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IGUALA, Gro., 13 de octubre de 2014.- La amistad que alguna vez tuvieron la regidora del Ayuntamiento de Iguala, Sofía Mendoza Martínez y el integrante del Consejo del PRD, René Bejarano, no fue suficiente para evitar que la corrupción del presidente municipal, José Luis Abarca, se apoderara de la ciudad por completo y quien además –el año pasado– mató a su esposo, el también perredista Arturo Hernández Cardona, líder de la Unidad Popular en esta ciudad.
En entrevista exclusiva para Quadratín México, Sofía Mendoza Martínez revela que la ausencia de Bejarano para auxiliarla para detener los turbios manejos del alcalde fue evidente y más cuando Abarca asesinó con una escopeta a su esposo, Arturo Hernández Cardona.
“Sí, llamé a la gente de Bejarano, en un principio me dijeron que habría una ayuda por todo estos casos de corrupción, del poder abusivo que ejercía el alcalde, de cómo nos trataba de eliminar del mapa político y social.
“Sin embargo, nunca hubo respuesta de él, esperamos a que nos regresara la llamada y no pasó nada, incluso el día que vino –la semana pasada– a Iguala a la sesión del PRD ni me saludó y obviamente no lo iba a seguir o buscarle. Eso sí, fuimos muy grandes amigos, pero creo que eso no tenía que hacerse”, dice la regidora.
Ante la caída política y fuera de los focos de atención, el llamado ‘Señor de las Ligas’ retomó la semana pasada el tema del asesinato de Arturo Hernández Cardona, líder de la Unidad Popular (UP), a manos del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, tomando como base la declaración (dada a conocer públicamente el pasado 26 de noviembre) de Nicolás Mendoza Villa, uno de los ocho miembros de UP de Iguala que el 30 de mayo del 2013 fueron levantados por un comando armado que después ejecutó a tres de ellos –Arturo Hernández Cardona, Félix Rafael Banderas Román y Ángel Román Ramírez–, y quien acusó directamente a Abarca Velázquez de los hechos y de haber dado muerte personalmente al dirigente perredista Hernández Cardona.
Este acto fue tomado como un aprovechamiento para que Bejarano volviera a la escena pública, e inclusive en un programa radiofónico (donde dio esta información) sollozó ante los micrófonos.
“Mucho se ha dicho que Bejarano buscaba aprovecharse del caso de mi esposo, pero creo que no lo hizo bien, creo que le faltó un poco más de contacto, más que político. Antes era más humano, porque eso era lo que dictaba la lógica por la amistad que teníamos de años”, refiere Sofía, quien agrega:
“La verdad es que apenas me está buscando, no él de manera directa, todo es por vía de sus asesores o de su equipo de comunicación, pero la verdad es que ya con esto que dije es suficiente, ya no quiero hablar más de Bejarano, yo lo hago por aquella relación de hace años, yo sí respeto ese vínculo que alguna vez tuvimos”.
Un miedo intenso
Sofía Mendoza es una mujer que quedó viuda después de que José Luis Abarca matara a su esposo tras pegarle dos disparos con una escopeta, uno en la cara y otro en el pecho, en mayo del 2013. La charla se realiza en un restaurante de esta ciudad.
A casi un año y medio del asesinato, la regidora no ha descansado y el cansancio en sus ojos es evidente, sus nervios son alterados por cualquier sonido que le parece extraño y su mirada está pendiente a la calle. Observa a quienes van y vienen. Tiene el temor de ser amenazada de muerte y ésta se haga efectiva.
“No, no, ya no quiero salir, me da pavor quedar a la facilidad de que me maten. A mi hijo ya le he dicho que no vaya a fiestas, que si sale solamente sea para lo muy necesario, ambos viajamos con escolta para evitar que nos embosquen”, dice, nerviosa, moviendo constantemente las manos.
“Te soy sincera, ni en esos señores (los de su patrulla particular) confío, porque como te habrás enterado la policía local también estaba coludida con el narcotráfico. lmagínate que se pongan de acuerdo para asesinarme, la verdad es que esta vida es una historia de miedo y terror”, comenta.
Sofía Mendoza asegura no abandonará su puesto hasta que se esclarezca el caso del cobarde asesinato de su marido. Además de que desea ver a Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, tras las rejas, por toda la maldad que esparcieron en nuestra ciudad.
“Lo único que quiero es que la justicia se haga realidad, que se vea el peso de una ley que no existió en dos años de gobierno del alcalde. Sólo quiero eso y vivir tranquila”, remata sin dejar de ver a los lados.