Teléfono rojo
Disputa por el cascarón del PRI
Que en el PRI hay clases sociales, sin duda. Sólo hay que ver la diferencia entre los perfumados gobernantes de ese partido, los representantes populares, uninominales y plurinominales, con los líderes seccionales y sus seguidores viviendo en la extrema pobreza. Aun así, en esta tóxica relación, han encontrado la simbiosis, el complemento entre dominado y dominador.
El PRI de a pie fue reunido este mediodía en la inauguración del bulevar Simón Bolívar, allá por la unidad habitacional El Colosio, que abre espacio a la circulación de vehículos y de gente en este centro de concentración poblacional que parece un hormiguero.
Allí estuvo el gobernador Héctor Astudillo hablando ante los sectores del priísmo acapulqueño, liderado por los hermanos Ricardo y Javier Taja. Una multitud morena, diferente a la que el pasado domingo reunió el senador Manuel Añorve Baños en el confort de las alfombras y el aire acondicionado y la selectividad del Mundo Imperial.
Es el priísmo y su cultura añeja de rostro social distinto que fue concentrado, llamémosle de forma respetuosa y correcta, bajo una gran carpa montada en un suelo chicloso, lodoso, por el paso de la lluvia, con música de chile frito, porras hechas por grupos organizados y uniformados y promesas de quien sabe qué.
El estudioso del comportamiento de estos sectores sociales le llamaría las fuerzas vivas del PRI, líderes seccionales, mapaches en prácticas electorales por todos conocidas: ratón loco, operación tamal y tantos adjetivos que ocupan páginas completas en la letra “c” de corrupción del diccionario electoral.
Dos concentraciones priístas en menos de siete días, con líderes y gente distinta, pero que exaltan la misma bandera política, sólo habla de una visible fractura entre los grupos hegemónicos de la ex aplanadora electoral, del ex partido único, que se disputan el control, de lo que René Juárez llamó “cascarón”.
Concepto bien acuñado y apropiado si se considera que el ahora diputado usufructuó los beneficios de una máquina bien aceitada y que daba leche en abundancia y de la que él fue uno de los mayores beneficiarios.
Pero aún hoy en épocas de vacas flacas, de elefante reumático, estos dos grupos, los añorvistas y tajistas se disputan el cascarón de lo que dejó el vendaval después del tsunami AMLO. Cascajo que sigue siendo rentable, sino no habría disputa, diría la perogrullada.
El pasado domingo, finalizado el evento añorvista en el que “el chaparrito y cabrón” mostró músculo mediático, acompañado por un robusto grupo de invitados, que fue desde el viejo PRI anquilosado que tuvo como representante al cacique del transporte y el fertilizante, el ex gobernador Rubén Figueroa Alcocer expulsado del poder por los vergonzosos hechos de Aguas Blancas; pasando por miembros de la llamada “mafia del poder”, “El Chino”, ex secretario de Gobernación peñista, el diputado Miguel Ángel Osorio Chong, hasta el priísmo recargado, y beatificado por la 4T, el morenista senador de la República, Ricardo Monreal Ávila que envió salutaciones a su compañero en la Cámara Alta.
Entre ellos, una serie de personajes de claroscuros, según los tajistas, que no tienen ninguna representación más que su cercanía con el dinero público, la industria mediática financiada, y su constitución es estar cubiertos de teflón político al que no se les adhiere el voto popular masivo.
Sin embargo, el activismo mayor de Añorve en tiempos preelectorales los mostró en el servicial Grupo ACA, siempre entregado al mejor postor, que sin sonrojo cargaron de elogios como collares de cempasúchil al cuello al político de visita al pueblo.
Le otorgaron al senador no sólo la candidatura del PRI al gobierno de Guerrero, sino también lo subieron a la hipotética tribuna y lo nombraron gobernador en su imaginario de intereses, lo vieron como en un dejavú jurando ante el Congreso.
Desde el domingo, las redes sociales en manos de los tajistas comenzaron a demeritar el evento del Mundo Imperial: “llenaron el salón con acarreados de fuera”, “los votantes los tenemos nosotros” y otras linduras que hablan de cómo están las zancadillas y chingadazos tricolores alrededor del hombre que entregará el poder en el 21 y no precisamente al PRI.
Esta mañana, la acción electoral y la movilización correspondió al tajismo, que presumió el control del voto de los que salen a buscarlo en las colonias y el medio rural olvidado por ellos mismos, el voto con la consigna “Taja Trabaja”, frente al gobernador del estado.
Sin embargo, en la corte parece que no pasa nada. Sólo murmullos y cotilleos. Guardados y resguardados esperan, otros se mueven con licencia o no, pero todos esperan hacia donde se mueve el dedo del gran elector que en silencio observa y sólo se deja halagar.