capital de los estados cuenta con una infraestructura suficiente para recibir súbitamente a decenas de miles de burócratas y sus familias.
La idea no es mala, pues significaría una considerable reducción en habitantes para la excesivamente poblada Ciudad de México. Hay quienes señalan que serían alrededor de dos millones y medio de chilangos los que se mudarían a sus nuevos centros de trabajo.
La antigua Ciudad de los Palacios se haría más habitable, pero no hay que precipitarse.
Primero hay que dotar de servicios a las ciudades, que como Chilpancingo, no los tienen satisfactoriamente.
Controlar o erradicar, si es posible, al “crimen organizado” que tanto daño hace a nuestra capital.
Después operar la mudanza, ¡y todos contentos!