El agua, un derecho del pueblo
La revolución anímica de México
MI AMIGA AMÉRICA DEL RIO ” DE MUJERES DE PRENSA DE ACAPULCO” ME ENVIÓ EL TEXTO SIGUIENTE QUE EXPRESA EL SENTIR DE CUALQUIER BUEN MEXICANO QUE EN ESTE INSTANTE EN VERDAD COMPRENDA ESTE RENACIMIENTO DE NUESTRO PAÍS:
*Señor presidente de la República Andrés Manuel López Obrador*
Discúlpeme las interrogantes. Pero no lo comprendo, discrepo de su actitud y no quiero quedarme callado. Hoy quiero presentarle todos los reclamos que usted bien se merece. ¿Cómo puede usted tener esa capacidad de trabajar tanto por personas tan mal agradecidas? ¿De qué material está hecho, para soportar la burla y los insultos de esos mal agradecidos por los que usted trabaja todos los días sin descanso?
No logro entender cómo puede soportar tantos insultos de una sociedad que no valora su esfuerzo; no comprendo cómo puede seguir luchando por una nación que se burla de usted y que prefiere seguir en la basura en la que usted la encontró.
¡Me sorprende como es que sus antecesores destrozaron el país, lo saquearon, nos endeudaron, nos asesinaron y este pueblo mediocre quiera seguir con ellos!
¿Para qué se desvela y se cansa tanto por trabajar e informar a esa sociedad ingrata?, ¿será acaso que esos mediocres prefieren que usted derroche dinero del erario sin dar ninguna explicación?
Usted desgasta su cuerpo y mente en una nación mal agradecida, que disfruta ver que sus gobernantes viajen en aviones privados, con sirvientes, familiares y amigos; con guardaespaldas y carga equipaje llevándoles a viajar por el mundo con cargo a nuestros impuestos. Esta nación prefiere presidentes que despilfarren y que hasta los calzones de la familia presidencial sean comprados con dinero del erario. En eso usted les está fallando. ¿Hasta cuándo lo va a entender?
De qué le sirve a usted hablarles de honestidad, de recuperar lo robado, de bajar sueldos y privilegios a altos funcionarios, si ellos prefieren tener salarios de hambre pero que usted y sus políticos tengan vidas de faraones…
A esta nación no le gusta que se hable de honestidad y de acabar con la corrupción. Este pueblo adora a quienes comen Caviar Almas, langosta de ASSOCOME, Pollo Ayam Cemani, Pizza Royale, Trufa blanca y todos esos platillos que cuestan de 4 mil a 15 mil dólares cada uno.
Este pueblo es feliz si sus políticos comen esos exquisitos platillos, bueno, ni tan exquisitos pero si costosos, aunque ellos coman hamburguesas y tacos…
De qué le sirve a usted evitar la confrontación y la guerra con los narcos, si esta nación prefiere que personas inocentes mueran en fuego cruzado; si está nación prefiere que se institucionalice el secuestro, la extorsión y la guerra…
¿Para qué piensa usted construir refinerías, si este pueblo prefiere solo las bardas?
Para qué piensa en trenes y aeropuertos poco costosos si ellos prefieren que cueste el triple y que los empresarios y concesionarios se hagan más millonarios mientras que a ellos les paguen salarios de hambre…
Para qué le cobra impuestos a las grandes corporaciones, si la sociedad prefiere que la clase baja y media baja paguen por ellos y que usted no abuse cobrándole a los multimillonarios; para eso está la micro, pequeña y mediana empresa.
Para qué le quita usted los seguros de gastos médicos mayores a los políticos y le da seguro universal a su pueblo, si su pueblo prefiere sacrificar su salud para que usted no le quite ese seguro millonario a los bondadosos políticos que tanto hacen por nosotros.
Esa nación por la que usted trabaja, es ingrata. No le gusta que piense en ellos. Esa nación prefiere que usted se vuelva millonario, que saquee la nación, que venda los poquísimos bienes nacionales que dejaron sus antecesores.
¿Pero sabe qué señor presidente?
Que a pesar que yo no podría ser como usted, entiendo su naturaleza humilde y paternalista. Usted quiere el bien de su pueblo, aunque ellos prefieran seguir viviendo de la basura.
Usted me recuerda este hermoso cuento:
Había una vez un maestro oriental que, viendo cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacar al animalito del agua. Pero cuando lo hizo, el alacrán le picó.
Ante el dolor lo soltó, por lo que el animal de nuevo se estaba ahogando. Entonces intentó sacarlo y otra vez le volvió a picar.
Alguien que le observaba le dijo:
– “¿Cómo es tan terco? ¿No comprende que cada vez que lo saque del agua le va a picar?”.
Entonces el maestro oriental le respondió:
– “La naturaleza del alacrán, es picar, no va a cambiar.
Mi naturaleza, es ayudar”
Entonces sacó al animalito del agua con la ayuda de una hoja.
Usted señor presidente, es ese maestro. Siga trabajando por esos alacranes, que yo como muchos más, seguiremos tratando de cambiar, a esos alacranes que cada día sean menos en esta hermosa nación.