Hoja verde
Sobre el muerto las alianzas
En Guerrero el Partido de la Revolución Democrática ha transitado por tres periodos: 1. La etapa fundacional, siendo oposición. 2.- Siendo partido en el gobierno durante el periodo 2005-2015 y 3 retornando a la oposición desde el 2015 a la fecha.
Son momentos en los cuales el partido del sol azteca llegó a tomar identidad política e ideológica y la fue cambiando por el pragmatismo y la rentabilidad política.
La etapa fundacional estuvo marcada por la aglutinación de organización sociales políticas y de producción además de otras que sobrevivieron a la desintegración del Partido Socialista Mexicano que fue la última expresión de los esfuerzo por aglutinar a la izquierda mexicana.
Se trató de organizaciones políticas y sociales de izquierda, relativamente autónomas e independientes, de larga tradición en la entidad. La acción política de estas agrupaciones se dio en un contexto de frecuente inestabilidad institucional, atribuida a la dependencia de la clase política dirigente respecto al vértice más alto del poder político nacional; a reglas del juego excluyentes a la participación de la oposición y clases sociales emergentes; al cambio de modelo de desarrollo nacional que terminó por reconfigurar la geografía económica y social del medio rural y urbano en la entidad.
Así, algunas organizaciones se forjaron desafiando al régimen político autoritario y plantearon que para aterrizar el cambio del modelo de desarrollo se tenía que quitarle el poder a una élite enquistada en el PRI cuyo ejercicio del poder y la economía era mediante acuerdos cupulares simulando la democracia y la libre competencia.
Como partido en el gobierno, 2005-2015 en el caso del estado pero en algunos municipios, desde 1991 logró el poder político administrativo y aquí la identidad ideológica comenzó a desvanecerse. Falta de formación política, migración de líderes y contingentes principalmente del PRI y conductas no superadas que le hicieron notarse como una amalgama de tribus obstaculizaron la institucionalización del PRD como partido político.
Salvo excepciones, hubo incongruencias en el actuar de los distintos gobernantes del PRD y solo repitieron las mismas conductas que dijeron combatir, solo que de una manera muy burda.
La tercera etapa, como partido en oposición coincide con la crisis que vivió el partido desde que el Grupo de Nueva Izquierda tomo el poder absoluto al interior del partido (2008-2015).
Se destacaron sus pugnas políticas con otras corrientes cuando se hizo imperar la postura programática. La realpolitik, llegó a nombrarla Jesús Martínez. Varias corrientes se han tenido que agrupar para hacerle contrapeso y competir con ella. Pese a su organización interna como corriente, durante el tiempo que Nueva Izquierda dirigió los destinos del PRD, la presencia electoral del partido disminuyó y perdió fuerza como oposición de izquierda.
En el caso de Guerrero este factor acentuó la tercera en que el PRD regresó a la oposición.
Hace más 30 años, cuando el Partido de la Revolución Democrática reunió en su fundación a las organizaciones y corrientes de la izquierda mexicana, se abrió el camino para la formación de una fuerza moderna que con ese signo en diversas partes del mundo representaba opciones para el desarrollo de los países en la democracia.
El problema del PRD es la pérdida, a través de tres décadas de existencia, de su representación de una nueva izquierda que a finales de la década de los ochenta se presentaba como necesaria y útil para el país.
Con el abandono de sus postulados iniciales, el PRD se fue apartando de su verdadera función de oposición de izquierda. Transitó del debilitamiento de propuestas y convicciones hacia pactos, alianzas y acuerdos con fuerzas políticas e ideológicas totalmente contrarias que desnaturalizaron su esencia con propósitos meramente electoreros, el último de los cuales se dio en las elecciones de 2018 con la postulación conjunta de un candidato de la derecha a la presidencia de la República.
No se trata de rechazar a priori una alianza política que pudiera acercarnos a los cambios necesarios tanto en Guerrero como el país. El punto crítico radica en que han sido acuerdos en los cuales el único móvil es mantener el poder por el poder.
El ejercicio de introspección, necesario tanto en el PRD como en la izquierda mexicana debe partir de un rompimiento con la semilla del odio al pasado al que han pretendido y pretenden transformar dividiendo a una sociedad que ha esperado en vano el surgimiento de una izquierda moderna, idealista, sí, pero a la vez pragmática y acorde con las auténticas necesidades y aspiraciones de nuestro país.
La alianza PRI-PRD en Guerrero está promovida por un ex priista que gobernó con las siglas del partido del sol azteca pero ejerció el poder con el estilo priista. Argumentar que a hora se puede fraguar un proyecto político-económico que supere el rezago en la entidad es poco creíble pues ni el PRI ni Ángel Aguirre, en las dos ocasiones que fue gobernador, dieron visos de conducir al estado por un camino diferente.
Esa alianza del PRD es solo el reflejo de una situación de extremo decaimiento, cercana a su extinción y lejana a las expectativas generadas en el momento de su aparición. Con la virtual disolución del PRD podría pensarse, y con relativa razón, que la izquierda no existe actualmente en el país. Lo que no ha existido es la voluntad para reconstruirla y reinterpretarla.
Hay quienes piensan que cuando el muerto apesta, es porque ya venía podrido, diría la abuela.