El presupuesto es un laberinto
La cuarentena que viene
Un hecho irreversible es que la terrible pandemia del Covid 19 detonó una gran crisis económica, colocando al mundo ante una grave dicotomía entre salud y economía. Es indudable, primero debe ser la salud a pesar del costo económico en el corto plazo. La prospectiva de los datos obliga a valorar la importancia de actuar a tiempo de manera rápida y efectiva o los efectos en salud agravarán la crisis económica.
México es un país profundamente desigual y esa condición determina las posibilidades de poder encarar una crisis sanitaria como esta.
Desde la confirmación de los primeros contagio, surgió el oportunismo político y exigieron a López Obrador tomar determinaciones como si la estructura económica del país y la disponibilidad delos recursos del Estados fuera similar a la de otras naciones también severamente afectadas por el Covid 19 en ese momento.
En cuanto a las medidas a adoptar, en México se requieren matices y acciones muy focalizadas. Tomemos en cuanto la estructura socioeconómica del país donde 60 millones de personas viven en la informalidad económica y, en muchos casos, en niveles de sobrevivencia.
La medida de instaurar una cuarentena indiscriminada como el cierre de establecimientos comerciales, escuelas, oficinas y espacios de diferente giro plantea severas dificultadas para las personas en la informalidad económica.
Implica para millones de personas dejar de ir a trabajar o hacerlo desde casa. Pero no todos pueden cumplir con ello. Hay trabajadores por cuenta propia, comercios informales, indigentes. En suma, para quienes se encuentran en esta condición, significaría quedarse sin ingresos en el día a día.
Las fuertes medidas de cuarentena o contención social afectarán además, a pequeños comercios, tiendas de barrio, comerciantes ambulantes o vendedores callejeros, y sin embargo, los gastos seguirán corriendo, así como el pago de servicios, rentas, hipotecas, colegiaturas y, por supuesto, alimentos y medicinas.
Dispersarles recursos a través de los programas sociales solo atenúa el problema. Además se hará mediante una estructura burocrática muy impregnada por la corrupción por lo cual son mínimas las garantías de que los beneficios llegarán al destinatario.
Existen otros factores a considerar.
El hábitat de las personas en estado de marginación se caracteriza por la deficiencia en los servicios hidrosanitarios y básicamente el acceso al agua potable, muy importante en esta contingencia.
Viven en colonias donde o no cuenta con el servicio formal del vital líquido o lo tienen de manera tandeada. Tampoco disponen de sanitarios adecuados y son focos de infección.
Otro factor a considerar es el hacinamiento, viven aglomerados en cuartos cuyas dimensiones resultan mínimas y dan pie a diferentes expresiones de la violencia intrafamiliar, muy especialmente el abuso sexual y el crimen de género. Esta es una violencia brutal.
Tomemos que entre 2018 y 2019 la incidencia delictiva registró un incremento de 40 por ciento, de acuerdo con los indicadores de seguridad pública.
Se trata entonces de fenómenos expresados tanto en los hogares como en su entorno. En la franja de la pobreza, tener un espacio de vivienda no significa tener un hogar. Se carece de las condiciones de vida armónica entre los integrantes de la familia. Las conductas normalizan la violencia y las adicciones.
Otra población muy vulnerable es la discapacitada, además de la que padece enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, las insuficiencias renales, el cáncer, las reumas y atritis entre otras, en cuyas condiciones se vive una marginación adicional.
La desigualdad, la marginación y la vulnerabilidad, impediría a este grupo poblacional cumplir con las medidas restrictivas aun cuando pudiera estar de acuerdo con ellas. Son medidas muy complejas para un país cuya realidad es una desigualdad profunda.
México tiene serias limitaciones en su sistema de salud. Las autoridades en la materia se han preocupado más por defender los presupuestos que por reducir contagios. En economía y finanzas las autoridades han demorado en implementar medidas, salvo por las instrumentadas por el Banco de México para aumentar la liquidez al sistema y la CNBV para diferir el pago de deudas.
La respuesta a la crisis económica que se le exige al actual gobierno es dar subsidios al empleo para las empresas de todo tamaño, lo cual es muy populista pero no resuelve el problema.
Para ser más claro: Si la gente debe elegir entre 10 por ciento de posibilidad de morir si va a trabajar y se contagia con el Covid 19 y morirse de hambre si se queda en casa, es muy probable que opte por ir a trabajar.
Todos estos impactos sociales que está acarreando la epidemia ya empiezan a cuestionarse entre algunos colectivos que viven en la “zona roja” de la epidemia.
La evolución de estas tensiones nos llevan a escalar un escenario más complicado: sin superar la crisis sanitaria, ni la crisis económica, se empezará a detonar una crisis de seguridad nacional.
Lo importante no es el tamaño de la persona en el huracán sino el tamaño del huracán en la persona diría la abuela.