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CHILPANCINGO, Gro., 26 de abril de 2024.- En comunidades indígenas de la región La Montaña baja, donde se conservan tradiciones ancestrales, comenzó el ciclo de petición de lluvias con prácticas paganas-religiosas, creencia que los pobladores consideran ofrendar a las deidades prehispánicas y envíen abundantes lluvias para una buena cosecha de maíz y fertilidad en la tierra.
Las ofrendas de danzas, música de banda de viento, golpes a puño limpio o con chirriones, sangre, comida, incienso de copal, agua bendita y rezos, son los elementos claves para pedir la lluvia.
El ciclo de petición de lluvias comenzó el jueves 25 de abril en el poblado de Pochahuizco, municipio de Zitlala, con danza y una pelea de tigres que se desarrolló en la cancha de la comunidad.
Los rituales culminarán a finales de septiembre con fiestas religiosas y ritos que empatan en comunidades, como el encuentro de velas y el xilocruz.
Atsatsilistli, del náhuatl que se interpreta como petición de lluvias, es el ritual donde los pueblos demandan agua para las cosechas y la fertilidad, este ritual es la práctica de la cosmovisión que los pueblos indígenas conservan de la relación entre el hombre y la naturaleza.
En Pochahuizco, cientos de habitantes se reúnen en la plaza comunitaria donde decenas de jóvenes vestidos de hombres tigres con chicotes danzan al ritmo de la banda de viento.
La ceremonia que se realiza al centro de la cancha se conforma de rezos católicos y llamados en idioma náhuatl.
Los hombres tigres forman grupos para enfrentarse; se golpean piernas y rodillas hasta derribarse y esa pelea sirve de ritual a los dioses.
El 2 de mayo, en las comunidades de Acatlán, municipio de Chilapa; La Esperanza de Mártir de Cuilapan y en la cabecera de Zitlala, se llevan se realizan tres rituales distintos, todos ellos para pedir abundantes lluvias.
En Acatlán el Atsatsilistli dura tres días, del 1 al 3 de mayo. El primero son los preparativos y la presentación de la mayordomía en el Centro de la comunidad.
Al día siguiente alrededor de las 5 horas, hombres y mujeres emprenden camino hacia el cerro de El Cruzco, ubicado en la parte poniente de Acatlán, donde hombres tigres se enfrentan a golpes.
Durante el recorrido hacia El Cruzco, en varios puntos se colocan ofrendas, velas, flores, incienso de copal, rezos y veladoras que son tributos que servirán a los dioses prehispánicos para el temporal de lluvias.
El mismo día en el poblado de La Esperanza, Mártir de Cuilapan, hombres y mujeres acuden a un punto de la comunidad donde hacen ofrendas y también se registran peleas a puño limpio hasta desangrarse, una forma de regar la tierra en espera de lluvia.
En Zitlala, los pobladores acuden al cerro de El Cruzco donde también colocan ofrendas como gallinas y guajolotes, velas y flores, se pide permiso a los cuatro vientos para realizar la pelea de tigres el día 5 de mayo.
La pelea de tigres de Zitlala celebrada el 5 de mayo en el Centro de ese lugar, es la fiesta popular que más ha destacado a la región Centro de Guerrero, por ser una actividad organizada por el gobierno local en turno.
Aunque en esa pelea de tigres de Zitlala el ritual o el misticismo ya no es tan presente, esa actividad que consiste la personificación de un jaguar, los hombres se visten con trajes amarillo o verdes, una máscara de piel de animal y en mano un chicote bañado en mezcal, es lo que se necesita para dar latigazos al cuerpo del contrincante.
En todos estos ritos la sangre, tanto humana como de animales de granja, está presente debido a que es la ofrenda al dios azteca Tláloc, que esperan pronto envíe la lluvia.
Otro ritual que se hace en esta región es el poblado de Atliaca, municipio de Tixtla, en el Pozo de Oztotempan; aquí el ritual consiste en que los pobladores acuden a ese pozo subterráneo que se considera sagrado y arrojan comida, animales vivos, y flores silvestres para pedir agua.
En este lugar, se prohíbe el ingreso de cámaras fotográficas por lo que no hay mayor registro de esta actividad.