Panteón de Huitziltepec, donde familias y sus muertos se reencuentran
Un paso para adelante, dos para atrás
No le está saliendo nada bien al presidente Andrés Manuel López Obrador, la estrategia desplegada desde hace tres años para concretar la tan difundida Cuarta Transformación, desmantelando todo aquello que sea herencia del “nefasto” pasado neoliberal, porque cuando logra avanzar un paso, retrocede dos.
Este miércoles saltó a los titulares nacionales la detención de Emilio Lozoya Austin, ex director de Pemex, a quien han convertido en una especie de emblema contra la corrupción que ciertamente permeó en esa empresa durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Nadie, con una pizca de moralidad, puede estar en contra de las acciones de combate a la corrupción. Ya lo hemos señalado y no está a discusión. Que la corrupción es un cáncer que corroe a la sociedad y ofende profundamente a los mexicanos, sobre todo a aquellos que todos los días buscar su supervivencia, es una realidad. Que esa bandera política le ha funcionado de maravilla a Morena para llegar al poder, también es verdad.
Sin embargo, esa intención de perseguir a los corruptos se ha tropezado con la actitud facciosa y la visión maniquea de la realidad del propio López. El rasero que se aplica no ha sido parejo, sino a modo de los frecuentes devaneos presidenciales, por más que se alegue que la Fiscalía General de la República es “autónoma”. En este país ningún fiscal es realmente autónomo. La cotidianeidad lo confirma.
Ciertamente el caso Lozoya ha sido manipulado desde el principio. Capturado en el extranjero y extraditado, muy rápido se convirtió en “colaborador”, fina expresión que más bien significa “soplón” de la Fiscalía. La intención era que revelara todo lo que sabía sobre la extensa red de corrupción que desfondó a Pemex en el anterior sexenio.
En ese momento no fue detenido y gentilmente se le colocó un brazalete para evitar su fuga, en tanto continuaba su proceso. Sin embargo, la torpeza de don Emilio al exhibirse en público cenando en exclusivo restaurante, fue tomada como un desafío y quedó detenido, porque ahora sí el juez se percató de que se podría escapar.
Mientras se conocía este capítulo de lo que seguirá siendo una larga historia, muy adecuada para mantener entretenido al respetable, un grupo de legisladores estadounidenses recurrían al gobierno de aquél país para denunciar la iniciativa de reforma energética, que más bien es contra reforma, pues señalan que contraviene flagrantemente lo establecido en el T-MEC, es discriminatoria con las empresas de aquél país, va en contra del cuidado ambiental e impulsa los monopolios estatales en la materia.
El nivel de la presión estadounidense fue tal que el embajador Ken Salazar reveló que en los últimos días se ha reunido “varias veces” con funcionarios mexicanos de alto nivel, incluso en palacio nacional, para expresar su preocupación por los alcances de la reforma.
La presión rápidamente dio resultados y legisladores de Morena, el PT y el Verde señalaron que “no hay prisa”, y que el proceso legislativo para la reforma se puede extender hasta abril de 2022.
En términos prácticos, el gobierno de López avanzó con Lozoya, pero retrocedió con su reforma energética. Y ahí la llevan, desde el inicio del gobierno, a tropezones por su megalomanía facciosa.
EN GUERRERO tampoco se avanza. Es verdad que tiene apenas unas semanas en el poder, pero el gobierno de Evelyn no se acaba de integrar. Pareciera que no hay prisa. Es más, los huecos tienen que ser cubiertos por un Félix Salgado Macedonio, que de repente aparece como enlace entre los ciudadanos y los funcionarios. Como que está fallando ese compromiso de cercanía e interactuación con la gente.
Y en el tema de seguridad, una perla. Los habitantes de Huitzuco han vivido horas de zozobra estos días por balaceras que se prolongan por horas en la cabecera municipal. Como respuesta el alcalde Eder Nájera Nájera, de filiación morenista, dijo que esas balaceras han ocurrido “desde hace muchos años” y convocó a sus gobernados a desarrollar normalmente sus actividades. ¡Zas!