Teléfono rojo
Trump 2ª. vuelta
El declive de EE.UU. ha terminado.
Donald Trump. Discurso de su 2ª. toma de posesión.
El 20 de enero, en un ambiente de solemnidad y ceremonias meticulosamente planeadas, se llevó a cabo en los Estados Unidos el traspaso de poder. Donald Trump, líder del Partido Republicano, asumió nuevamente la presidencia de manos de Joe Biden, un demócrata que, con gesto contenido y la dignidad que exige el momento, cedió el mando. Quiero compartir mi visión, que abarca desde los aspectos protocolarios y las formalidades hasta el profundo partidismo que caracteriza esta transición. Mi objetivo no es profundizar en colores, ideologías o afiliaciones políticas, sino ofrecer una visión de lo que observé y escuché en los medios, durante este acontecimiento tan significativo.
La tradición de las tomas de posesión en Estados Unidos se remonta a 1789, cuando George Washington, el primer presidente, juró su cargo en Nueva York. Con el tiempo, este acto ha evolucionado para incluir desfiles, bailes de investidura y, sobre todo, discursos inaugurales en los que el nuevo mandatario presenta su visión y objetivos para el país. Estos discursos suelen aspirar a la unidad en tiempos de división, aunque, como evidenció la ceremonia de este año, también pueden reflejar las tensiones profundas que atraviesan a la nación. El discurso de Trump no solo delineó su visión de “hacer América grande otra vez”, sino que también sentó las bases de una agenda global que podría influir en el rumbo del mundo durante las próximas décadas.
Tradicionalmente, la toma de posesión se realiza en la gran escalinata exterior del Capitolio. Sin embargo, factores como el clima y la seguridad juegan un papel crucial en estos eventos. A lo largo de la historia, solo en dos ocasiones anteriores el clima obligó a cambiar la sede de la ceremonia: en 1909 con William H. Taft y en 1985 con Ronald Reagan. Esta situación limita drásticamente la lista de asistentes.
Es notable que, en esta ocasión, destacaron los donantes, entre los que se encontraban figuras como Elon Musk, Jeff Bezos, Bernard Arnault, Mark Zuckerberg, Tim Cook, Sundar Pichai y CristianoAmon, entre otros. Este mismo espacio, que fue vulnerado por los insurrectos el 6 de enero de 2021 —quienes ya han recibido indulto— se erige como un símbolo de resistencia en el que la historia reciente y la tradición democrática convergen.
A pesar del clima adverso, la emoción y el optimismo de los seguidores de Trump eran palpables. Un detalle particular es que en Estados Unidos no hay “acarreados”: cada persona asumió los costos de su viaje, alojamiento y entradas al evento. La diversidad racial fue evidente, con una notable presencia de personas provenientes de todos los estados de la unión, lo que reflejaba la pluralidad del país. Tuve la oportunidad de hablar con amigos, que son familias hispanas que viajaron desde California, quienes me comentaron que con genuina emoción y portando gorras y banderitas, consideraban este evento un momento histórico que marcaba el inicio de una nueva etapa.
Para ellos, Trump representa a esa “mitad más uno” de Estados Unidos que lo eligió y que ahora se manifiesta con energía y optimismo.
El ambiente variaba entre las calles y las recepciones privadas. Recorrer Washington ese día era como sumergirse en una obra de Norman Rockwell reinterpretada por el movimiento MAGA, mientras que los eventos exclusivos mantenían un protocolo más formal. Sin embargo, el entusiasmo permanecía constante.
Lo que no se escuchó durante ese fin de semana en Washington fue la voz de la otra parte de la población que se siente dolida.
Para escuchar sus preocupaciones, era necesario recurrir a cadenas de televisión que suelen favorecer a un partido y criticar a Trump y a los republicanos, así como a redes sociales y chats. El silencio era doloroso. El contraste con la alegría y emoción que se percibía en las calles y eventos era abrumador. En este contexto, todogira en torno a lo que la gente “siente”, dejando en un segundo plano los números y el “factchecking”. Detrás de los protocolos, las atenciones y las sonrisas, se encuentran las decisiones y el discurso del nuevo presidente, Donald Trump, que evidencian la realidad de un país profundamente polarizado. Para sus seguidores, fue un día de renovada esperanza y determinación; para sus detractores, un presagio de un futuro lleno de desafíos.
Afortunadamente, Estados Unidos cuenta con una sociedad resiliente y participativa, donde el silencio de quienes se oponen a sus políticas no será eterno. Fuimos testigos de cómo la reverenda Mariann Edgar Budde apeló a la “misericordia” del presidente Trump, dando voz al temor que enfrentan comunidades como la LGBT y la migrante ante las nuevas políticas del mandatario. Trump comenzó su administración firmando 41 órdenes ejecutivas centradas en sus principales prioridades: la migración y la seguridad, adoptando medidas estrictas en ambas áreas.
En el ámbito energético, volvió a políticas tradicionales, priorizando el uso de combustibles fósiles y la independencia energética. Su enfoque conservador en políticas sociales generó preocupación, evidenciando un giro hacia una postura más restrictiva en temas de diversidad e inclusión.
En cuanto a las reformas gubernamentales, enfatizó la eficiencia y la libertad de expresión, aunque con un enfoque controvertido. En política internacional, realineó la ayuda exterior hacia un enfoque claramente nacionalista, en línea con su lema “America First”. Lo hizo con rapidez, consciente de que la transición en el Congreso sería complicada debido a su ajustada mayoría en la Cámara de Representantes.
Además, en el sistema federal estadounidense, la autonomía de los estados les permite responder y defenderse de estas medidas. Finalmente, es importante considerar el papel de la Suprema Corte de Justicia, donde seis de los nueve ministros son simpatizantes de la nueva administración, aunque sus resoluciones pueden ser impredecibles. Como siempre he sostenido, los pesos y contrapesos, aunque imperfectos, funcionan mejor. Recordemos que solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
JLG