Teléfono rojo
Test del buen ciudadano
¿Cómo deben ser los mexicanos que queremos formar?, es la respuesta que necesitamos para mejorar la calidad de la educación, pero también para mejorar la calidad de los ciudadanos del mañana.
Porque independientemente del éxito o fracaso de la Cuarta Transformación, el futuro de la democracia mexicana no depende de un presidente y su proyecto político, sino de una ciudadanía libre, participativa, responsable e informada, capaz de ejercer y defender sus derechos, que participe activamente en la vida social, económica y política de México.
La mayoría de los estudios y opiniones coinciden en que el buen ciudadano: tiene esas características. De bote pronto, la currícula necesaria no suena tan lejana de los valores promedio de nuestra ciudadanía.
Nomás pa’ tantear la neta nuestra, os convoco en buen plan y aquí entre nos, a releer juntos las anteriores, pero ahora como test de revista de moda, y luego nos confesamos el resultado.
Van de nuez, con mas detalle y sustento.
Tiene identidad.
Conoce la historia del lugar donde vive, pues le sirve para sentirse identificado.
Está informado.
Las decisiones políticas, económicas, sociales y culturales son tomadas por gobernantes, pero también pueden serlo por colectivos ciudadanos bien informados.
Es crítico.
Actualmente se puede tener acceso a mucha información y una amplia diversidad de opiniones. Un buen ciudadano analiza esa información, exigiendo pruebas y argumentos.
Participa.
Estar informado y ser analítico obliga a no permanecer pasivo. El buen ciudadano comparte sus saberes con los demás y toma parte de acciones que sirven a la comunidad.
Se rebela.
Indignarse ante la arbitrariedad es una de las características más importantes de un buen ciudadano. Si se tienen claras las reglas del juego y estas se incumplen sin justificación, es obligación oponerse a ello. No se trata de recurrir a las vías de hecho sino a las de derecho o mejor, a las institucionales.
Es ético.
La moral es una cuestión complicada. Los narcotraficantes, por ejemplo, trastocaron valores como la amistad, el honor y la honestidad. En nombre de ellos asesinaron a cientos de personas. Por eso, es importante identificar los valores que son reconocidos por todos y después seguirlos al pie de la letra.
Rechaza la violencia.
La ciudadanía se erige sobre un contexto de legalidad, por lo que todas las acciones de un buen ciudadano se desarrollan de forma pacífica. Además, un buen ciudadano rechaza la violencia ejercida por otros, denunciando los casos de los que es testigo y ayudando a las víctimas.
Vela por el bien público.
Sus conocimientos, su posibilidad de participar, de rebelarse ante las arbitrariedades, lo obligan a buscar el bien público sobre el particular. De igual forma, vela por el bienestar de los más débiles.
Ahora cuenten sus buenas y sus malas.
‘Bájale dos rayitas’, dirán seguro más de tres. ‘Esto es México carnal, no es Suecia. Acá las reglas de la moral y la ética ciudadana son como la política, más flexibles y discrecionales. Ubícate’, agregarán con razón y sin razón.
Con razón, porque es verdad, la lista no se pensó en ni para México. Sin ella, porque no es sueca, y sí de un lugar más cercano y parecido a nuestra intensa y cruenta tierra: Colombia.
Durante el Foro Nacional Competencias Ciudadanas realizado en Medellín, Colombia, en octubre de ¡2004!, docentes y estudiantes de ese país presentaron 120 experiencias educativas que “mostraron que esos ingredientes son parte de la fórmula para hacer buenos ciudadanos”.
Como mexicano, pensar así puede parecer naive, pretencioso y hasta cursi, pero me tienta, convence y anima más eso, que acostumbrarme a la anormalidad y la incivilidad ciudadana, y mentar madres a diestra y siniestra en las redes sociales.
Distinguir lo bueno de lo malo no es difícil, el verdadero dilema es decidir y actuar bien.