El presupuesto es un laberinto
La tarde del 13 de julio en el Maracaná no la olvidarán nunca los argentinos y en especial Lionel Messi, pues un imponente Alemania les arrebató la dicha de ser campeones por tercera vez.
La magia de Messi, la efectividad frente al marco de Gonzalo Higuaín y la gambeta del Kun Agüero se ausentaron en la gran final de la Copa del Mundo y aunque hay que reconocer que Argentina mostró más resistencia de la esperada, Alemania fue un equipo superior línea por línea.
Los argentinos sufrían desde las tribunas con el gol anulado a Higuaín, con los pases errados de Messi, con los balones al área por parte de los alemanes; sufrían porque veían en el terreno de juego a la Argentina de Mascherano y no la Argentina de Messi.
Veían un equipo de empuje, de garra, de resistencia pero no el equipo de toque, de tiki-taka, de grandes jugadas; no veían al equipo dominador, al que iba al frente y causaba peligro en el arco rival.
Los argentinos sufrieron porque veían a Di María en la banca, porque Messi parecía estar en otro mundo, menos en el campo de juego; porque Agüero no reflejó el buen futbol al que todos nos tiene acostumbrados, porque Higuaín fallaba la jugada más clara del partido y porque le anulaban el gol con el que Argentina se iba arriba en el marcador.
La figura de Messi parecía empequeñecer a medida que el mundial avanzaba y que Argentina tenía más dificultades, tras la fase de grupos, parece que el astro argentino se fue de vacaciones, porque dejó de echarse el equipo a la espalda, dejó de ser el protagonista de su selección, el que anotaba los goles, el que jalaba marcas, el que tenía que ser marcado por cuatro jugadores, porque seguro les hacia gol.
Por su parte, Mario Götze no cabía de felicidad tras haber anotado el gol que le otorgó el tetracampeonato a Alemania, no creía que él hubiera anotado ese gol.
También hay que reconocer la labor de Manuel Neuer, quién fungía, más que un portero, como un libero entre los defensas, quien recorría de manera perfecta su área, quién ordenaba a su defensa, sin duda que el guante de oro cayó en manos del mejor portero del mundo.
Muy a pesar de su discreta actuación, la FIFA le otorgó el balón de oro como mejor jugador del torneo a Lionel Messi; ¿es en serio, FIFA?
¿Ser elegido el mejor jugador del mundial sin aparecer en el once ideal del mismo torneo? Parece ilógico…
Brasil 2014 parecía ser el mundial de Messi, tenía que ser el mundial para consagrarse como una leyenda del futbol mundial y asemejar a Maradona, a Pelé y Ronaldo; sin embargo, tendrá que esperar al menos 4 años más para consagrarse campeón y entrar al Olimpo de los dioses del futbol.