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ACAPULCO, Gro., 28 de julio de 2021.- El testimonio actualizado de Juan, testigo protegido de la Fiscalía General de la República (FGR), plantea que el Ejército y la Policía ayudaron al grupo criminal Guerreros Unidos a cometer los ataques y detenciones el 26 y 27 de septiembre de 2014, mismos que recibieron la orden de un líder criminal de “matarlos a todos”.
De acuerdo con Milenio, el testigo protegido declaró nuevamente en mayo de 2021 en una audiencia relacionada con el secuestro de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, testimonio que Milenio tiene en su poder.
En esta declaración de 2021 presenta detalles, agregados, precisiones, omisiones y revelaciones, comparada con la que hizo ante el Ministerio Público en 2020.
Su versión contrasta con la llamada verdad histórica de la tragedia de Iguala, la cual menciona que los jóvenes habían sido privados de la vida, incinerados y sus cenizas arrojadas al río San Juan, en Cocula, pero reafirma que no hubo sobrevivientes.
Detalla que las acciones de la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 se hicieron con ayuda del Ejército, la Policía Federal, Estatal y Municipal, mismas que respondían a las órdenes del líder criminal Jesús Pérez Lagunas, alias El Güero Mugres.
Según Juan, a El Güero Mugres dio la orden de “matarlos a todos” para no dejar ningún cabo suelto, sin embargo las autoridades jamás relacionaron a este líder criminal con la desaparición de los estudiantes y quien fue asesinado en 2018.
En el interrogatorio posterior a la declaración del testigo protegido, el defensor de las víctimas preguntó:
“Que nos diga el testigo si se enteró en esa reunión de que alguna de las personas privadas de la libertad la noche del 26 de septiembre de 2014 siguiera con vida”, preguntó.
“No que yo haiga sabido, ahí solamente se habló de personas muertas”, respondió el testigo Juan.
Narró que los estudiantes murieron tras ser detenidos en Iguala por fuerzas del orden y por integrantes de Guerreros Unidos durante diversos enfrentamientos que se generaron por la llegada de hombres armados en seis camionetas del grupo rival Cártel de la Sierra, liderado por Onésimo Martínez.
En la declaración, expuso que como “los contras” se revolvieron con los estudiantes, terminaron atacándolos a todos. Tras los enfrentamientos, criminales de Guerreros Unidos se encargaron de disolverlos, cremarlos y esparcir los restos en distintos puntos, incluida la zona de Cocula.
En su nuevo testimonio, Juan enlista a las autoridades que en 2014 supuestamente estaban en la nómina de Guerreros Unidos y que le rendían cuentas al Güero Mugres, entre ellos el secretario de Seguridad Pública del estado, Leonardo Octavio Pérez, así como el procurador Iñaki Blanco Cabrera, el capitán José Martínez Crespo del Ejército; de la base de la Policía Federal Ministerial estaban todos los comandantes y los ministerios públicos adscritos en ese momento en la ciudad de Iguala, federales y del fuero común; y de la Policía Federal estaban en la base de Iguala el capitán Dorantes, mismo que en su declaración previa Juan había asegurado que “no se dejaba sobornar”, ahora en este relato evita mencionar a Omar García Harfuch, de quien había asegurado que recibía pagos de Guerreros Unidos en 2014, cuando era coordinador regional de la Policía Federal en Guerrero, señalamientos que el actual secretario de Seguridad Pública de Ciudad de México negó.
De las personas que Juan dice que las autoridades involucradas entregaron a Guerreros Unidos, ahora en este relato dio a entender que ya estaban muertas.
“Una vez que los tuvieron muertos había algunos que se habían llevado los miembros del Ejército, de la Policía Federal, de la Estatal, de la Municipal (actuaron bajo el mando de Francisco Salgado Valladares, subdirector de la Policía Municipal, le reconocía la voz en indicaciones por radio) y les fueron entregados a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios. Los cuales, días después, en una reunión que tuvimos los hermanos Benítez Palacios y yo, supe que habían hecho agua a los estudiantes mediante el uso de ácido y químicos y que algunos otros fueron llevados a algunos crematorios”, se lee en su declaración.
En su nuevo relato, el testigo protegido detalló algunos de los lugares utilizados por Guerreros Unidos para ocultar a los muertos entre el 26 y 27 de septiembre de 2014. Mencionó que Nicolás Nájera manifestó que había utilizado una casa en la colonia Granjeles para llevar ahí algunos de los estudiantes y los hermanos Benítez Palacios una casa a espaldas de la plaza Galerías de Iguala.
Sobre la cremación de los restos, reiteró que se utilizó un crematorio en la salida de Iguala hacia Chilpancingo, pero dijo que desconoce cuántas personas fueron llevadas ahí ni si se distribuyeron a otros hornos crematorios, porque la persona que lo administraba o era el dueño o tenía el control sobre otros crematorios.
