Sin mucho ruido
Cerrar la puerta al diálogo con autodefensas
En días recientes se discutió si el gobierno federal a través de la Secretaría de Gobernación, debe dialogar o no con las policías comunitarias que actúan en varias entidades de la República.
La ausencia de un criterio para atender la actuación de un fenómeno social como las autodefensas, presente ya en varias entidades, llevó a desencuentros entre el presidente López Obrador y el subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta, que llevaron a la tajante cancelación del diálogo por orden del Primer Mandatario.
La indefinición, los vacíos, la ausencia del diálogo, no pueden ser parte de una estrategia de ningún gobierno, aún tratándose de un renglón tan delicado como la seguridad pública. Menos aún del gobierno federal, en quien recae la estrategia madre de seguridad para pacificar el país, aunque hasta ahora, todo le está saliendo mal en esta materia.
Si se reconoce que los movimientos de autodefensa no tienen todos las mismas características, entonces será claro que no deben ser descalificados, tampoco avalados, ni medidos con el mismo rasero. Hasta donde se sabe, hay policías comunitarias buenas y malas. Diferenciarlas es toda una tarea, pero cerrando la puerta al diálogo, retarda el proceso.
Es innegable la complejidad que rodea a la actuación de las policías comunitarias o autodefensas, por las lagunas jurídicas que regulan su actuación, por la presunción de que algunas forma parte de la delincuencia organizada, pero sobre todo, por la manifiesta incapacidad del Estado Mexicano para brindar seguridad en el territorio del país.
No basta con el mandato constitucional que otorga al Estado mexicano la responsabilidad de dar seguridad a los y las mexicanos, demostrado está que el modelo de seguridad no funciona.
La estrategia del gobierno federal no se agota con el envío de la Guardia Nacional a las entidades y municipios, a diez meses que el Gobierno de la República asumiera el mando, y la violencia aumentó en México en el primer semestre del año. Datos oficiales calculan los homicidios de junio en 2.560, la cifra más alta para un solo mes en la historia reciente.
Lo ha dicho el Presidente: la violencia no se puede combatir con más violencia. Y si la Guardia Nacional no es por sí misma la solución de este grave problema, se deben explorar todas las vías para atender las causas que generan la violencia, así como acciones efectivas para prevenirla, y combatirla…
Por eso no fue prudente ni inteligente desechar la vía del diálogo, ya sea para incorporar a las comunitarias a una estrategia de seguridad a través de un marco normativo, o ya sea para que abandonen las armas. Pero cualquier decisión se debe desahogarse de manera ordenada, pactada.
Y mientras no se tomen las decisiones la violencia sigue, las víctimas se acumulan.
Con justificada razón se levantan voces para que se retome el camino del diálogo, el interés de pacificar al país bien lo vale.
Y esa deseable transición de fuerzas armadas que actúan al margen de la ley como son consideradas, a actores sociales que se integren a la vida social, política y productiva, requiere la participación de todos los órdenes de gobierno.
Por el momento, éste, no es un asunto prioritario para el presidente López Obrador. ¿Hasta cuándo?