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ACAPULCO, Gro., 23 de diciembre de 2021.- El arzobispo del puerto, Leopoldo González González dijo que la Navidad hace recordar la buena noticia que los ángeles dieron a los pastores del nacimiento del salvador, por lo que llamó a recibirla con gran asombro y gratitud.
Durante su mensaje de Navidad dijo que Dios se hizo hombre y no se trata sólo de una manifestación divina como las que contemplaron patriarcas y profetas; nació pequeño y frágil, necesitado de brazos que lo arropen y lo arrullen.
Indicó que nació en un país dominado por un imperio que oprime y extorsiona, donde niños y mujeres no cuentan, por lo que para salvar al pequeño niño, la sociedad debe tomar lo suyo para que Jesús les dé lo que es de él.
“Nos pide mirarlo frágil y pequeño, para que en nadie por frágil y pequeño dejemos de mirarlo. Desde Belén, cada hombre y cada mujer es no sólo alguien igual a nosotros, sino Jesús que ha querido hacerse cada uno de nosotros. Así ha querido salvarnos”.
Hace suya las debilidades de cada uno para darles fuerza, ya que hay en él una fuerza muy grande que aparecerá aún en el momento de sufrir la peor de las injusticias y es capaz de nunca devolver mal por mal, de amar a quien lo ofende y ofrecerle el bien que lo salva de su actuar inhumano.
En el nacimiento, el niño Jesús levanta sus manos a cada hombre y mujer para entregarse y quitarles el miedo de reconocer que son los demás ante otros ojos. “Nos necesitamos y nos debemos unos a otros”.
Concentrados en las necesidades propias se corre el riesgo de que moleste y perturbe ver a alguien sufriendo, “porque no queremos perder nuestro tiempo por culpa de los problemas ajenos”.
“El sálvese quien pueda, desemboca en un todos contra todos y sólo mirándonos unos para otros podemos construir ese nosotros que incluye a todos, construye la justicia y la fraternidad”, dijo.
Este pequeño niño, añadió, pide abrazarlo en cada prójimo tirado a la orilla del camino que recorremos cada día, ya que nunca es insignificante el bien que se puede hacer.
Recordó que le Papa Benedicto 16 decía que el nacimiento del niño Dios es una escuela de vida donde se puede aprender el secreto de la verdadera alegría, que no consiste en tener tantas cosas, sino en sentirse amados por Dios, darse a los demás y quererse.