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ACAPULCO, Gro., 24 de febrero de 2016.- El obispo de Chilpancingo-Chilapa Salvador Rangel Mendoza aseguró que el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala se ha politizado y que hay líderes políticos que se han beneficiado, sin tomar en cuenta que en Guerrero existen cientos de casos de desapariciones sin resolver.
El prelado respondió de esa manera al ser cuestionado del por qué el Papa Francisco no atendió a los padres de los 43 en su visita a México, durante una conferencia de prensa que ofrecieron los obispos de Guerrero.
“Subiéndole un poquito de tono, tanto para la visión de la Iglesia y del Papa son tan válidas las vidas de las personas de los 43 como las de los 400 desaparecidos que tenemos en Iguala y en muchas partes de Guerrero tenemos gente desaparecida y desde nuestro punto de vista de Iglesia es que todas esas vidas valen ante Dios y ante la sociedad. Y el Papa no podía hablar exclusivamente a estos familiares de los 43”, indicó.
Explicó que él es el representante de la Iglesia en Iguala, Tixtla, Chilpancingo, Chilapa y demás municipios de la provincia eclesiástica y por ello está relacionado a los temas que ahí acontecen al igual que con las personas y por ello conoce el problema realmente.
“Otra cosa que yo les puedo asegurar que no son todos familiares de los 43, son algunos. No todos están ahí los 43 incluidos, simplemente vayan aquí en Acapulco hay familiares de los 43 que no quieren aparecer y con eso está claro, porque los han utilizado, han politizado este movimiento y como yo he dicho en otras veces, muchos líderes quieren sacar rajas del árbol caído y es lo que yo como obispo estoy defendiendo, que otras vidas valen”, aseveró.
Por ello dijo que así como se quiere apoyar a estos 43, se tiene que apoyar a otros desparecidos “y sobre todo yo como obispo de Chilpancingo y Chilapa, no quiero que los líderes políticos aprovechen a río revuelto, ganancia de pescadores.
Su postura fue apoyada por los obispos Dagoberto Sosa Arriaga de Tlapa de Comonfort, Maximino Martínez Miranda de Ciudad Altamirano y el arzobispo de Acapulco, Costa Grande y Costa Chica, Carlos Garfias Merlos.