
La República de la prosperidad compartida
Sueños violentados
Tabú y silencio constituyen un marco de impunidad para la violencia que sufren niños, niñas y adolescentes en este país.
El fenómeno es más grave de lo que aparenta ser.
No solo de trata de las agresiones física y abusos de que pueden ser objeto en la casa y en las escuelas sino del entorno social en que se desenvuelven y les exponen, en algunos casos, a la violencia armada.
En México viven 12 millones de niños y niñas que tienen entre cero y cinco años de edad; el 48 por ciento se ubican en la pobreza; viven con desnutrición 13.9 y 7.75 por ciento registran sobrepeso; en tanto, una proporción de 19 puntos porcentuales de niñas y niños menores de un año de edad no cuentan con acta de nacimiento, que es un derecho llave que debe abrirles paso a otros como la identidad, acceso a la salud y la educación, además de servicio, de acuerdo con los datos del INEGI.
El reconocimiento de las violencias contra niñas, niños y adolescentes como un problema social, es imprescindible.
No se debe naturalizar la violencia que ocurre en el hogar, ni sorprendernos de lo que ocurre en el espacio público si antes no nos hacemos cargo de lo que vive la niñez en sus propias casas.
El hogar resulta clave, no solamente como punto de ocurrencia o generación de situaciones críticas, sino de articulación y mediación entre otros espacios y normas socioculturales, pero siempre en el contexto de violencia estructural y el abandono del Estado.
En la Región Pacífico Sur el fenómeno toma otras características en las áreas más marginadas por la presencia de los grupos delincuenciales.
Desde 2021 Chiapas se encuentra en una pugna por parte de grupos criminales que se disputan este territorio clave para el tráfico de armas, drogas y trata de personas.
En el actual contexto de disputa territorial entre grupos criminales, un grupo que se encuentra en principal riesgo son los hombres adolescentes entre 15 y 17 años, quienes son las principales víctimas de homicidio y lesiones por arma de fuego, siendo 17 años la edad más frecuente.
En el actual contexto de disputa territorial entre grupos criminales, un grupo que se encuentra en principal riesgo son los hombres adolescentes entre 15 y 17 años, quienes son las principales víctimas de homicidio y lesiones por arma de fuego, siendo 17 años la edad más frecuente.
Bajo la amenaza de la infancia y la adolescencia Guerrero presenta situaciones preocupantes como el incremento de 6.5 por ciento en homicidios infantiles respecto a 2023 con 2 mil 243 víctimas entre 0 y 17 años de edad (456 mujeres y mil 787 hombres) de enero a noviembre de 2024. Otro dato alarmante es que los feminicidios de niñas y adolescentes aumentaron hasta llegar a 73 casos en 2024.En 2023, fueron 68.
La violencia sexual presenta una alza de mil 139 por ciento en los últimos 13 años. A esto se suman las imitantes en el acceso a derechos fundamentales: 42.3 por ciento de esta población carece de servicios de salud, y 21.2 por ciento enfrenta deficiencia alimentaria.
Entre 2020 y 2023, en Michoacán se documentaron 151 denuncias por el delito de abuso sexual contra menores de 13 años, también conocido como estupro. Las cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE) presentan una mayor incidencia en la región Morelia, donde suman 70 querellas, seguidas de las regiones de Uruapan y Zitácuaro, con 23 y 16 casos, respectivamente.
Durante la pandemia los casos de maltrato infantil se dispraron un 150 por ciento en Michoacán. Para los menores de edad su principal agresor está en casa, y en la gran mayoría de los casos es uno de los padres, hermanos o abuelos.
Oaxaca no escapa a ese contexto de violencia, pues 436 menores de edad fueron víctimas de delitos como las lesiones (266 casos), los homicidios (102), la corrupción de menores (18), trata de personas (10), feminicidios (2) y extorsión (1)
También figura la explotación laboral, y están los casos de 150 infantes que probablemente son explotados por una red y en la que las principales víctimas son menores de edad originarios de Chiapas, pero que se dedican al comercio en vía pública en el centro de la ciudad de Oaxaca.
Los niños no pueden escribir mientras otro sostiene el lápiz, diría la abuela.