Teléfono rojo
El primer paso de la alcaldesa
Embellecer y mejorar el entorno urbano de Acapulco es apremiante, y esa acción implica el retiro de los vendedores ambulantes, especialmente los que se apoderaron de la Plaza Álvarez, en el corazón de la ciudad.
Conlleva también otras medidas impostergables, que enseguida comentaremos
Sin ninguna planeación alguna, la antigua ciudad creció en el desorden.
En la cuarta década del siglo pasado se elaboró el primer plano regulador, pero pocas veces se respetó desde entonces. Fue corregido y aumentado varias veces, pero las autoridades municipales, ya sea por favorecer a sus amistades o por actos de corrupción, concedieron licencias de construcción sin el alineamiento del predio tal como lo marcan los planos reguladores o directores. Así muchas de las calles de la ciudad no tienen banqueta y las casas y edificios no cuentan con el espacio interior para garajes, como marca el reglamento de construcción.
Fuera de la Costera y la Zona Diamante, algunos de los fraccionamientos para las clases media y pudiente, Acapulco creció anárquicamente. En sus sectores no turísticos, es una ciudad sin gracia alguna, y esa realidad no la pueden ocultar la bahía y las playas más bellas de México.
Se dice que cuando Miguel Alemán era presidente de la República y su gobierno construía la Costera, el malecón y la avenida Escénica, ante la solicitud de las entonces llamadas “fuerzas vivas” de reordenar la antigua ciudad, expresó que saldría más barato derribarla para construir otra.
Fue una exageración la expresión del entonces presidente Miguel Alemán. Cumplir con el reglamento de construcción y paulatinamente ampliar las calles como lo indican los planos regulador y director era un buen punto de partida. Si se hubiese hecho desde entonces, hoy fuera Acapulco una urbe sin tantos problemas viales y con un aspecto exterior agradable a la vista de propios y extraños.
Nunca es tarde para empezar.
El nuevo Ayuntamiento que preside la licenciada Adela Román Ocampo al hacer respetar el reglamento de construcción para que los nuevos edificios cumplan con el alineamiento y cuenten con garajes y las calles con banquetas estaría colocando la primera piedra para la reconstrucción urbana.
La ampliación de las calles estrechas serían de acuerdo a las posibilidades económicas del municipio, y todos sabemos que la alcaldesa recibió un Ayuntamiento endeudado.
Empero, sí está a su alcance darle una maquillada al Acapulco antiguo, pintando las fachadas de las desaliñadas edificaciones, sembrando árboles y plantas de ornato; pero sobre todo haciendo “hasta lo imposible” para expulsar de la Plaza Álvarez y demás calles del corazón de la ciudad a los vendedores ambulantes.
¿Por qué no dar ese primer paso?