Teléfono rojo
Sufragios, amor y odios
A seis días de acudamos a las runas para elegir a quien debe asumir la presidencia de la república, lo que hemos presenciado es una campaña político electoral sustentada en la guerra sucia y que al mismo tiempo evidencia la ausencia de un diagnóstico del estado actual del país y la de alternativas para construir un escenario mejor.
En cualquiera de los niveles en que se desarrolla la contienda electoral, los balbuceos de propuesta de gobierno muestran severas limitaciones para su viabilidad por lo que se enfatizó más en la guerra sucia que en demostrarnos sus capacidades para gobernar.
La “guerra sucia”, es el conjunto de estrategias y acciones ilegales, o únicamente inmorales, que utilizan los partidos políticos, sus candidatos, sus militantes o simpatizantes, para demeritar o promover el desprestigio de la participación política de sus adversarios ante sus potenciales electores, lo cual puede generar una reacción de emisión del voto a favor del provocador de dicho desprestigio, la anulación del sufragio o la mera abstención.
Constituyen mecanismos que pretenden “eliminar de manera virtual” al adversario, sin importar los medios o instrumentos que se utilicen. Acciones que tienden a hacer normales cuando a diestra y siniestra no solo se justifica su uso sino que se le plantea como un recurso válido sustentado en el refrán de que “En la guerra y en el amor todo se vale”.
Es lamentable pero hay intelectuales y opinólogos que sin el menor recato afirman que “Puede gustar el recurso o no, pero sólo los hipócritas, los ingenuos o quienes temen a esa estrategia, pueden sorprenderse del planteamiento, empezando por López Obrador, quien durante casi 30 años la ha utilizado como una de sus herramientas políticas más efectivas… las campañas con chismes y guerra sucia existen desde hace dos siglos, y tratan de imponer la narrativa que determine el curso de una elección.”
La antigüedad no justifica su uso ni puede ser un argumento válido cuando los que sostienen esa afirmación se desgarran las vestiduras y se autoproclaman defensores de la democracia y del estado de derecho.
El principio de legalidad en materia electoral establece la obligación de que los partidos políticos, sus militantes y simpatizantes deben ajustar su actuación a las normativas plasmadas en el ordenamiento jurídico anterior.
En el apartado C, de la base III, del artículo 41 de la propia Constitución de la República se indica que “la propaganda política o electoral que difundan los partidos y candidatos deberán abstenerse de expresiones que calumnien a las personas”.
No obstante, todos los involucrados en la contienda electoral no cesan de promover y difundir, por cualquier medio, campañas de desprestigio, desacreditación y de odio en contra de sus adversarios, utilizando para ello, el menor pretexto, fundado o infundado, del que puedan echar mano para lograr sus propósitos particulares.
Todo ellos saben que esas artimañas son armas de doble filo: si se descubre la osadía y el contrincante aprovecha la situación, el efecto puede ser pernicioso.
Elemento nuevo en las campañas ha sido la creciente difusión de lo que se conoce como fake news. Los avances tecnológicos han favorecido el uso de esta arma innoble en el terreno electoral. Se han creado webs, se usan las redes sociales e incluso se promueven rumores y en otras ocasiones agresiones verbales en grupos de watspps que, en el menos peor de los casos, han terminado en distanciamientos entre amigos, compañeros de trabajo y familiares.
Las preocupaciones al respecto no son un asunto exclusivo de México. De acuerdo con el Informe de “Riesgos Globales 2024” del Foro Económico Mundial, la polarización social es uno de los tres principales riesgos mundiales para el año que comienza.
Este año alrededor de 3 mil millones de personas están participando en procesos electorales en sus respectivos países, y ciertos actores están utilizando la desinformación para ampliar las divisiones sociales y políticas, lo que puede socavar la legitimidad de los gobiernos recién elegidos.
En la Región Pacífico Sur la situación que se vive es igual pero cada vez más Impregnada con hechos de violencia. Los llamados de organizaciones civiles para hacer más propuestas y menos insultos son voces en el desierto.
Cuando uses la calumnia para destruir la vida de los otros, tómalo como un préstamo, pronto te harán pagar los intereses, diría la abuela.