Hoja verde
La salud insalubre
En Guerrero, las causas de muerte no sólo se ubican en los homicidios dolosos ni en los feminicidios. Estos no son problemas menores, pero forman parte de la gama de orígenes que explican la mortalidad en esta entidad.
También está el cáncer en sus diferentes manifestaciones, principalmente con los tumores malignos que afectan los órganos exclusivos de cada sexo: el cáncer de estómago, en el que la mortalidad masculina supera a la femenina; y el de pulmón, tráquea y bronquios, que tienen mayor incidencia en los hombres que en las mujeres.
En esta entidad suriana existe un catálogo de las 20 principales enfermedades que padecen los guerrerenses y que eventualmente podrían causar la muerte, entre ellas, la principal son las afecciones respiratorias, intestinales, urinarias, fiebres, úlceras, picaduras; en general, más de 488 mil personas las han padecido.
En Guerrero, 2.9 millones de personas acuden a los servicios de salud (95.1 por ciento del total); en la población masculina representan 94.6 y en la femenina en 95.5 puntos.
Las causas por las que la población requiere de atención hospitalaria son las enfermedades digestivas, las del sistema genito-urinario y las infecciosas y parasitarias además del embarazo, parto y puerperio.
Para la población joven la principal causa de mortalidad son los homicidios y los accidentes de transporte; en la población adulta y adulta mayor son las enfermedades cardiovasculares.
En el caso de la mortalidad infantil la causa se ubica en enfermedades diarreicas agudas, es la séptima más alta del país en los niños y la onceava en las niñas.
Entre tanto, la población que tiene entre 15 y 64 años de edad registra la mayor proporción de usuarios de servicios de salud, 54.1 por ciento los hombres y 57.2 las mujeres, respecto al total de cada sexo.
Es en los municipios de Cópala, Buenavista de Cuéllar y Cuautepec los que registran valores superiores a 90 por ciento; para los hombres se presentan en General Canuto A. Neri, Florencio Villarreal, Buenavista de Cuéllar, Cópala y Cuautepec, en un rango que va de 98.1 a 98.5 por ciento.
Por el contrario, Tlacoachistlahuaca tiene el índice más bajo de usuarios de servicios médicos, 61.7 por ciento de los hombres y 60.5 de las mujeres.
Las mujeres se internan con mayor frecuencia por problemas asociados al embarazo, parto y puerperio, enfermedades digestivas, del sistema genito-urinario, así como las infecciosas parasitarias.
Los Gobernadores iniciaron una rebelión oponiéndose a que se les quiten recursos del Seguro Popular cuando es sabido que muchos estados los usaban de caja chica y que no han hecho esfuerzo alguno por recaudar recursos propios.
La falta de autocrítica de esta rebelión los llevará a perderla. Si quieren que la rebelión funcione, deberán poner sobre la mesa alternativas que no sean solo volver a la comodidad de gastar dinero y malversarlo con absoluta impunidad.
Los gobernadores han “perdido” 71 mil millones de pesos de dinero que les fue otorgado por la federación para usar en salud desde 2005. Es decir, de acuerdo a los datos públicos de la Auditoría Superior de la Federación, no han podido comprobar en qué usaron el dinero o si lo usaron. Los recursos que irían a la compra de medicinas, equipamiento de hospitales y servicios médicos no han sido encontrados a pesar de múltiples peticiones oficiales.
Estos 71 mil millones son equiparables a prácticamente la totalidad del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos del Seguro Popular; es decir, al dinero federal disponible para atender enfermedades de alto costo.
De acuerdo a los datos públicos de la Auditoría Superior de la Federación, el dinero proviene a veces de casos abiertos desde 2005 y tan solo en 2018 hay 508 millones de pesos perdidos.
Implementar el Insabi como se hizo en 2020 fue una política pública errada que costará vidas. Pero tampoco debemos tolerar que los gobernadores digan que tenemos continuar con un sistema que les permite usar el dinero del Seguro Popular como caja chica.
El rechazo de los gobernadores al Insabi de poco sirve si no ponen sobre la mesa una alternativa ambiciosa para evitar la corrupción con la que por más de una década han usado al Seguro Popular.
La honestidad es un don valioso que no cabe en las personas baratas, diría la abuela.