Abundó que como el caso empezó a ponerse mediático en esas horas de la madrugada, no alcanzaron a calcinar o disolver todos los cuerpos y algunos restos fueron esparcidos en diferentes puntos de las zonas aledañas a Iguala, entre ellos un poblado que se llama Coacoyula, del cual dijo no tener el punto exacto, y una mina abandonada en Taxco, de la que dijo desconocer su ubicación.
Dijo que en un primer momento habían pensado junto al fiscal general del estado, Iñaki Blanco armar unas fosas en un cerro que se llama Cerro Grande, en Pueblo Viejo, para que las familias o los padres se conformaran. Pero como el asunto se volvió muy mediático optaron por regresar y tratar de recolectar lo más que se pudieran de restos y así fue como los llevaron por el rumbo del basurero de Cocula.
Para ello, señaló que ocuparon a un comandante de la Policía Ministerial del estado que se llamaba Wenceslao Elizalde, quien era amigo de los hermanos Benítez Palacios, quienes le entregaron los restos para transportarlos por los filtros que había de autoridades ajenas a Iguala y que los llevaron a tirar por el rumbo de Cocula, de acuerdo con lo que años después le dijo Miguel Ángel Landa El Duva, quien estuvo detenido acusado de la desaparición de los estudiantes y fue liberado en septiembre de 2018 por fallas al debido proceso.
¿Cómo obtuvo el testigo Juan la información?
El testigo Juan obtuvo la información de lo que ocurrió en Iguala entre el 26 y 27 de septiembre por radio y mensajes de Blackberry que recibió en su teléfono esa noche y en una reunión que tuvo con quienes participaron en los hechos, la cual se llevó a cabo el 30 de septiembre de 2014 en un salón de fiestas que estaba a la entrada de un restaurante de mariscos que se llamaba La Jaiba.
Sobre la participación del Ejército en los hechos, su más reciente declaración dice que, los primeros días de octubre de 2014, en la pozolería Cazadores de la calle de Juárez, en Iguala, platicó personalmente con el capitán José Martínez Crespo y él le refirió que había colaborado a la detención y a entregar a algunos muchachos.
“Lo único que me dijo fue que había apoyado a detener algunas personas que venían en los autobuses y que los habían llevado al interior del 27 batallón para interrogarlos, que posteriormente él se los había entregado a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios, no me dio más detalles y no se los pedí”, dijo durante la audiencia judicial.
Línea del tiempo del 26 y 27 de septiembre, según el testigo Juan
Al frente de esos operativos estaba: Jesús Pérez Lagunas El Güero Mugres.
El testigo Juan detalló que también estaban persiguiendo a las personas que iban en los autobuses, “en un primer momento para interrogarlos”, persecución en la que participaron: policías municipales, estatales, federales (había patrullas en la autopista México-Acapulco adelante del Palacio de Justicia, según los reportes que mandaban los halcones a Víctor Hugo Benítez Palacios) y algunos miembros del Ejército.
Juan Salgado Guzmán dio indicaciones ordenando a Nicolás Nájera atacar a los estudiantes que estaban dando una conferencia de prensa sobre el Periférico de Iguala, después de haber sido atacados.
“Juan Salgado le dijo a Nicolás Nájera que ahí es donde se estaban organizando los contras con los estudiantes y que fuera a partirles su madre”, detalló Juan en su testimonio.
Fue cuando empiezan a reportar que muchas personas habían fallecido, que “Jesús Pérez Lagunas les dio la indicación de matarlos a todos para no dejar ningún cabo suelto”.
Contó que como se estaba llamando mucho la atención pública buscaban la manera de esparcir los restos. No sólo de los estudiantes de Ayotzinapa, sino de otras personas que hubo en los enfrentamientos en diferentes puntos de las zonas aledañas a Iguala. Dijo que en total sumaban 80 muertos.
Los restos, según el testigo Juan
En su último testimonio, Juan explicó que la agrupación de Guerreros Unidos no pensaba que este asunto se fuera hacer tan mediático o que tuviera tanto impacto, con el paso de los días empezó a salir en las noticias y empezó a llamar más la atención y en un primer momento habían pensado junto con el fiscal del estado “armar unas fosas en un cerro que se llama Cerro Grande en Pueblo Viejo”, pues como la Fiscalía iba a hacer las pruebas de esos restos “era de alguna manera como para que las familias o los padres se conformaran”. Posteriormente, optaron por “regresar y tratar de recolectar lo más que se pudieran de restos y así fue como los llevaron por el rumbo del basurero de Cocula”.
