Sin mucho ruido
Inminente privatización de la Luna
La Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio, NASA, ha reiterado su intención de llevar humanos a La Luna en 2024 y, aunque algunos científicos señalan que es un plazo demasiado ambicioso y que tardará más en suceder de nuevo, el organismo espacial de los Estados Unidos de Norteamérica trabaja arduamente para lograr tal objetivo.
Tal como sucedió en la década de los años 60’s, este objetivo espacial ha levantado opiniones adversas que cuestionan la utilidad de gastar 135.000 millones de dólares para llevar a cabo esta misión, $10.700 millones solo para este 2020, que agilizarán el desarrollo del sistema de alunizaje y la esperada conclusión del cohete SLS y la cápsula Orión. Esta enorme suma, dicen los detractores, para lograr ese objetivo “fútil” de llevar a pasear gentes a nuestro satélite natural, mientras urgen recursos aquí en la Tierra para solucionar los graves problemas que afectan a nuestro planeta: el calentamiento global, el hambre o la vulnerabilidad humana ante las pandemias, etcétera.
Tales argumentos ignoran el hecho de que La Luna tiene importantes recursos naturales que pueden ser de gran utilidad, no para traerlos a La Tierra, lo cual resultaría extraordinariamente costoso, sino para proveer allá mismo las materias primas a los asentamientos humanos que prepararán el inminente viaje a Marte.
Paul Byrne, profesor de Geología Planetaria en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, dijo a la British Broadcasting Corporation, BBC: “Que yo sepa, no hay nada en la superficie lunar que no podamos conseguir a menor costo en la Tierra” porque la Luna no parece apta para extraer oro, platino o elementos raros, dado que probablemente estén a profundidades imposibles de alcanzar. En cuanto a la posibilidad de extraer helio-3, un isótopo que mucho se menciona casi como el “mítico” combustible para reactores de fusión que generen energía no contaminante en nuestro planeta; dijo tajante que aún se desconoce el volumen del isótopo que se podría extraer.
Lo que sí tiene más sentido, dice Byrne, es construir infraestructuras en la Luna o utilizar los recursos que ahí se encuentran para emplearlos de inmediato, una práctica a la que la NASA llama “utilización de recursos in situ, ISRU. Ejemplificó con los polos del satélite, donde hay depósitos que quizás guardan miles de millones de toneladas de hielo o usar el suelo lunar para hacer ladrillos y construir hábitats o edificar los hábitats con plástico y metal y recubrirlo con capas de suelo para protegerse de las radiaciones. “Se trata de usar las cosas del lugar en vez de llevarlo todo desde la Tierra, algo que es extremadamente caro. Reabastecer los vehículos en la Luna podría reducir los costos del viaje y facilitar estancias más largas, sin embargo, aún estamos lejos de que exista una industria sostenible de minería en la Luna. Por último, asevera: “odio ser cínico, pero no sé cómo se podría hacer dinero a partir de esto”, “Quizás en 60 años me diga que fui un idiota al decir esto, pero por ahora falta que se invente ese mercado”.
Y mientras esta polémica persiste, los gringos “no se chupan el dedo” y presentan los “Acuerdos Artemisa”, con los que queda claro que su objetivo va mucho más allá de dar simples paseos lunares. Aquí le recuerdo al paciente lector que el programa Artemisa planea llevar la primera mujer y el décimo tercer hombre a la Luna en 2024.
Estos acuerdos son, nada menos que un primer intento de organizar lo que sería una exploración y explotación sostenida de la Luna con fines comerciales. “¡Es un nuevo amanecer para la exploración espacial!”, dijo redes sociales Jim Bridenstine, administrador de la NASA, el 15 de mayo, cuando presentó oficialmente los Acuerdos Artemisa, los cuales describió como un conjunto de principios para “crear un ambiente seguro y transparente que facilite la exploración, la ciencia y las actividades comerciales para el disfrute de toda la humanidad”.
Los Acuerdos Artemisa proponen reglas que deberían respetar quienes quieran aprovechar las posibilidades que ofrece la Luna y se basa en el Tratado del Espacio Exterior, OST, promulgado por la ONU en 1967 y considerado el marco legal para lo que tiene que ver con la exploración espacial.
Los Acuerdos Artemisa recogen esos principios y proponen que los gobiernos y las compañías privadas que quieran adelantar operaciones en la Luna deben hacerlo con fines pacíficos y con transparencia.
Escrito en términos muy generales, establece acciones como: prestarse ayuda mutua en caso de emergencia; publicar los datos y hallazgos científicos que ahí se logren; proteger el patrimonio y lugares históricos, como el lugar donde alunizó el Apolo 11 y hacer buen manejo de los desechos espaciales, entre otros, pero también se refiere a la extracción de recursos del suelo lunar, lo cual no se menciona en el Tratado del Espacio Exterior. “La capacidad de extraer y utilizar recursos en la Luna, Marte y los asteroides será fundamental para apoyar la exploración y desarrollo espacial seguro y sostenible”; apunta el documento de la NASA que también habla de realizar operaciones que no generen conflictos y “evitar interferencias dañinas”, proponiendo “zonas seguras” que la NASA y sus países aliados deberán respetar, tras informar del lugar y del objetivo de sus operaciones lunares, para que puedan trabajar dentro de sus zonas seguras.
La idea de las zonas seguras viene de una orden ejecutiva que la Casa Blanca que expidió en abril de este año, resaltando que: “los estadounidenses deben tener el derecho de participar en la exploración, recuperación y uso de los recursos del espacio exterior”. La orden también específica que: “EU no ve el espacio exterior como un bien común global” y por lo tanto anima a que se haga un uso público y privado de los recursos espaciales.
Como consecuencia de lo anterior, Dmitry Rogozin, director de Roscosmos, la agencia espacial rusa, se opuso tajante a los Acuerdos Artemisa y dijo que “el principio de invasión es el mismo, ya sea en la Luna o en Irak” y Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, dijo que “los acuerdos necesitarán “un análisis exhaustivo desde el punto de vista del derecho internacional existente”, según publicó la revista Newsweek.
Michelle Hanlon, codirectora del Programa de leyes espaciales de la Universidad de Mississippi explica que el OST dice claramente que ningún país podrá apropiarse de territorios en el espacio, pero no dice nada respecto al uso de recursos extraídos en el espacio y así, “tanto EE.UU. como Rusia crearon el precedente de que puedes tomar cosas de la Luna y reclamarlas como propias”, dice la experta. “Si se ve de la manera más pesimista o cínica, no hay duda de que las zonas seguras son una forma de reclamar derecho sobre una propiedad. Es una forma de decir ‘no te puedes acercar tanto a mi’”. Finalmente sentencia: “Va a haber mucho conflicto en la interpretación que EU haga del OST para justificar que pueden extraer recursos en Luna.