Sin mucho ruido
En los últimos días la corriente Nueva Izquierda-Nueva Mayoría y sus adláteres han pretendido desviar la atención de los temas de inseguridad, corrupción y desgobierno que caracterizan la gestión del alcalde de Acapulco Evodio Velázquez.
Han levantado cortinas de humo y pagado cantidades millonarias para llevar a cabo una guerra sucia infame, cobarde y ruin en contra de dirigentes como Luis Walton y legisladores de Movimiento Ciudadano. Con total falta de escrúpulos se han metido incluso con las familias y seres queridos de miembros del partido naranja.
Evodio Velázquez tira la piedra y esconde la mano y ahora con total cinismo se dice víctima de lo que él paga con el dinero del pueblo. Se asemeja al ladrón que grita allá va el ladrón.
Incluso el presidente de Acapulco se organizó un acto faraónico con gran derroche para hablar de sus “logros” inexistentes donde recibió el apoyo de Jesús Zambrano, el mismo que apoyó junto con Nueva Izquierda a José Luis Abarca, para presionar por impunidad y desviar la atención.
Esta guerra sucia en medios y redes sociales que se paga con recursos públicos a través de la Dirección de Comunicación Social se emprendió a partir de que se contestaron las mentiras del edil porteño y se denunció penalmente a Velázquez por delitos en contra del Sistema Nacional de Seguridad Pública, uso indebido del servicio público y desempeño irregular de la función pública.
En efecto, el gobierno municipal mantiene a todos los mandos policiacos sin certificar y puso a trabajar y volvió a armar a 667 policías que reprobaron los exámenes de control y confianza. Este dato es relevante: cuando se dio el paro policiaco en Acapulco y se desarmó a la corporación municipal los homicidios dolosos pasaron de 680 en 2013 a 407 en 2014, es decir que cuando paró la policía se presentaron 273 homicidios dolosos menos. En cambio ahora con Evodio Velázquez y su escudo de impunidad, en menos de cinco meses de su gestión se han cometido 444 asesinatos.
Frente a este escenario cruento se niega a limpiar la policía y sabotea el mando único, aunque de dientes para fuera diga lo contrario.
Evodio Velázquez se desprestigia solo y por sus actos. Su obstinación en mantener un modelo policiaco caduco, sus actos de corrupción y sus complicidades, por más que gaste dinero público en tratar de ocultarlos, acaban trascendiendo.
Sus cortinas de humo acabarán por disolverse. La verdad siempre termina por salir a flote.