El presupuesto es un laberinto
Por Celestino Cesáreo Guzmán*
La epidemia del coronavirus, la caída de nuestra economía y los problemas de inseguridad y violencia crearon la tormenta perfecta para quienes están al frente de la administración pública en los tres órdenes de gobierno.
Muchos de estos problemas son heredados, pero hoy les toca enfrentarlos con inteligencia y estrategia, sabedores que las soluciones no son de corto plazo.
Definitivamente no es fácil caminar sobre el filo de la navaja: por una parte cuidar la salud de sus gobernados, y por otra recibir las peticiones y protestas de quienes han sido afectados por los estragos en la economía.
Aunado a esto, prevenir y diasuadir saqueos bajo el argumento de la necesidad, que quiérase o no, implica un dilema moral: “si alguien roba comida / y después da la vida, ¿qué hacer? / ¿hasta dónde debemos, practicar las verdades”, ejemplifica en Playa Girón, el cantautor cubano Silvio Rodríguez.
No bastaron las pandemias de 2009 por A1HN1, las recientes por dengue, la reaparición del sarampión, la alta incidencia de casos de diabetes y obesidad, para corregir errores en nuestros sistemas de salud.
La pandemia por Covid 19 llega en mal momento: cuando es liquidado el Seguro Popular y el Insabi aún no se consolida, y los sistemas de salud de los tres órdenes de gobierno son disfuncionales por tantas carencias que tienen.
Es de lamentar que la Secretaría de Salud (a cargo de atender los casos del Covid 19), haya registrado un gasto que apenas creció 2.5 por ciento en el primer bimestre de 2020; mientras que la Oficina de la Presidencia tuvo un gasto 66.5 por ciento mayor que en los primeros dos meses de 2019.
Hay quienes han criticado la estrategia que se ha seguido ante la pandemia del Covid-19, pero considero que los que apuestan a un fracaso, es porque no quieren a México. Hasta ahora hay buenos resultados.
Tenemos que entender que se vive una crisis que afecta a todo el mundo; pero no basta con reconocer la crisis, hay que maniobrar en ella para no colapsar como sociedad.
Si la gente no asume la parte de responsabiliad que le corresponde para frenar los contagios, la cuesta será muy pesada; hasta ahora, creo que se actúa con prudencia.
Toca a los gobiernos y a los grandes empresarios del país hacer causa común; asumir que no es un año en el que puedan sacar avantes sus proyectos de inversión (los primeros) o esperar ganancias (los segundos).
Creo que toca a ambos, asumir los costos y evitar que el río de inconformidad y zozobra desborde el ánimo social.
Los partidos políticos y los representantes populares tenemos que apretarnos el cinturón, y aportar estos recursos donde sean necesarios
¿Qué sucederá con el país, con nuestro estado cuando la contingencia concluya, si se estima que duraría hasta octubre?
El aprendizaje será amargo, por las pérdidas de vidas humanas, porque el freno en la actividad económica colocará a millones de familias en el límite de la subsistencia.
Ante la crisis, liderazgo; enviemos las señales correctas, aportemos soluciones, abonemos en el discurso y en los hechos a la unidad.
*El autor es diputado local y coordinador de la fracción parlamentaria del PRD en el Congreso del Estado de Guerrero. Aunque lo sentimos como de casa, le damos la bienvenida.