
Teléfono rojo
El embarazo a temprana edad continúa siendo uno de los principales problemas de salud pública y desarrollo social en México.
A pesar de ciertos avances, como la reducción del 16.7 por ciento en la tasa específica de fecundidad adolescente (TEFA) desde 2015, nuestro país sigue registrando una de las tasas más altas de embarazo adolescente en América Latina.
En 2025, esta problemática se mantiene vigente, especialmente entre las adolescentes de entre 15 y 19 años, con una tasa nacional de 13.7 nacimientos por cada mil jóvenes.
Anualmente, nacen en México cerca de 340 mil bebés de madres menores de 19 años.
El embarazo en adolescentes no solo compromete la salud física y mental de las jóvenes y sus hijos, sino que también limita gravemente sus oportunidades educativas, económicas y sociales, perpetuando el ciclo de pobreza y desigualdad.
Las causas del embarazo adolescente en México son complejas y multifactoriales.
Destaca la falta de acceso a educación sexual integral y a métodos anticonceptivos modernos, particularmente de larga duración. Las presiones sociales, culturales y familiares, así como la violencia sexual y el abuso, también desempeñan un papel central.
En los casos más alarmantes, se ha reportado un incremento de embarazos en niñas menores de 15 años, muchas de ellas víctimas de violencia sexual.
La falta de información confiable sobre sexualidad y prevención del embarazo, unida a la ausencia de servicios de salud accesibles, agrava la situación.
A menudo, las adolescentes se enfrentan a entornos en los que se normaliza la maternidad temprana, se restringe su autonomía y se les niega una atención obstétrica digna y libre de violencia.
El problema no afecta de manera más dramática a la Región Pacífico Sur.
Chiapas es uno de los estados con mayores desafíos: tres de los diez municipios del país con más niñas, niños y adolescentes fuera del sistema escolar se encuentran en este estado.
Además, Mitontic e Ixhuatán registran simultáneamente altos porcentajes de madres adolescentes y de adolescentes casadas o unidas, según datos del INEGI (2021).
Guerrero también enfrenta una alta prevalencia de embarazo adolescente: el 3.2por ciento de las mujeres de entre 12 y 17 años son madres, lo que equivale a 6 mil 600 adolescentes.
La entidad ha implementado la Ruta NAME (Ruta para la Atención y Protección Integral de Niñas y Adolescentes Madres y/o Embarazadas menores de 15 años) embarazadas o con hijos menores de 15 años. Aun así, la tasa de fecundidad en Guerrero (71.39 por ciento) sigue por encima de la media nacional (68.53).
En Michoacán, cuarto lugar nacional en embarazos adolescentes, se han impulsado campañas de educación sexual y planificación familiar.
Aunque la TEFA ha disminuido en un 16.6% entre 2016 y 2024, la entidad aún supera la media nacional. Por su parte, Oaxaca también enfrenta cifras preocupantes: una de cada diez mujeres se embaraza durante la adolescencia, lo que impone enormes retos en términos de salud y desarrollo.
Frente a este panorama, es indispensable una respuesta integral. La educación sexual debe ser científica, laica y culturalmente pertinente, y debe incluir información sobre sexualidad, reproducción, prevención del embarazo y enfermedades de transmisión sexual.
Es crucial garantizar el acceso universal a métodos anticonceptivos, así como combatir la violencia sexual con prevención, justicia y atención adecuada a las víctimas.
El embarazo adolescente no es solo una cuestión de salud, sino también de derechos humanos, equidad de género y justicia social. Impulsar políticas públicas que garanticen acceso igualitario a la educación, la salud y el desarrollo para niñas y adolescentes es una inversión imprescindible para el futuro del país.
Sólo así podremos romper el ciclo de pobreza y brindar verdaderas oportunidades a las nuevas generaciones.
Fuentes
INGI. Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID)