Teléfono rojo
Los caballos de Troya
Con la designación de Giovanni Mejía Olguín como secretario de Seguridad Pública del municipio de Acapulco, la alcaldesa Adela Román Ocampo puso en marcha la prevención de los delitos, como corresponde al ayuntamiento que preside.
Al gobierno estatal le toca investigar y aprehender a los presuntos criminales del fuero común, mientras a la Policía Federal, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, el combate a los carteles de narcotraficantes y a quienes se les designa popularmente como “la maña”, que cobra el “derecho de piso” a los comercios ambulante, semifijo y establecido.
Sólo en los 35 días que estuvo acéfala la Secretaría de Seguridad Pública municipal se registraron 80 homicidios en Acapulco, lo que confirma la gravedad del problema de la inseguridad.
Para que todo funcione correctamente, se tiene que actuar bajo una estricta coordinación, como un equipo unificado con el objetivo común de volver a hacer a Acapulco una ciudad y un municipio tranquilos, seguros tanto para sus habitantes como para sus visitantes.
Y en este objetivo, Giovanni Mejía Olguín, el nuevo secretario de Seguridad Pública, es una pieza muy importante, por lo que esperamos que la Mtra. Adela Román Ocampo, haya acertado con la designación del nuevo funcionario municipal.
En la sesión de cabildo de la toma de protesta de Ley, al dialogar con algunos regidores, declaró ser acapulqueño, oficial segundo de la Policía Federal Preventiva, y que buscó la designación por parte de la alcaldesa pues tiene el interés de trabajar por su ciudad natal; que está consciente de que es una labor sumamente peligrosa, pero que está dispuesto a correr el riego, “por Acapulco”.
Y ese riego es mayor, de grandes proporciones, digamos, mastodóntico.
Sin embargo, si el secretario está en verdad dispuesto a enfrentar a tal monstruo, debe ordenar sus pasos. El primero debe apuntar hacia lo que se conoce como la “limpieza de la casa”.
La inmensa mayoría de los elementos policiacos, incluyendo a los agentes de Tránsito Municipal, están manchados por la corrupción, y dicha polución no los hace confiables. De continuar trabajando serían muchos los caballos de Troya que la delincuencia tendrían a su favor para apoderarse una vez más de la Secretaría de Seguridad Pública.
Una serie de pasos, ordenados, consensuados con quienes se tiene que tomar acuerdos, es de esperarse de Giovanni Mejía Olguín.
La gravedad del problema obliga a una coordinación que refleje la acción responsable de los tres niveles de gobierno, en donde los partidos y la llamada “geometría política” pasen a un segundo plano: se trata de salvar a Acapulco de la inseguridad, como la vía más rápida para reconvertirlo en uno de los principales centros turísticos del país.