Teléfono rojo
Chile: la ruptura
Octubre, oh primavera,
devuélveme a mi pueblo.
Pablo Neruda, Poema: Cuando de Chile (1904-1973).
A partir del referéndum del 30 de julio de 1989, la unión entre democristianos y socialdemócratas en Chile se ha mantenido, el “agua y el aceite” permanecen unidos por la agitación. El agua y el aceite sí se unen, para que esto sea logrado se requiere agitar a los dos componentes y se forma una emulsión, con el tiempo si se deja la muestra en reposo, el agua y el aceite tienden a separarse, pero vaya que había agitación en Chile en 1989. Así que eso les permitió presentar una amplia alianza con Patricio Alwyn a la cabeza (demócrata cristiano); los radicales de izquierda, tenían la siguiente expresión: “Voy a votar por el PATO (Patricio) y después, me meo la mano”. Patricio Alwyn se convirtió en el primer presidente electo democráticamente después de la dictadura de Pinochet.
Desde entonces la alianza se ha mantenido, la emulsión persiste. La concertación (Democristianos y Socialdemócratas) han ganado en todas las siguientes elecciones, con Eduardo Frei Jr, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet. Salvo en dos ocasiones, que han sido derrotados por el carisma de Sebastián Piñera, hay que decir que en Chile hay reelección, pero no consecutiva, por lo que Bachelet y Piñera nunca se han enfrentado entre ellos en sus intentos reeleccionistas, porque están impedidos por ley, solamente en la primera vez que ganó Bachelet la presidencia, compitieron, fueron a segunda vuelta y ganó Bachelet con una diferencia de siete puntos, también queda demostrado que pese a que Bachelet terminó su primer período con un 80 por ciento de aprobación, el capital político no es un cheque endosable al portador, por lo que en el siguiente proceso electoral, Eduardo Frei Junior, quien ya había sido presidente, no pudo detener a Piñera, el primer candidato que ha ganado asumiéndose como de Derecha, desde 1958.
En Chile, no todo es miel sobre hojuelas, la privatización extrema (educación, salud, servicios) ha provocado la reacción adversa de la población, pese a que los indicadores nos demuestran que económicamente Chile está mejor que la mayoría de las naciones latinoamericanas, hay descontento, parte de ello se debe a que para la elección del congreso bicameral (diputados y senadores) desde 2005 a 2017, el sistema electoral estaba basado en un sistema binominal con reelección consecutiva, dejando sin representación a partidos políticos que pese a tener un porcentaje considerable de la votación nacional, no veían reflejada esa votación en la integración del congreso, dado que no tenían fuerza distrital suficiente para ganar el primero o el segundo lugar. Esto poco a poco fue provocando una inconformidad. De acuerdo al sistema de representatividad, el gobierno escoge entre tener a la oposición representada en las cámaras o manifestándose en la calle. A partir de la elección de 2018 ya se integró un sistema de representación proporcional. Hasta aquí los antecedentes políticos, que nos sirven para comprender la situación actual.
Hace más de una semana comenzaron las protestas que han sacudido a Chile. Iniciaron por un aumento de precio propuesto para los boletos de metro en la ciudad capital, Santiago, pero desde entonces se han expandido, dejando un saldo de dieciocho muertos y miles de detenidos, y revelando un descontento social entre los chilenos.
El aumento para el alza del pasaje, según expertos, se dio bajo el argumento del alza en el precio del dólar y el petróleo. Los manifestantes rechazaron un aumento del pasaje en metro, mientras el salario mínimo se mantiene en cerca de 420 dólares, si el aumento se hubiera consumado, mensualmente implicaría un gasto de 47 dólares sólo en transporte.
Las manifestaciones se hicieron violentas y hay quien piensa que hay mano negra de la izquierda radical y de los partidos políticos y gobiernos afines al Foro de Sao Paulo.
El 19 de octubre de 2019 el presidente cedió y dijo:
“Es verdad que los problemas no se han producido en los últimos días, se venían acumulando desde hace décadas. Es verdad también que los distintos gobiernos no fueron y no fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Esta situación de inequidad, de abuso, ya ha significado una expresión genuina y autentica de millones y millones de chilenos. Reconozco esta falta de visión y le pido perdón a mis compatriotas”.
La población habla de desigualdad social, carencias y la reversa de las acciones tomadas, ya no fue suficiente, tampoco una oferta de agenda social, que los manifestantes consideran como una aspirina insuficiente. Hasta ahora alrededor de veinte personas han fallecido.
En un informe reciente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dijo que la calidad de vida ha mejorado para los chilenos en las últimas décadas y que la disminución de la tasa de pobreza es mejor que la de Estados Unidos.
Pero hay un abismo entre el 10 por ciento más rico y el 10 por ciento más pobre de su población. Según la OCDE, casi un tercio de los trabajadores chilenos están empleados en trabajos informales o no permanentes, y uno de cada dos chilenos tiene poca alfabetización.
Muchos chilenos dijeron que están frustrados con el aumento de los costos de vida, los bajos salarios y lo que ven es un sistema de pensiones inadecuado. Una manifestante anónima dijo lo siguiente:
“Llevamos más de treinta años aguantando la injusticia, la desigualdad, que somos casi a nivel mundial el número uno en desigualdad. Entonces eso es lo que no queremos. Por eso estamos acá, alzando la voz”.
Es tentador concluir después de una semana de violencia que Chile está siguiendo a sus vecinos latinoamericanos en la fascinación por la ira pública y la anomia política. Pero hay que resistir esa tentación.
Los chilenos tienen motivos para estar insatisfechos. Pero un modelo económico descabellado no está entre los pecados de Chile. Pese a un crecimiento deslucido, el producto interno bruto probablemente se expandirá 2,5 por ciento este año y 3 por ciento en 2020, muy por encima del promedio regional.
La inflación es baja y el desempleo no se ha disparado (aunque la oleada de inmigrantes ha ayudado a reducir los salarios). Comparado con otras naciones latinoamericanas, Chile es un paraíso. Las manifestaciones tienden a ser menos violentas. Se habla ahora no solamente de medidas ejecutivas, se busca incluso la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente.
Un simple aumento al precio del boleto del metro provocó una movilización como no se recuerda en esa república desde los tiempos en que se luchaba contra la dictadura del general Augusto Pinochet. El gobierno, en aparente bloqueo y habiendo sacado a los militares a las calles, busca una solución, sin embargo, todo indica que la actual es una crisis estructural.
Es el momento para que todos los Chilenos, juntos, logren generar, Propuestas y Soluciones.
JLG.