Hoja Verde
Siete meses de creciente inseguridad, asesinatos, extorsiones, cobros de piso, secuestros y asaltos a mano armada hicieron crisis en la ciudadanía el pasado domingo 24 de abril en la noche, con las balaceras y acontecimientos del fraccionamiento Las Playas y la Costera Miguel Alemán. Esta inconformidad y temor ciudadano respondió a una realidad social alimentada también por mensajes, mal intencionados unos, y otros más que pudieron exagerar esos hechos, pero que fueron precedidos de graves eventos previos y la complicidad y negligencia del Alcalde para enfrentar el tema de la inseguridad pública.
Apenas horas antes Evodio Velázquez había rechazado atender el tema de la prevención del delito en temas de narcotráfico y delincuencia organizada. Con todo este coctel es entendible la reacción de la ciudadanía, aunque se pueda estar en contra de quienes siembran psicosis intencionalmente.
Vale la pena recordar también que en las últimas semanas se presentaron diversos hechos de violencia lo mismo en la Costera, que a unos metros de la principal avenida del puerto y en algunas playas, por decir algunos lugares. Hechos que impactaron a la ciudadanía terriblemente y que rompieron la certeza de que la violencia en la Costera estaba descartada. Incluso el domingo anterior mataron por la mañana a seis personas en un sitio de taxis en Icacos y semanas atrás, también otro domingo, hirieron a cuatro personas afuera del sitio de Bodega Aurrerá en plena Costera, de las cuales a la postre murió uno.
La reacción social en sus diversas manifestaciones no es un proceso que surge por generación espontánea ni puede ser atribuible a un solo evento de manera descontextualizada y sin revisar los antecedentes.
Hay que atender el problema social y comprender la inconformidad ciudadana, al mismo tiempo tener claro que en cualquier situación de esta naturaleza, en el río revuelto de la inseguridad habrá pillos que quieran exacerbar a la ciudadanía, pero nunca será una buena opción echarle la culpa a los ciudadanos por hacer caso a “rumores”.
En ningún lugar del mundo ha funcionado la alternativa de satanizar y criminalizar el Internet y las redes sociales. En una sociedad hipercomunicada los flujos de información circulan en todos los sentidos, por eso siempre es oportuno comunicar a tiempo y en forma precisa, para no dejar vacíos de información. Recordemos por ejemplo el caso del pederasta de origen canadiense, Walter Zuck, que fue dado a conocer a través de las redes sociales. Gracias a esa manera de comunicar la ciudadanía de Acapulco y de Guerrero pudo conocer de esos hechos reprobables y se activó el ministerio público. ¿Qué habría pasado sin la difusión de este caso en las redes sociales? Seguramente seguiría delinquiendo en la clandestinidad.
Evodio Velázquez, como lo hemos explicado en este espacio, siempre ha tratado de eludir su responsabilidad de brindar protección a la población por sus complicidades, se ha montado en el discurso falso de asumir que quienes cuestionan su corrupción, su negligencia y sus acuerdos oscuros que han multiplicado la inseguridad en el puerto, le hacen un daño a Acapulco, cuando lo que le afecta es contar con una autoridad municipal negligente, corrupta y que sigue manteniendo una policía infiltrada y no certificada por sus acuerdos de campaña.
Nuevamente el alcalde frente a los hechos del pasado domingo recurre a evadir el problema, a atacar a quienes critican su gestión, a actuar demagógicamente, a repartir cocos en lugar de limpiar la policía municipal. Lo único es que no hace es combatir la inseguridad. El problema no son las redes sociales, lo que hace daño a Acapulco es una autoridad municipal coludida con la delincuencia. Reitero: Evodio es parte del problema de la inseguridad, no de su solución.