Corrupción neoliberal
El Acabús y la ceiba
El 31 de mayo próximo iniciará operaciones el tan esperado Acabús, sistema de transporte colectivo urbano que sustituirá a cientos de camiones chatarra conducidos por jóvenes inexpertos irrespetuosos de los reglamentos de tránsito y causantes de un sinnúmero de accidentes, algunos trágicos; de atropellamiento de peatones (homicidios imprudenciales que enlutaron hogares acapulqueños) que prácticamente convirtieron a los choferes en una amenaza pública.
Los aspirantes a conductores de las nuevas unidades están siendo capacitados en su operación, conocimiento y respeto a los reglamentos de Tránsito y Transportes, y analizados para evitar que los adictos a las drogas sean empleados.
Este nuevo servicio, tan esperado por los acapulqueños, posiblemente venga a solucionar una serie de problemas viales y de seguridad pública. Empero, aún tiene la empresa que sortear escollos: algunos de los concesionarios, propietarios de autobuses todavía en circulación, tratan de obtener del gobierno estatal indemnizaciones, pues consideran el nuevo servicio como “una competencia desleal”.
Todos sabemos cómo operan los choferes las actuales unidades. La mayoría de estos y sus ayudantes (llamados “chalanes”) suben el volumen a sus sistemas de sonido, con narcocorridos o canciones de contenido soez, y en ocasiones conducen al tiempo que consumen bebidas alcohólicas, ante la indiferencia de los inspectores de la dirección estatal de Transporte y de los agentes de la dirección municipal de Tránsito.
Dicho estado de cosas fue propiciada por la corrupción en el gobierno del estado y en el Ayuntamiento de Acapulco en los últimos 40 años, por lo que se espera que el nuevo servicio se ajuste a lo que marca la reglamentación, y que la corrupción sea definitivamente erradicada.
Por otra parte, un grupo de ambientalistas acapulqueños, en donde el arquitecto Domitilo Soto es uno de los principales actores, lograron un amparo provisional que defiende, por ahora, a una ceiba que durante aproximadamente treinta años crece, frondosa, precisamente en una vía destinada para uso exclusivo del Acabús.
El arquitecto Soto, urbanista egresado de la Uagro, dio una solución al problema: por medio de semaforización, el tránsito de los autobuses articulados circularán por un solo carril sin necesidad de talar la ceiba, a la que sus defensores denominan como “amorosa”. Tal solución convenció a una jueza que concedió el amparo provisional.
El carácter de provisionalidad, no salva la ceiba, pero de lograr el amparo definitivo, ese hermoso árbol será un símbolo para los ciudadanos preocupados y ocupados en el mejoramiento ambiental, sobre todo ahora que el cambio climático es una realidad.
Tendremos Acabús, y seguramente conservaremos esa ceiba, que creo yo, sus protectores le llaman “amorosa” por amor a la humanidad que ya es víctima del cambio climático.