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CIUDAD DE MÉXICO, 20 de marzo de 2016.- La crisis de identidad en el adulto mayor trastoca su historia de vida y desarrolla sentimientos de soledad, tristeza y melancolía, además de crear un sinsentido en su vida, afirmó Angelina Guerrero Luna, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
La casa de estudios destacó que la sociedad y el sistema han adoptado un discurso donde el anciano es desechable y en el que el envejecimiento es una etapa abstracta, a la que nadie llegará, indicó.
Para una persona que cumple 60 años, periodo que se ha designado como la tercera edad, no hay empleos; no tienen el rol que antes desempeñaban en la familia, el cuerpo se transforma, la fuerza va minando y el lugar que ocupaba en la sociedad a través del estatus o profesión ya no lo tiene.
Sucesos como la ausencia de los hijos, llegar a ser abuelos o la jubilación determinan que el adulto mayor se cuestione quién es.
Aunque son situaciones propias de la vida, del ser y estar de cualquier sujeto, hay individuos que niegan esta realidad ante la fantasía y exaltación de la juventud e idealizan el pasado.
Aunado a ello están los cambios corporales, como sufrir calambres, insomnio, dolor y merma física. Para quienes han negado su realidad, ven con angustia, impotencia e idealización ese proceso y generan un derrumbe narcisista.
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