Para ello, Juan dijo que “ocuparon a un comandante de la policías ministerial del estado que se llamaba Wenceslao Elizalde”, que era amigo de los hermanos Benítez Palacios, quienes entregaron los restos y de alguna manera se encargaron de transportarlos por los filtros “porque ya estaba llena la ciudad de filtros de las autoridades que habían llegado de afuera”.
El testigo Juan detalló que esos fueron los restos “que llevaron a tirar por el rumbo de Cocula”, lo cual le confirmó Miguel Ángel Landa, El Duva, que ese día estuvo dando seguridad a ese grupo de la Policía Ministerial para que no llegaran otras autoridades ahí a entorpecer lo que se estaba haciendo, y con quien se reunió hace un año y medio o dos años luego de que fue liberado.
“Me reuní con él en dos ocasiones, en los primeros días de octubre de 2014, pero hasta después de que él obtuvo su libertad hace año y medio o dos años que lo volví a ver por aquí en la cuidad donde radico y hablando más extensamente. Me manifestó de algunos puntos más precisos de la posible ubicación de los restos”, relató el testigo Juan.
Quién es el testigo Juan, según su testimonio
De acuerdo con su testimonio, Juan perteneció a Guerreros Unidos desde 2013, bajo el mando de Marcos Cuevas, el Mini Cooper, y de su primo Omar. A mediados de 2014, cuando falleció Marcos Cuevas, asumió Mario Casarrubias Salgado y sus hermanos Adán y Ángel. Mario fue detenido en 2014 y quedó al mando Sidronio Casarrubias Salgado, quien manda a Juan Salgado Guzmán –que era su pariente– a hacerse cargo de la plaza de Iguala.
Juan dice que el 26 de septiembre estuvo todo el día, de las 8:00 a las 22:00, en casa de sus hermanas, donde su papá tenía un taller de orfebrería, en el que se quedó trabajando ayudándole. Y que al salir del taller fue a comprar cena para su esposa y sus hijos, cuando se escuchaban algunas detonaciones no muy cercanas, en el centro de Iguala, y lo único que pudo apreciar fue toda la gente corriendo, “no vi nada más”.
Dice que no recuerda si esa noche se comunicó con alguien, “probablemente así haya sido, pero no fue una conversación como tal, fue sobre preguntas de que si sabía qué estaba sucediendo” y que como estaba en su casa solo, sabía lo que les estaban reportando los halcones y la persona que se encargaba de recabar la información para el grupo criminal.
Dice que toda la comunicación que se tuvo en esos días era a través de radios portátiles y mensajes Blackberry.
De los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014, Juan dijo que se los contaron en una “reunión que hubo entre varios miembros del grupo, yo no estuve presente para decirle ni cuántas personas le entregaron, ni qué autoridades exactamente entregaron”, qué se habló en términos generales y no fue testigo presencial de lo ocurrido aquella noche en que los jóvenes desaparecieron.
Y dijo que si antes no declaró esto fue porque temía por su vida y la de sus familiares.
La reunión en la que Juan supo cómo ocurrieron los hechos
En un salón de fiestas a una o dos cuadras de Periférico Norte, estaba a la entrada de un restaurante de mariscos que se llamaba La Jaiba, ahí el 30 de septiembre, algunos de los participantes de los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014 hablaron de lo ocurrido.
Participaron Juan Salgado Guzmán, Jesús Pérez Lagunas, los hermanos Benítez Palacios (Víctor Hugo, Oziel, Chava, Orvelín, Mateo, así como El Pelón llamado Gabriel, jefe de plaza de Cuetzala, la persona que le decían El Nueve y su hermano Ismael El Payo.
Ahí, Juan supo que “habían hecho agua a los estudiantes mediante el uso de ácido y químicos y que algunos otros fueron llevados a algunos crematorios”.
En la reunión, Juan Salgado Guzmán dijo que Valladares había defendido la plaza de los contras y que de alguna manera “se la había rifado”, así lo dijo tal cual. También mencionó al comandante Adame Bautista, de la Policía Estatal, una persona que Juan describe “como de 50 años, moreno como de 1.70 de altura, robusto y puedo reconocer”.
En la reunión se estaban discutiendo qué acciones se iban a tomar para tratar de minimizar el impacto que lo ocurrido iba a tener en la organización criminal.
Nicolás Nájera y Oziel Benítez mencionaron que, aquella noche del 26 de septiembre, habían recibido personas de parte de la Policía Federal, personas de las que venían en los autobuses. También en esa reunión se habló de la participación del Ejército.
Juan Salgado le dijo de manera personal al testigo Juan “que había habido más de 80 personas fallecidas entre los que iban en los autobuses con las personas que habían ingresado en las camionetas”. Algunos fueron sometidos a procedimientos químicos para disolverlos, otros fueron llevados a los crematorios, no tuvieron el tiempo de realizar esos procedimientos y los restos fueron esparcidos en los alrededores de las comunidades cercanas a Iguala.
