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ACAPULCO, Gro., 31 de marzo de 2022.- El Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, conmemorado cada año el 30 de marzo desde 1988, tiene como propósito promover el valor del trabajo del hogar y convocar acciones para reivindicar los derechos de quienes lo realizan, en su mayoría mujeres.
De acuerdo con un boletín, el trabajo del hogar es un empleo y, por lo tanto, debe ser digno. Las personas trabajadoras del hogar prestan servicios para el cuidado de otras personas, como niñas y niños o personas enfermas, y realizan tareas que contribuyen al mantenimiento de los hogares, incluyendo la limpieza o la preparación de alimentos. Esto permite a quienes les contratan cumplir con sus obligaciones laborales y personales o contar con tiempo de descanso, por ejemplo.
A pesar de su contribución a la economía y a la sociedad, el trabajo doméstico remunerado, el cual es realizado en mayor proporción por mujeres, es poco valorado. En México, existen más de 2.2 millones de personas trabajadoras del hogar; 90% son mujeres y de ellas 95% labora en condiciones de informalidad (INEGI 2021); cifra que supera el promedio en América Latina, en donde el 77.5% de las trabajadoras del hogar lo hace en estas condiciones, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En el caso específico de México, el gobierno ha promovido acciones específicas para mejorar el acceso a la protección social y al trabajo decente de las mujeres en mayor situación de vulnerabilidad, como las trabajadoras del hogar remuneradas, mediante el reconocimiento de sus derechos laborales. En 2018, la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró discriminatorio y violatorio del derecho a la seguridad social el excluir a las trabajadoras del hogar del régimen obligatorio de seguridad social.
En julio de 2019, la Ley Federal del Trabajo y la Ley del Seguro Social se hicieron reformas para reconocer y garantizar los derechos de las personas trabajadoras del hogar, incluyendo contrato por escrito, tiempo de trabajo, descanso semanal, vacaciones pagadas, salario mínimo, aguinaldo y cobertura de seguridad social y, posteriormente, la ratificación por parte del Senado de la República, del Convenio 189 de la OIT, sobre las trabajadoras y los trabajadores del hogar, en diciembre de 2019.
En este contexto, surge el programa Cerrando brechas: Protección social para las mujeres en México. Este proyecto es financiado por el Fondo Conjunto para los ODS, e implementado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU Mujeres), en articulación con instituciones del Estado mexicano, que y tiene por objetivo incrementar el acceso a la protección social para las mujeres en México.
Cerrando Brechas acompaña y asesora a las instituciones de gobierno, del sector privado y de la sociedad civil, así como a las mismas trabajadoras del hogar para garantizar la protección de los derechos que se establecen en el Convenio 189, ya ratificado por México. Este convenio establece que los millones de personas trabajadoras del hogar del mundo que se ocupan de las familias y los hogares deben tener los mismos derechos que otras personas trabajadoras.
Aquí algunos testimonios de las mujeres trabajadoras del hogar en México:
Carolina Cortés Alfaro, 54 años. Secretaria de Vigilancia del SINACTRAHO (Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar)
Llevo 20 años como trabajadora del hogar, estaba como trabajadora de limpieza en una empresa privada, pero lo dejé y me convertí en trabajadora del hogar, ya que, necesitaba flexibilidad en mis horarios para poder asistir a las juntas de la escuela de mis hijos/as y con mis empleadores/as podía hablar para poder cambiar mi horario o día.
Antes trabajaba más de 8 horas, y era esta situación de hacer el favor de quedarme un poco más, pero no me pagan horas extras. Mi aguinaldo era una caja de galletas, una despensa, o cosas que mis empleadores/as ya no ocupaban. Mi mamá vio en la televisión un lugar a donde podía ir a ver mi situación laboral y llamé, me dieron una cita para venir a SINACTRAHO (Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar).
Ahí les platiqué la situación de que mi empleadora me dio una carta de recomendación, pero sin liquidación. Me afilié, y comencé a tomar talleres para conocer mis derechos, esto me ha llevado a empoderarme, yo lo he platicado con mis compañeras y ya están conociendo sus derechos laborales.
Guadalupe Castillo, 30 años, con más de 7 años como trabajadora del hogar. Secretaria de Capacitación y formación del SINACTRAHO
Empecé cuidando niños/as, y me fui dedicando a esta parte del cuidado de niños/as. Tengo más de siete años siendo trabajadora del hogar. Yo no sabía nada de contratos ni seguridad social. Por ejemplo, al no tener un contrato entonces había una carga excesiva en el tema de cuidados, llegaba a cuidar más de 12 horas hasta 3 niños/as.
Ser mujer trabajadora del hogar es una oportunidad de dejar un precedente en el antes y después en el tema del trabajo del hogar, el cómo era antes, por ejemplo, en la época de mi mamá, que tiene más de 30 años siendo trabajadora de hogar, en comparación con los avances que hay actualmente. Es muy importante hacer visible este cambio sobre cómo eran antes explotadas, en el caso de mi mamá vivió violencia económica, no le pagaban lo justo.
Actualmente me estoy capacitándome para dar un buen servicio de cuidados, especializada en el cuidado de niñas y niños.
Laura Aguilar, 52 años, con más de 12 años como trabajadora del hogar. Secretaria de relaciones nacionales e internacionales en SINACTRAHO
A partir de los 13 años empecé apoyar a mi madrina en los quehaceres, al principio no me pagan, era un apoyo, ya después me comenzó a pagar, pero cuando y cuanto ella quería. Hacía la limpieza general de la casa, lavaba, cuidaba a las mascotas y hacía de comer.
