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ACAPULCO, Gro., 12 de noviembre de 2015.- En la década de los 30 del siglo XX, el astrónomo y físico suizo Fritz Swicky, al estudiar el movimiento de las galaxias del gran cúmulo de Coma, se dio cuenta de que si sumaba la masa de las estrellas y el gas de cada galaxia, la fuerza de gravedad producida por ellos no sería suficiente para impedir que todas las galaxias salieran disparadas de ese gran cúmulo.
Así, Swicky llegó a la conclusión de que debía de haber algo más que impedía que ocurriera eso. En ese momento llamó oculta a esa materia indeterminada. Esta hipótesis, sin embargo, tuvo poco éxito en la comunidad científica de entonces, informa un comunicado.
Fue hasta mediados de los 70 cuando la astrónoma estadounidense Vera Rubin estudió el movimiento de las estrellas de la galaxia de Andrómeda y se percató de que sugería, efectivamente, que debía de haber mucha más materia que la visible en los discos de esos objetos. Como éste fue un estudio sistemático con varias galaxias, la comunidad de expertos no tuvo otra alternativa que tomarlo en serio; sus resultados aún están en verificación.
“Es un hecho que en las galaxias hay más fuerza de gravedad que la que produciría su materia luminosa, si las teorías de Newton y de Einstein son lo que nos enseñaron en la escuela. No obstante, cabe la posibilidad de que estas cambien y expliquen el fenómeno, pero aún no se propone ninguna que pueda modificar, de manera general y autoconsistente, la gravedad para explicarlo sin echar a perder otras cosas”, dijo Octavio Valenzuela Tijerino, investigador del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM.
“Por eso, la hipótesis más aceptada es que el modelo de física de partículas puede incluir otras similares a los neutrinos (los cuales no emiten radiación electromagnética, o sea luz), pero que aún no han sido detectadas”, añadió.
La materia oscura es el esqueleto de la estructura a gran escala del universo; asimismo, es la responsable de que las galaxias no estén distribuidas al azar en el espacio y, por lo contrario, integren una especie de red cósmica, con filamentos, nudos y huecos (zonas donde hay menos).
Sin embargo, su papel va más allá, pues “si sólo hubiera existido la luminosa en el universo joven, no se habrían formado las galaxias; en cambio, la gravedad debida a la presencia de la oscura, que no interactúa con la luz, impidió que los átomos de las protogalaxias se evaporaran y, por lo tanto, que dieran origen a las galaxias.”
Recientemente, Valenzuela Tijerino —en colaboración con Axel de la Macorra y Miguel Alcubierre, de los institutos de Física y de Ciencias Nucleares, respectivamente; Tonatiuh Matos, del Cinvestav; Jorge Cervantes, del ININ, y Luis Ureña y Gustavo Niz, de la Universidad de Guanajuato— trata de poner a prueba la hipótesis alternativa de que, en lugar de estar conformada por partículas, la materia oscura sea una especie de fluido (campo escalar) donde las galaxias y la estructura a gran escala del universo se comportan como olas.