Nicolás Nájera manifestó que había utilizado una casa en la colonia Granjeles para llevar ahí algunos de los estudiantes. Los hermanos Benítez Palacios habían utilizado una casa a espaldas de la plaza galerías de Iguala.
En la reunión se habló de un crematorio que se había utilizado que se encuentra en la salida de Iguala hacia Chilpancingo, donde había una persona que lo administraba o era el dueño, y de alguna manera tenía el control sobre otros crematorios y funerarias en la ciudad, que en eventos anteriores había hecho el trabajo de cremar algunos cuerpos.
Juan dijo que en la reunión “se tocó ese tema y dijeron que habían llevado ahí algunas de las personas que habían agarrado, sin saber cuántas ni si se distribuyeron ahí o si los mandaron a otros hornos crematorios”.
También hablaron de los posibles puntos donde fueron a esparcir algunos de los restos: “tengo entendido que fue en diferentes puntos aledaños a Iguala, entre ellos en un primer momento habían optado por llevarlos a un poblado que se llama Coacoyula (no pedí más explicaciones, ni un punto exacto) y hablaban de una mina abandonada en el municipio de Taxco (que no conozco, ni sé dónde está)”, reveló el testigo Juan en su más reciente testimonio.
El testigo protegido fue claro en reiterar que en la reunión “solo se habló de personas muertas”.
Encuentro con el capitán José Martínez Crespo
“En días posteriores yo tuve la oportunidad de platicar personalmente con el capitán José Martínez Crespo y él me refirió que había colaborado a la detención y a entregar a algunos muchachos a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios.
“Lo único que me dijo fue que había apoyado a detener algunas personas que venían en los autobuses y que los habían llevado al interior del 27 batallón para interrogarlos, que posteriormente él se los había entregado a Nicolás Nájera Salgado y a los hermanos Benítez Palacios, no me dio más detalles y no se los pedí.
“Fue en una pozolería que se llama Cazadores en la calle de Juárez, en Iguala, los primeros días de octubre”, reveló el testigo Juan en su más reciente declaración (mayo 2021).
Organigrama de Guerreros Unidos, según el testigo Juan
Organigrama previo:
Líderes antes del 2014: Marcos Cuevas El Mini Cooper y su primo Omar. A mediados de 2014 falleció Marcos Cuevas, encargado de la zona de Tuxpan, de la plaza de Iguala. Al morir asume Mario Casarrubias Salgado y sus hermanos Adán y Ángel . Cuando detienen a Mario queda Sidronio al mando. Mandan a Juan Salgado Guzmán, pariente de ellos, a Iguala.
Organigrama noche de Iguala:
En la punta de la pirámide estaban los hermanos Casarrubias Salgado encabezados por Sidronio. Debajo de ellos: Juan Salgado Guzmán, a cargo de Iguala, y Jesús Pérez Lagunas. Después seguían los jefes de plaza, cada uno tenía asignado cierto número de personas y ellos mantenían sus comunicaciones.
Todos los jefes de plaza de Iguala obedecían a los hermanos Casarrubias Salgado a través de Jesús Pérez Lagunas, pues era una persona de alto rango muy cercano a los Casarrubias Salgado y ellos no respondían, era a través de Jesús Pérez Lagunas que daban las indicaciones.
Jesús Pérez Lagunas era enlace entre los Casarrubias Salgado y las autoridades. Tenía el enlace de todas las corporaciones policiacas que recibían dinero de parte de Guerreros Unidos como: la base de la Policía Federal en Iguala, la delegación de la Policía Federal Ministerial en Iguala, algunos miembros del Ejército, la Policía Municipal y la Policía Estatal. Tenía el control sobre los arreglos que había con algunas autoridades no sólo en Iguala, también tenía influencia en Morelos y el Estado de México, pues residía en Ixtapan de la Sal.
Nicolás Nájera Salgado era jefe de todos los sicarios que había en Iguala y los hermanos Benítez Palacios eran jefes de los halcones, encabezados por Víctor Hugo Benítez Palacios, su jefe. Los demás hermanos Benítez Palacios: Oziel, Salvador, Orvelín y Mateo, tenían gente bajo su mando que les servía para vender droga al mayoreo y también eran sicarios.
La noche de Iguala también participaron en los ataques Elmer Salgado y Ramón Aponte, que estaban bajo las órdenes de Alejandro Benítez Palacios, o Palacios Benítez, El Cholo Palacios, pariente de Víctor Hugo Benítez Palacios.
Las células de Guerreros Unidos no hacían un trabajo en común, tenían cierta independencia, lo que hacía una muchas veces no lo sabía la otra.
Con información de Milenio.