Teléfono rojo
Otro partido en campaña
Los criminales también hacen campaña, matan y amenazan por un pedazo de poder político. En este contexto electoral, en que están en juego más de 21 mil cargos públicos a nivel nacional, el llamado ‘partido del crimen’, que congrega cárteles de la droga y criminales de cuello blanco, busca incidir en las elecciones, no sólo utiliza la violencia para lograr su cometido.
“También apela a estrategias de imposición de condiciones, así como de cooptación, financiamiento y complicidad con diversas instancias”, de acuerdo con la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) del Gobierno Federal.
En una investigación para el diario Los Ángeles Times, el periodista Jesús Lemus Barajas sostiene que “con la narcopolítica, los grupos delictivos le apuestan a un control directo sobre las instancias gubernamentales, ya sea para limitar los operativos en su contra o incentivar políticas públicas discrecionales en materia de seguridad, o para obtener recursos públicos que les permitan consolidar y expandir su dominio territorial. A cambio, las instancias cooptadas o en complicidad con los grupos criminales obtienen financiamiento, protección personal, treguas para pacificar regiones, e incluso, un músculo para frenar a las oposiciones”.
Agrega Lemus Barajas que de acuerdo con fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), “de los más de 62 mil candidatos a cargos de elección popular, por lo menos 370 aspirantes, principalmente a cargos dentro de diversos ayuntamientos, son objeto de investigación por sus presuntas relaciones con miembros del crimen organizado”.
Por su parte, el reportero de SinEmbargo Efrén Flores, en una nota en abril de este año, cabeceó: “El partido de la delincuencia organizada busca controlar la elección 2021, alerta el Gobierno”.
En la primera parte de su reporte, escribió que “el dato más consistente de ‘presiones violentas’ en tiempos electorales es quizá el número de homicidios de candidatos y precandidatos, primero, porque son los actores que compiten por los cargos públicos en juego; y segundo, porque diversas fuentes -incluido el análisis hemerográfico de SinEmbargo– coinciden en la cantidad de asesinatos, lo que no sucede en el caso general de homicidios de políticos y funcionarios.
“En el caso de los asesinatos, los datos indican tres niveles de desagregación: 65 homicidios de políticos, entre los cuales hay 20 aspirantes que perdieron la vida, además de 80 servidores públicos sin militancia partidista o aspiraciones políticas, que murieron en atentados a partir de septiembre”.
Aunque el número de agresiones varían de acuerdo con la fuente, el Gobierno de México asegura que “actualmente más de la mitad de los eventos de violencia política con asesinados y heridos se presenta en siete entidades: Oaxaca, Guanajuato, Veracruz, Guerrero, Morelos, Baja California y Jalisco”, toda vez que en ellas “existe mayor riesgo de que los aspirantes y candidatos sean cooptados por grupos delincuenciales”.
Neta, ¿hace falta ser político o candidato de un partido para entender la gravedad de esta coyuntura electoral? Pos considerando sus discursos y spots de campaña, parece que a los actuales pretensos les falta algo que seguro los 73 certificados lectores de este escribidor sí tenemos, porque ninguno parece muy preocupado ni ocupado.
Chaaale, tons, remato: el estudio ‘Candidatos asesinados en México, ¿competencia electoral o violencia criminal?’, del investigador Víctor Antonio Hernández Huerta, refiere: “La violencia electoral obedece primordialmente a incentivos materiales de competencia entre organizaciones criminales y a un débil Estado de Derecho”.
‘Tsss. ¡No manchen!’, susurré para mis interiores al terminar de leer, entender y tragar la gravedad de semejantes nociones. Pero, como meme de la rana René, le bajé dos rallitas al percatarme de la contradictoria realidad de la coyuntura.
‘Ni tan grave el asunto’, susurran partidos, candidatos y sufragistas incluídos, porque nadie o casi nadie parecemos muy preocupados ni ocupados en resolverlo, vaya, ni siquiera en discutirlo, hablarlo e insertarlo como prioridad en la agenda del debate electoral.
Porque ya de plano normalizamos la violencia criminal. Todos parecemos satisfechos enunciando, reportando o consumiendo las obviedades de un montón de campañas anteriores. El tema electoral obligado por antonomasia de esta, la mayor y más importante elección en la historia democrática mexicana…ignorado.
Pero, por eso, debo ser justo y no cargarle todo el reproche a los candidatos y sus partidos. Porque no está en ellos la clave para desfacer el entuerto. Nada podrán resolver sin la decisión y la voluntad de los verdaderos generales de esta guerra, los presidentes de México y Estados Unidos.
Y de ellos, las señales siguen siendo ambiguas, difusas. De hecho, en el diálogo telefónico entre Biden y López Obrador el 19 de diciembre, según reportes de ambas partes, el tema de las drogas estuvo ausente.
‘Tsss. ¡No manchen!’.