
México recibe récord histórico de inversión extranjera
A un mes de la partida de Víctor Wences, aún queda el vacío que jamás podremos llenar. El dolor que causan las cosas y momentos que eran suyos y que hoy se sienten fuera de lugar, sin razón de ser.
Sin embargo, me gustaría pensar que él no se fue del todo.
Él sigue aquí.
En la radio que día a día apuesta por el pueblo, y en sus colaboradores que con su trabajo inmortalizan su legado.
Él vive en la exigencia diaria de justicia de los guerrerenses.
Él vive en los ciudadanos con conciencia crítica que se atreven a cuestionar su entorno.
Él vive en quien se atreve a reclamar y hacer valer sus derechos, aunque su voz resulte incomoda.
Él vive en los pueblos de Guerrero, en su comida, en su mezcal, en sus campos, en su música, en sus fiestas, en su gente.
Pero sobre todo, vive, en quien ama la verdad.
Su vida material pudo terminar, pero su historia sigue viva y latiendo en cada uno de nosotros.
El precario sistema de salud del estado de Guerrero ha arrebatado la vida de miles de guerrerenses y ha dejado familias incompletas para siempre.
Hace un mes, se llevó al amigo y la voz del pueblo.
Sin embargo, como es nuestra costumbre, no nos resignaremos a seguir siendo la entidad marginada, a quien al último le llegan las cosas o al final nunca llegan.
Exigimos las condiciones mínimas para poder decir que tenemos un sistema de salud estatal “digno”.
Porque la vida de los guerrerenses rebeldes, también vale.
El día de hoy exhorto a todo el pueblo de Guerrero a voltear a ver al rededor, y mirar al hermano que tienen al lado.
Si todos viéramos en los ojos nuestro pueblo, cansados de tanto trabajar; en su piel, reseca por el sol de los sembradíos; en sus manos endurecidas por el trabajo obrero o tiznadas por el comal; en su corazón, la rabia por el hambre de justicia;
Si todos viéramos en nuestro pueblo lo que Víctor Wences pudo ver, entregaríamos la vida en la lucha, como Víctor lo hizo.