Dejé de trabajar con mi madrina y comencé a trabajar en una fábrica, y durante dos años en las noches estudié para tener una carrera técnica como secretaria ejecutiva en español, aunque nunca la ejercí. Después regresé a trabajar como trabajadora del hogar así que tenía que dejar a mis hijos/as con mi mamá.
A mí me gusta hacer la parte de limpieza en general, la parte de hacer la comida no es mi fuerte. Actualmente estoy tomando cursos sobre el cuidado de niños/as y adultos mayores en SINACTRAHO. He aprendido a saber cómo realizar ese tipo de trabajo y cuánto cobrar, sin que el empleador/a me diga. Ahora sé que debo tener aguinaldo y vacaciones, por supuesto teniendo en cuenta el tiempo que llevemos trabajando con los empleadores/as.
Me impactó saber que teníamos derechos, de chica, a los 13 años, yo no los conocía. No sabía que tenía derecho a una comida, a tener un descanso, a que me trataran bien. Me gustó conocerlos, porque comencé a llevar esta información a mis compañeras y que ellas también han comenzado a saber cuáles son sus derechos laborales.
Entiendo que ser trabajadora del hogar es muy importante, sin nosotras nuestros empleadores/as no podrían ir a trabajar, dependen en cierto punto de nosotras para cuando llegan a casa y encuentran su casa limpia, y que sus hijos/as están bien cuidados y, por tanto, ya no se tiene que preocupar por esas actividades.
Por tal motivo, los empleadores/as deben ser conscientes de que, así como ellos/as trabajan, también nosotras lo hacemos, ellos/as trabajaran en oficinas, y nosotras en sus casas, pero, así como ellos/as se cansan, nosotras también, somos seres humanos como nuestros empleadores/as.
María Refugio, 42 años, con más de 25 años como trabajadora del hogar. Presidenta de la Comisión de Honor y Justicia en SINACTRAHO
Yo empecé desde pequeña a trabajar como trabajadora del hogar, terminé la primaria y ya no iba seguir estudiando, tenía como 11 años cuando comencé a trabajar con unos profesores, pero mi mamá quería que siguiera estudiando, así que, terminé la secundaria y me fui a la Ciudad de México a los 16 años y empecé a trabajar medio tiempo, pero seguí estudiando.
Después me casé y me dediqué a mi familia unos cinco años, pero como no nos alcanzaba el dinero tuve que regresar a trabajar como trabajadora del hogar. Tengo tres hijos/as, el tener que dejarlos para volver a trabajar fue difícil, la más pequeña en ese entonces tenía 6 años, y tenían que regresar solos de la escuela y me quedaba con el pendiente, trabajaba tres días, pero me preocupaba dejarlos solitos/as.
Cuando llegué a la Ciudad de México me costó mucho trabajo adaptarme, conocer a los nuevos empleadores/as, y como no había un contrato, no me pagaban lo que se acordaba, a veces solo eran 50 pesos al día. Yo estaba trabajando de planta y a veces esperaban que hiciera más trabajo de lo que se había acordado, aunque fuera fines de semana, lo que me complicó seguir estudiando.
Pensaba que mi empleador/a era buena persona por regalarme algo que ya no necesitaba, pero nunca me dio mis prestaciones o respetó mis horarios. Ahora yo les digo a las trabajadoras del hogar que debemos conocer y exigir nuestros derechos para que no se aprovechen de nosotras.
Marcelina Bautista Bautista, activista defensora de los derechos de las personas trabajadoras del hogar y Es directora del Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del hogar (CACEH-NACIONAL).
Llegué a trabajar como trabajadora del hogar a los 14 años, del estado de Oaxaca a la Ciudad de México. Trabajé en distintas casas normalmente cuidando niños/as, pero también realizaba los quehaceres del hogar, esto lo hice durante 22 años.
Para mí el ser trabajadora del hogar, significa falta de oportunidades, trabajar toda la vida sin ascenso, significa entrar en una casa y nunca salir, por que pasan los años en una rutina sin darnos cuenta, y a veces nos dicen que somos de la familia, pero en realidad no lo somos y esto nos lo muestran con otra forma de actitud en la convivencia diaria.
Fueron muchos los desafíos que tuve que enfrentar durante estos más de 20 años de trabajo, el tener que cambiar a mi familia por otra familia, ya que por necesidad venía del estado de Oaxaca a vivir a la Ciudad de México, y eso hizo que tuviera que ir de un lugar a otro y cambiar mi cultura por otra, esto para poder sobrevivir la discriminación de la ciudad.
Y en cuanto a mi trabajo como defensora de derechos humanos, la parte de visibilizar la problemática de las trabajadoras del hogar y ponerlo en todas las agendas no fue fácil.
El aprendizaje sobre mis derechos me permitió tener seguridad en mí misma, valorar más mi trabajo, tomar conciencia de lo que estaba mal, y tomar la decisión de hacer algo al respecto. Y al trabajar por y con las trabajadoras del hogar me hizo sentirme útil, sobre todo cuando una compañera transforma su historia y exige sus derechos.
Se debe empezar a desnormalizar todo lo que se ha normalizado, como es la discriminación a este sector. Se piensa que las trabajadoras del hogar solo están para las personas empleadoras porque les pagan, pero ellas también tienen una vida personal; tienen hijos/as; se enferman; se cansan, y lo justo es que gocen de sus derechos como cualquier persona.
Por eso es fundamental que se respeten los horarios de descanso obligatorios; comida sana y suficiente; aguinaldo; vacaciones; trato digno sin discriminación; respeto sin nombres despectivos y sin violencia. Además, se debe garantizar la firma del contrato por escrito; otorgar seguridad social obligatoria, y pago justo por el trabajo que realizan las trabajadoras del hogar.