Al 85 y 104, Atlas remonta y elimina a Chivas
ACAPULCO, Gro., 26 de febrero de 2014.- Durante el segundo día del Abierto Mexicano de Tenis en Acapulco, se dio un acontecimiento que posiblemente nunca se había presentado en este certamen internacional.
Quizá ante el cambio de la superficie de las canchas, de arcilla a leico, y la improvisada planeación para levantar lo que llaman el Granstand, la segunda cancha en importancia después del estadio principal, se presentó un acontecimiento que probablemente pueda remover la conciencia de los organizadores a 21 años de exitosos resultados económicos y deportivos.
Se desarrollaba el encuentro muy esperado entre el búlgaro Dimitrov y el austriaco Matosevic, cuando aproximadamente a las 20:30 hrs en la parte superior derecha de la tribuna, construida con tubos y tablones, se sintió un tirón en la estructura lo que generó gran susto entre quienes lo pudieron atestiguar.
Con la situación descrita salió a relucir la corrupción de las autoridades municipales que han tenido un mínimo de exigencia con los organizadores, ya que ante el crujir de la grada y la protesta airada de los aficionados, nunca se presentó la autoridad de Protección Civil y menos aún, un coordinador de emergencias para estos casos.
El juez del encuentro pedía que continuara el partido; las autoridades de la ITF no sabían cómo reaccionar y los indignados aficionados gritoneaban se suspendiera el juego ante la inseguridad del momento.
La salida de algunos aficionados del improvisado escenario se dio por iniciativa propia sin nadie que orientara con un afán de prevención.
Brilló el pragmatismo y muy a la mexicana se quedaron los valientes que deseaban admirar el revés del búlgaro Dimitrov. Muy caro el boleto como para abandonar un encuentro estelar ante una aparente falsa alarma, que mostró las tremendas carencias del masticado tema de protección civil en eventos masivos.
Aquí todo es ganancia para los organizadores; si algo grave hubiese pasado, las disculpas, pretextos y esquelas hoy serían el tema. No pasó más nada que un ¡susto!
Los aficionados al deporte blanco están pagando por ver a estrellas reales como el escocés Murray o el español Ferrer o la eslovaca Cibulkova, sin embargo el valor agregado de servicio al cliente es el gran pendiente que aún no entra en la cabeza de los organizadores.